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Intelectuales ecuatorianos: pensamiento e identidad propia
¿Qué impacto tuvo la Guerra Civil Española en los intelectuales ecuatorianos, entre julio de 1936 y abril de 1939, momento en el que se debatía en el campo bélico el destino republicano o monárquico de España? Niall Binns, escritor inglés de origen escocés, propone Ecuador y la Guerra Civil Española. La voz de los intelectuales el primer volumen de la colección Hispanoamérica y la guerra civil, en el que reúne la producción intelectual hispanoamericana de la época en relación con la Guerra Civil. Entre los nombres que se revelan en esta investigación, destacan Demetrio Aguilera Malta, Manuel Agustín Aguirre, Hugo Alemán, Raúl Andrade, Alfredo Pareja Diezcanseco, Pedro Jorge Vera, Aurora Estrada y Ayala, Abel Romero Castillo y Nela Martínez, entre otros.
En ese momento de la investigación e incontenibles lecturas me encontré con Diario EL TELÉGRAFO, el más
fascinante de los años treinta. Personalmente, lo considero así porque tenía una página literaria que era realmente extraordinaria, por ello en mi libro dedico varias páginas a rescatar estos archivos hemerográficos¿Por qué surge su interés por contar la Guerra Civil Española y la incidencia que tuvo en los intelectuales de la región, particularmente en los ecuatorianos?
Desde que tenía 20 años me surgió una fascinación por la Guerra Civil Española y, sobre todo, cómo este hecho traumatizó a los intelectuales de todas partes del mundo. Llegué a España leyendo a George Orwell y Ernest Hemingway quienes vivieron y escribieron sobre la Guerra Civil. A partir de esto, empecé a leer a Pablo Neruda, y considero que fue el primer escritor con el que me inicié en las lecturas en lengua española. Después, comencé a escribir un libro que fue publicado en 2004 titulado La llamada de España. Escritores extranjeros en la guerra civil y, mientras preparaba este libro, me encontré en Madrid con un par de textos del escritor ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta, quien me llevó a interesarme por la literatura ecuatoriana, así que empecé a indagar en la vida e historia de este autor, descubriendo que gracias a una beca académica concedida por el Ministerio de Educación Socialista, pudo viajar a España y llegó justo en las semanas en que estallaba la guerra en ese país. Demetrio Aguilera Malta tenía previsto estudiar en Salamanca, pero, por fuerza mayor, se quedó en Madrid, y es ahí cuando escribió una novela que hablaba sobre el conflicto social y político que se desarrollaba en esta zona, en la que hubo bombardeos, violencia, muerte y mucho dolor.
¿Fue allí cuando decidió iniciar con este trabajo recopilatorio?
Luego de encontrarme con este escenario y contexto literario, decidí presentar un proyecto a la Unicef para viajar a Ecuador e investigar más detalladamente en los diarios, revistas y demás tipo de archivos almacenados en las bibliotecas y hemerotecas de este país.
¿Qué tipo de material bibliográfico pudo encontrar en el país?
En ese momento de la investigación e incontenibles lecturas me encontré con Diario EL TELÉGRAFO, el más fascinante de los años treinta. Personalmente, lo considero así porque tenía una página literaria que era realmente extraordinaria, por ello en mi libro dedico varias páginas a rescatar estos archivos hemerográficos.
¿Qué se escribía en esa página literaria de EL TELÉGRAFO?
Esta página se publicaba una vez por semana y, una de las figuras que le daba vida, era Abel Romeo Castillo, un destacado intelectual de la época que estaba muy vinculado al Diario durante esa década, sobre todo, en los primeros meses de 1937 bajo el contexto de la dictadura de Federico Páez. En esa página empiezan a publicar textos quienes se conocerían luego como los intelectuales más grandes y destacados del Ecuador. Muchos de ellos escribieron sobre el sentido y valor de la República, como estadio político de derecho a propósito de lo que sucedía también en España.
¿A parte de Abel Romeo Castillo, qué otros intelectuales marcaron el rumbo de la investigación?
Sin duda, Pablo Palacio y su discurso En nombre del pensamiento y la cultura nacionales, uno de sus últimos textos en los que se realiza un homenaje a la España Republicana, publicado en 1938. Gonzalo Escudero fue otra de las figuras ecuatorianas que se pronunciaron ante esta situación histórico-política dándole a sus discursos un espíritu político fuerte. Nela Martínez fue también una figura que sobresalió ante la calamitosa situación del país Ibérico. Tengo conocimiento que hace poco se publicó un epistolario entre Nela Martínez y Joaquín Gallegos Lara, ahí se puede ver la pasión e intensidad con la que estos intelectuales hablaban sobre el posible futuro de España y las repercusiones que esto tendría para el Ecuador.
¿Se puede atribuir a este proceso de construcción republicana en España la movilización fervorosa y emergente de intelectuales hispanoamericanos que empiezan a ver en el país ibérico un reflejo de lo que puede suceder en Latinoamérica?
Es precisamente lo que dicen los intelectuales, que España es un espejo social en el que puede reflejarse el inminente futuro de las naciones hispanoamericanas y, de paso, sirve como advertencia para quienes estaban en el poder en los diversos países de América Latina. Era como decirles: “Mucho cuidado con lo que les puede pasar a consecuencia de un exceso de explotación de los sectores menos privilegiados”.
¿Por qué los intelectuales retomaron la figura de la “Madre Patria”?
Es curioso, porque unos años antes de la década de los treinta ningún intelectual progresista del Ecuador habría hablado de la Madre España, pero retoman nuevamente esa imagen que devela, por un lado, una relación fraternal con España y, por otro, se visibilizan intereses políticos de unos sectores tradicionalistas, católicos y muy hispanófilos de la vieja España que empezaban a desangrarse y requieren revitalizarse con urgencia.
¿En qué se diferencia Ecuador y la guerra civil española, de otros libros suyos que abordan la misma temática, como La llamada de España. Escritores extranjeros en la guerra civil y la antología Voluntarios con gafas. Escritores extranjeros en la guerra civil española?
El libro de ahora es una cosa más específica, además de que es el primero de una colección de cuatro. En este primer tomo, dedicado a Ecuador, trato de profundizar un momento muy específico de la historia ecuatoriana que se vincula con procesos que están pasando entre los intelectuales del Reino Unido, Francia, España, Estados Unidos, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos, en la muy difícil década de los años treinta, en la que se dio un proceso de politización intelectual.
Este es el momento cuando el intelectual se convierte en un personaje público y empieza a participar en la política. Este fue un periodo en el que estos pensadores reflexionan sobre sus deberes y creen en la capacidad de transformar la sociedad.
¿Se puede hablar de la germinación de un pensamiento a nivel regional, luego de analizar las condiciones intelectuales de la década de los treinta?
Los años treinta fueron una década gloriosa para las letras ecuatorianas. A partir de la llegada del Grupo de Guayaquil en 1930, reluce esa potente literatura ecuatoriana, como es el caso de Jorge Carrera Andrade quien, a finales de los años veinte, llega a París donde se encuentra con sus amigos latinoamericanos y empieza a proclamar al mundo que esta región tiene grandes escritores. Asimismo, el libro Los que se van, de Joaquín Gallegos Lara, llega a esa época como una literatura verdadera que habla de la realidad ecuatoriana, así como las obras de Jorge Icaza. Jorge Carrera Andrade, Gonzalo Escudero y otros escritores en esa época se fueron consolidando como figuras internacionales.
Por otra parte, se observa una especie de red antifascista que empieza a generarse desde la literatura y, es precisamente en la página literaria de EL TELÉGRAFO, donde aparecen textos de Pablo Neruda, Gabriela Mistral y otros literatos que comienzan a pronunciarse ante este contexto político que genera revuelo a nivel mundial. Hay que destacar que este tipo de pronunciamiento de los intelectuales generó una especie de fortalecimiento de una identidad literaria propia para el Ecuador.
¿Cómo fue el diálogo que tuvieron los intelectuales de España con las voces ecuatorianos que empezaban a pronunciarse?
Los intelectuales de ambos países se sentían hermanados con la situación de esa España adolorida. Abel Romeo Castillo estuvo muy cerca de esta etapa histórica, pues tuvo la oportunidad de doctorase en España y, allí, a mediados de los años treinta, conoció personalmente a Federico García Lorca y mantuvieron una relación epistolar mínima, pero importante.
Cuando Castillo regresa al Ecuador en 1933, publica en la página literaria de EL TELÉGRAFO el Romancero Gitano de García Lorca y luego empieza a escribir sus propios romanceros sobre Guayaquil. La respuesta de algunos escritores de la época fue catalogar este tipo de escritura como poesía reaccionaria. Tres años más tarde muere García Lorca en manos del fascismo y el impacto de su muerte y de su obra literaria alertó a los intelectuales del mundo sobre lo que estaba sucediendo.
¿De qué manera su trabajo apunta a la construcción de una memoria histórica?
Considero que esta colección de libros forman un horizonte claro en ese proceso de recuperación de la memoria histórica de cada país y grupo social que ha sufrido episodios de guerra y violencia, y su repercusión en el resto de naciones hispanoamericanos.
Además, los textos son un homenaje a un momento específico en el que se germinan relaciones fraternales y sanas entre España y Ecuador en ese intento de construir la República en el país ibérico, pero que quedó trunco con la incursión violenta de Franco y su proyecto de seguir con esa perspectiva imperialista.