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La importancia de preservar el patrimonio fílmicoy/o audiovisual(*)
El Proyecto de Rescate y Valoración de las películas ecuatorianas se inició en 1982, al crearse Cinemateca Nacional del Ecuador como un departamento de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Se constituyó entonces el único archivo especializado en la preservación de imágenes en movimiento nacionales.
En 1984, con apoyo de la Unesco, se inicia la investigación del cine ecuatoriano. La sorpresa llegó al evidenciar que se había hecho cine en nuestro país desde 1906. Asimismo, en los años veinte, el cine fue parte de una década rica en cultura, con títulos históricos, con nombres reconocidos algunos y otros desconocidos, como Augusto San Miguel, pionero del cine de ficción en el país, personaje trágico de la imagen con argumento, silenciado por la institucionalidad cultural hasta la investigación que la Cinemateca Nacional del Ecuador emprende y publica.
A partir de 1989, a través del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, el cine se declara parte del Patrimonio Cultural del Estado y la Cinemateca se convierte en Custodia Legal de ese Patrimonio, mediante Acuerdo Ministerial 3765 y Mandato 040 del 3 de Julio y 3 de agosto de 1989.
De allí en adelante, toda película de cualquier formato (35 mm, 16 mm, 9,5 mm, 8 mm, Super-8 mm, etc.), con 10 años de antigüedad y filmada en el país, por nacionales o extranjeros, es considerada Patrimonio Fílmico Nacional. Cada una de estas obras deberá ser fichada, preservada y/o restaurada, documentada y catalogada para uso eminentemente educativo y sin fines de lucro. Esta Declaratoria y Custodia cumple las Recomendaciones que la Organización de Naciones Unidas, la Unesco y la FIAF (Federación Internacional de Archivos de Filmes) establecieron prioritaria y obligatoriamente para los Estados y Cinematecas Miembros, en 1980.
Quienes trabajamos una treintena de años en el archivo fílmico patrimonial que custodia la Cinemateca Nacional del Ecuador sentimos que hemos corrido una maratón para conservar y difundir las imágenes filmadas en el país, pero ese esfuerzo no basta.
Hay que reformular los entendidos, rehacer lo aprendido y estar dispuestos a empezar nuevamente.
Consolidar el sueño que pretendemos acaricie cada ecuatoriano, esto es, el disfrute de las imágenes filmadas en Ecuador desde 1906, precisa, pese a lo conseguido, más investigación, más recuperación, más conservación, mejor procesamiento, mayor difusión y, sobre todo, una conciencia de la preservación a largo plazo de las imágenes filmadas como un derecho de los ciudadanos. Y ello, además, en formatos tecnológicos modernos que puedan leerse en la actualidad: transformar, por ejemplo, de betamax, VHS, U-matic, etc., formatos de los años ochenta, al V8, al DVD, al Blu-ray y demás formatos actuales. Este es un reto que no culmina. Y todo esto significa rentas y presupuestos más acordes con la situación.
Este año enfrentamos el reto de la digitalización en la Cinemateca. Hemos adquirido un film scanner que logra la corrección digital, mejora el color y la iluminación. Sirve para preservar las imágenes y difundirlas bajo parámetros de eficiencia y profesionalismo. Es uno de los sueños cumplidos. Pocos archivos fílmicos del mundo tienen un equipo como el que ahora tenemos gracias, sobre todo, al financiamiento del Consejo Nacional de Cinematografía que permitió que la Casa de la Cultura Ecuatoriana y su Cinemateca adquieran esa tecnología.
Sin embargo, aún nos falta abordar la restauración digital. Todavía no hemos pensado en la preservación a largo plazo, esto es, en el negativo fílmico que es aquel que, sabemos, dura más de 200 años. Y es el formato al que deberíamos optar para transferir las películas ecuatorianas. Y cuando eso ocurra, también tendremos que volver a empezar.
Antes de la existencia del film scanner (que a propósito está a las órdenes de los cineastas que requieran digitalizar su material, a cambio de dejar en custodia sus originales en la Cinemateca para apoyar a la preservación de la memoria), hemos traspasado el 70% de los casi cuatro mil títulos de imágenes que custodiamos a una copia de difusión en DVD que es usada en nuestro servicio de Consulta Pública, ofrecida desde el año 2009 a la ciudadanía en general. Este último es un servicio gratuito y sin restricción, basado en una propuesta fundamental: ¡usted elige qué mirar!
En la Consulta Pública del cine ecuatoriano —lugar de emociones fuertes—, los viejos, jóvenes y niños se las procuran visionando imágenes de cine ecuatoriano antiguo y moderno, entre silencios, risas, a veces llantos o desconciertos. Cerca de 350 asistentes al mes permanecen más de 2 horas en nuestras instalaciones, de los cuales un gran porcentaje corresponde a jóvenes menores de 20 años. Ellos colaboran en la exploración de la base de datos y en la valorización de centenas y miles de títulos que nos han donado cada año, desde 1989, pues ningún material de los fondos que custodia la Cinemateca ha sido comprado; corresponde más bien a la generosidad de los cineastas y sus herederos, quienes confían en el trabajo de la Cinemateca de la CCE.
Aquí hacemos un llamado especial a quienes construyen los planes de estudio universitarios y colegiales. Está de moda estudiar cine en el Ecuador, generalmente las opciones más convencionales: cámara, dirección, producción, sonido. Pocos lo hacen en guion o investigación. Y mucho menos en esa cantera inagotable de fuentes y de temas que constituyen los archivos fílmicos, en imagen y en papel. Necesitamos el aporte interdisciplinario de profesionales en Bibliotecología, Historia, Cine y áreas técnicas conexas: Ingeniería Química, Comunicación, Antropología, etc., a quienes las universidades deberían dotar de las destrezas para explorar archivos audiovisuales. También, es necesario proveerles de destrezas para procesar, catalogar, sistematizar, documentar, investigar en fuentes aún no acotadas del cine nacional, de los siglos XX y XXI que se custodian en nuestra Cinemateca.
El procesamiento del material es un trabajo técnico. Podemos vanagloriarnos de la tecnología más alta pero si no cuidamos el procesamiento del material, su catalogación, registro, inventario, el uso de descriptores pertinentes y consensuados a nivel nacional e internacional, no habremos hecho mucho. Se dificultarían las búsquedas en este tipo de archivo.
Conservar las imágenes filmadas en un país sin industria es un reto difícil. Implica esfuerzos diversos, públicos y privados, nacionales y extranjeros, multidisciplinarios que, afortunadamente, ya empiezan a ocurrir en el Ecuador.
Emprender estos esfuerzos es, al menos hoy, una preocupación dentro de la política estatal para precautelar y consolidar la competencia de la Cinemateca Nacional de la CCE en cuanto a la preservación a largo plazo de las imágenes filmadas y a la difusión del patrimonio fílmico del país que incluye, como ahora, procesos de digitalización pertinentes.
Implementaremos estos procesos a inicios de 2015, para aportar con una Cinemateca digital de varias centenas de títulos contextualizados y documentados. Es decir, aprovechar al máximo el gran archivo de la Cinemateca y ponerlo en línea, archivo que contiene más de cuatro mil registros en imagen y diez mil unidades de papel, recogidos desde 1901 hasta el presente.
La labor de la Cinemateca Nacional del Ecuador seguirá incidiendo, junto con la de otros gestores culturales, para que el acervo cinematográfico y su memoria filmada se posicionen como un derecho de los ciudadanos y ciudadanas. Investigaciones, publicaciones, proyecciones, archivos temáticos y catálogos han sido su aporte al proceso de recuperación de la memoria del cine y el audiovisual ecuatoriano. La Cinemateca, durante más de 30 años, ha provisto al país de filmaciones actuales y remotas, con temas controvertidos y/o vigentes; desde los más elaborados hasta los más simples o ingenuos. Ha realizado una seria sistematización de las imágenes en movimiento y maneja materiales muy frágiles. Por ello, defiende la importancia histórica y documental de sus acervos y batalla para que se legisle un Depósito Legal que precautele, con todo resguardo, un patrimonio invaluable que tiende a desvanecerse, si no se actúa sobre él.
En la coyuntura, la producción cinematográfica tiene apoyo oficial. Eso significa que, como nunca antes, existe un cine ecuatoriano visible en el siglo XXI y que merece conservarse. Porque, ¿qué pasaría si en los años siguientes no encontramos el rastro de películas cercanas como Qué tan lejos que fue muy vista y premiada? ¿Acaso olvidaríamos preservar una copia para las futuras generaciones?
El siglo XXI nos exige, entonces, apoyar no solo la producción cinematográfica, lo que se lleva a cabo bajo un modelo exitoso y de renovación. En los últimos años se han apoyado centenas de proyectos cinematográficos. Sin embargo, el reto es apoyar también la preservación a largo plazo para resguardar y multiplicar la memoria audiovisual del país. Así seremos millones los dispuestos a defender este tipo de prácticas y este tipo de accesos a la memoria. Si no encontramos soluciones compartidas, las futuras generaciones no tendrán ni rastro de las imágenes del siglo XX y XXI. Constarán solo las de países poderosos.
Revertir aquello es, para el Ecuador actual, también un reto de soberanía. Cinemateca Nacional hace un llamado entonces a cineastas y políticos, a científicos y ciudadanos, a la población, en general, para construir una conciencia sobre la preservación a largo plazo del patrimonio fílmico y audiovisual. Para que nuestros hijos y nietos puedan mirar hacia los siglos de sus abuelos, una mirada hacia atrás, como una forma de combatir el olvido y la pobreza. Porque solo un pueblo con memoria sobrevive.
Notas:
* Patrimonio audiovisual es un genérico que abarca todas las tecnologías inventadas para capturar imágenes y sonidos que aparecieron luego del cine, el fonógrafo y la fotografía iniciales. El audiovisual engloba, por tanto, desde lo más primitivo hasta lo más sofisticado, amplio espectro en el que la variedad se vuelve inconmensurable.