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De las palabras a los hechos

Ismos

Ismos
09 de febrero de 2015 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

En nuestra vida cotidiana estamos rodeados de –ismos. El sufijo –ismo es seguramente uno de los más usados en nuestra lengua, pues nos sirve para referirnos a doctrinas, creencias, corrientes, teorías, dolencias, actitudes, prácticas, hábitos, pertenencias, aficiones, condiciones, etc. Todo lo que es importante (o parece serlo) llega a contar en algún momento con su –ismo. De hecho, este sufijo nos sirve para formar palabras nuevas, por ejemplo, aquellas que han surgido de apellidos de líderes políticos: alfarismo, bolivarismo, velasquismo, castrismo, chavismo, etc.

 

Los –ismos se forman sobre todo a partir de adjetivos y sustantivos, por ejemplo: romanticismo (romántico), sensacionalismo (sensacional), tabaquismo (tabaco), capitalismo (capital). Además, pueden tener como base pronombres (laísmo, queísmo), verbos (dirigismo, entreguismo) o, como afirma la Gramática de la RAE, grupos nominales reducidos a sustantivos (cortoplacismo, librecambismo). Los –ismos están muy ligados a los adjetivos terminados en –ista (comunismo/comunista), aunque no derivan de estos. A continuación veremos cómo podemos formar un –ismo, en caso de que necesitemos poner nombre a nuestras doctrinas, costumbres o particularidades.

 

En primer lugar, la mayoría de –ismos derivan de adjetivos terminados en –ico o –ivo, por ejemplo: anacronismo (anacrónico), activismo (activo). Para formar estos –ismos es necesario reemplazar los sufijos –ico e –ivo por –ismo. También están aquellos –ismos que derivan de palabras terminadas en vocal. En este caso, se suele eliminar la última vocal (que no pertenece a la raíz de la palabra) y reemplazarla por el sufijo. Por ejemplo: patriotismo (patriota), autoritarismo (autoritario), vanguardismo (vanguardia) o bilingüismo (bilingüe). Si la raíz de la palabra termina en –c, esta deberá reemplazarse por –qu, como en el caso de franquismo (Franco) o tabaquismo (tabaco).

 

Cuando la palabra termina en consonante, generalmente solo se le agrega el sufijo. Por ejemplo: humorismo (humor), marxismo (Marx), darwinismo (Darwin). Si derivan de nombres propios, como en los dos últimos ejemplos, los –ismos deben escribirse con minúscula, pues son sustantivos comunes. Cuando los –ismos se refieren a períodos históricos o culturales importantes, se escriben con mayúscula, como el caso de Romanticismo (sin embargo, cuando este se refiere a “sentimentalidad excesiva” (RAE), se escribe con minúscula).

 

Si formamos –ismos derivados de monosílabos terminados en vocal o de palabras terminadas en un hiato vocálico, la letra –í se debe tildar, pues necesariamente se forma un hiato. Esto sucede en palabras como leísmo (le), queísmo (que) o ateísmo (ateo). También hay que considerar que no se tildará la –i cuando se forma el diptongo –ui, como en el caso de altruismo o quichuismo.

 

Para terminar, recordemos que si el –ismo deriva de una palabra aguda, este será grave (como todos los –ismos) y, por lo tanto, no debe llevar tilde, por ejemplo, expresionismo (expresión) o excursionismo (excursión). Con estas breves pautas, seguramente ya estará preparado para crear su propio –ismo. Inténtelo, siempre es divertido jugar con las palabras.

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