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Lectura
El desencanto en ‘El amor desenterrado’ de Jorge Enrique Adoum
La caridad bien entendida comienza por uno mismo.
Adrian de Montluc
En este texto me aproximaré, brevemente, al desencanto que manifiesta Jorge Enrique Adoum cuando retorna su mirada al amor original en fragmentos de su obra El amor desenterrado(1). Para ello buscaré reconocer cómo el autor realiza su poesía con un ‘yo’ lírico que premeditadamente invalida la felicidad frente a la civilización moderna. Me serviré de los textos El Sentido y los sentidos en la oralidad, de Patrick Johansson, Filosofía andina, de Josef Estermann, Paratextualidad y Palimpsesto: Presencia/ausencia de lo indígena en la poesía viva de Jorge Enrique Adoum y Julio Pazos Barrera, de Pablo A. Martínez, y El desencanto del humanismo moderno (reflexiones sobre la identidad contemporánea), de Fernando Barcena, a propósito del hombre, el humanismo y la modernidad.
En la poesía de Jorge Enrique Adoum se establece un desencanto: el dolor ironizado o el sarcasmo que sobrelleva el poeta en El amor desenterrado. La isotopía (temática clave) del poema está marcada por la frustración que Adoum configura literariamente cuando se enfrenta a las ruinas de un amor milenario(2). Asimismo, esto se da cuando se conduele por ellas y se sabe extraño ante la reliquia doblemente humana (dos esqueletos vinculados por la eternidad) de un pasado espléndido observado desde un presente plagado de incertidumbre.
Así como en casi toda la obra poética de Jorge Enrique Adoum, en el poema en cuestión se puede entrever una suerte de sonrisa amarga, marcada por la ironía y una excesiva lucidez que atraviesa su inventiva literaria. Esta le permite sostener una mirada lírica ‘padecida’ por él en la modernidad —como primer plano—; luego ‘meditada’ —en el limbo del intelecto que no tiene espacio ni tiempo—; y ‘subvertida’ al fin como crítica vigorosa:
Entendámonos:
vivo en un mundo de viejas con sombrero en automóviles sucesivos,
mientras al que espera el autobús a la lluvia otros empujan,
vivo cerca de un ciego que va con su perro a la carnicería,
soy tributante y ciudadano, estoy gastado
y eso se ve en la fatiga con que entran mis ojos cada día en mis zapatos […] (3)
Su literatura o palabra entendida desde el fenómeno verbal denuncia, desde lo concreto, un viaje que implica la conceptualización (constituye metáfora y luego paradoja) de lo sublime.
Acude a esa primaria noción que manifiesta Octavio Paz en El arco y la lira al interior del texto de Johansson: “El hombre es un ser de palabra”(4). Dicha palabra busca conocer, develar conceptos y definirse en el espacio cultural como un acto de amor sobre otro con el objeto de aquilatar su in-manencia o per-manencia.
La palabra en la literatura de Adoum refiere, objetivamente, al mundo, en ella el discurso o ‘el decir’ muere en lo dicho pero vuelve a vivir en ‘el sentir’ de lo que se asume. Y si bien en ella prima la lógica y la racionalidad del “cuestionamiento reflexivo”, la duda —a expensas de una bien labrada sensibilidad—, su con-texto sería “un marco general en el que se inscribiría [un] texto [aciago, triste, des-esperanzador que opera y empuja a actuar]” (Johansson, 1999, p. 4-11):
[…] vivo en una época de píldoras para dormir y adelgazar, para tranquilizarse y
morir a domicilio,
de plásticos y de pieles, de corbatas y conservas
y de una basura mundial que vaga de ola en ola en ola errante,
época en que se puede morir del corazón sin haber amado
y en que ya nadie muere amando en la literatura,
época de maridos como policías, puntuales como cobradores (Adoum, 1993, 33).
En el tejido de El amor desenterrado vemos que la ‘razón’ es una ‘invención’ occidental cuasi divina —hay una contradicción aquí—. La modernidad es deconstruida en la posmodernidad como “racionalidad instrumental” pero también como sensación circundante. A dicha razón/ sentimiento debemos comprender como un ‘diálogo’ en el que no es sencillo establecer un “inicio puro y absoluto”(5):
Y como hubo un tiempo en que no había palabras
vendrá un tiempo en que no habrá palabras:
nos quedarán sólo letras de mano, fonemas de saliva
y una lenta sintaxis para ordenar los miembros
que los demás asuntos desordenan,
por ejemplo la libertad de estar por las piernas a otro encadenado
o retener entre las piernas al que podría liberarse para ir a rodar
bo-cabajo en el sueño (Adoum, 1993, 22).
La concepción poemática revela un conflicto identitario que se resuelve con una acusación contundente y que inmiscuye al lector sin piedad. Su testimonio ilumina desde la voz del centro-urbano-mestizo-exiliado, pero ciudadano ultra comprometido con la realidad de su país y desde la línea de su sangre andina —a pesar de que, como se sabe, Adoum tenía sangre libanesa, su corazón y su tierra natales eran o son más ecuatorianos.
En su texto, la filosofía occidental apunta hacia el conocimiento, a un tipo de “realidad representada” como símbolo (Estermann, 1998, p. 90). En cuanto a lo simbólico, el poeta permite que el ‘concepto’ sustituya a la ‘realidad’ en una metáfora que conduce a la diástasis (bifurcación) o a la sustancia que manifiesta los dualismos entre sujeto/ objeto, realidad/ apariencia, verdad/ falsedad, exterior/ interior, temporalidad/ eternidad en co-presencias demasiado sensibles (Estermann, 1998, p. 92-95):
Yo nunca había amado a una paleoindia/ (entonces era difícil y ahora es demasiado tarde,/ siempre es demasiado tarde, porque sí o por destino,/ cuando nos damos cuenta de que moriremos viejos/ porque no fuimos amados por los dioses)/ y, sin embargo,/ hoy es como si la hubiera querido diez años antes del diluvio/ y quisiera escucharle de cuerpo entero esas palabras/ que en la gramática de la anatomía se dicen desnudos y acostados,/ volviendo cotidiano lo imposible, desarreglando reglas/ a fin de que dos puedan morir uno dentro de otro,/ haciendo angosta la cópula para que la tumba ocupe poco espacio,/ y no como morimos los demás, los todos que morimos solos/ como si nos acostáramos largamente a masturbarnos (Adoum, 1993, 20).
No coincido con Pablo A. Martínez cuando se refiere al mismo fragmento tildándolo de un “proyecto artístico-poético” en el que Adoum abordaría “metafóricamente las facetas más intensas del amor […] en busca de un incierto sentido metafísico de la vida humana”.(6) Me parece una mirada ambigua o sin fundamento expositivo específico esa visión acerca del texto mencionado.
La racionalidad occidental de Adoum entiende a la celebración andina desde la plenitud de la magia, en el fetiche y en el pre-concepto —la intuición—. El mito en que se funda su argumentación poética es la “diástasis gnoseológica del sujeto y [el] objeto” que posibilita la tesis y la antítesis, lo sagrado y lo profano, lo inteligible y lo racional.
En su poesía prima la palabra categórica o el concepto como resultado del ‘ser’ y del ‘inteligir’ en una re-duplicación de la realidad que abre al lector múltiples dimensiones de entendimiento y goce estético. El arjé (la fuente que da inicio al todo) en ‘El amor desenterrado’ es ‘substancia’ conceptual pero también corazón des-hecho literalmente (Ibídem):
Echado a perder por los siglos de mi época y los años de mi culpa/ ¿debo imaginar encuentros de una inocencia clandestina/ contra propietarios de mujeres antes que de ganado,/ o una conspiración de ángeles jóvenes contra hechiceros, caciques, policías?/ o en la geometría de la pasión ¿sólo una lujuria marginal y loca/ (porque antes de nosotros la cópula era secreta)/ y en lugar de la lenta y torpe carpintería conyugal de apuntalamiento/ (cuando uno se desviste y por vez primera se observa/ cada noche en la piel la vejez que envejece/ para amanecer a la decrepitud del día),/ caricias borrascosas para ganarle tiempo al orden?/ (y la venganza de esa unión viene durando/ más que el orden que los mató y que este otro orden / que nos mata todavía)/ ¿o era ya subversiva la ternura? ¿era ya ahora,/ desde siempre como siempre,/ siempre contra el amor la tribu/ (y nosotros formando parte de la tribu)/ porque siempre la pareja es minoría? (Adoum, 1993, 17)
En la racionalidad que se aplica a esta poesía prevalecen la entidad y la vista (agudo sentido abarcador). Se entiende en tal racionalidad al hombre separado de su comunidad (como individuo autónomo). Un hombre des-naturalizado y una naturaleza que se des-humaniza, a su vez: el clímax del ‘dualismo cartesiano’. El pensamiento se eleva al carácter de la razón. La ‘ciencia’ reemplaza a la ‘religión’, la ‘ética’ y la ‘estética’ (de mirada positivista).
Aunque ya en la aplicación de una filosofía posmoderna el poeta reivindica otros modelos que permiten acceder a la celebración o al mito mediante la pulsión precisa de su sentimiento (Estermann, 1998, p. 96-103): Jorgenrique Adoum reconoce lo mítico a partir de la re-creación poética del develamiento en Los amantes de Sumpa: dos esqueletos unidos por la eternidad desde hace nueve mil años y descubiertos en la Península de Santa Elena.
Adoum es un ciudadano más (con la diferencia briosa de su oficio escritural) que atestigua un hecho sorprendente (paradójico, por el azar del hallazgo arqueológico de los amantes, e irónico por el lugar al que podría devolverse dicho hallazgo: la basura). Su poesía, a pesar de pertenecer a Occidente, cuestiona a la filosofía occidental en la que es factible el desconocimiento del mito o su violación (Estermann, 1998, 106). En ese contexto, Adoum nos presenta su mirada crítica, cuando sopesa la modernidad versus el pasado originario:
Por esa perennidad del cuerpo, perennidad del acto,/ ¿era ya el amor que desaprendimos con el tiempo y que hoy ya no es o no es/ todavía?/ ¿qué pasó entre el amor y nosotros, qué río agrio o fuego frío?/ ¿se era entonces hombre y mujer para ser ser completo / cuando aun no era cacería la pareja?/ ¿se escogía (“quiero morir contigo”) a la persona/ con la que uno iba a vivir toda la muerte,/ náufragos intrusos en el subsuelo para ver desde abajo/ cómo anda el pobrecito amor fugaz en el país de arriba,/ y quedarse así embisagrados,/ oyéndose para siempre el último parpadeo,/ viéndose para siempre el último latido,/ condenados a morir a amor lento/ sin los tristes despueses del desacoplamiento? (Adoum, 1993, 15)
El poema de Jorge Enrique Adoum re-cae en la filosofía occidental que divide a la realidad. Sus campos constituyen ámbitos equidistantes (Platón, Aristóteles) y producen esa diástasis entre física-metafísica o sujeto-objeto que reincide en un “sentido occidental de theoreia o visio”(7). El poeta, en su obra, abre una puerta a la desolación —imposible catalogar su senti-miento, llama-miento—, al desencanto del testigo que se siente ineficaz frente al amor original banalizado por una época ignominiosa, que todo lo sojuzga, que todo lo vulnera:
Pero no hay peligro de que cambiemos:/ los restos de lo que fueron nalgas sagradas y sacrílegas/ están de nuevo sepultados bajo una basura traída por visitantes y curiosos,/ y donde admiramos el antiguo monumento de hueso a la carne/ hay arañas y cucarachas pegajosas de hoy arrastradas por las inundaciones,/ y en torno a la tumba, en vez de sábanas,/ papeles de sandwichs, botellas de cerveza, escupitajos, chicle/ –es posible que pronto venga también un perro y confunda/ los escombros de esta batalla de esponsales/ con las restos de un festín ritual cuyos huesos/ los comensales hubieran escupido al suelo–,/ para que no olvidemos que esto somos y en esto nos convertiremos./ O sea que mañana volveremos a ser nosotros mismos:/ otra vez ciudadanos,/ contribuyentes, pornográficos/ pragmáticos,/ escépticos./ Difuntos (Adoum, 1993, 34).
Como conclusión afirmo que Adoum se refiere a la época que le concernió vivir desde su subsuelo desencantado. Al poeta no se lo puede asumir desde una posición elevada “sino desde la posición del hombre que vive en el lodo, de aquel al que le duele el mundo, de aquel que [no] guarda silencio y crea por medio del arte cuando los conceptos se han vuelto inútiles para dar razón de un sin-sentido.(8)”
Adoum se adentra en lo humano-moderno cuando con su poema ‘El amor desenterrado’ apela al otro e intenta “cuidar mejor de la existencia de los otros hombres. Y como no es ingenuo, sabe que existen el drama y la tragedia porque sabe que existen el dolor y la muerte” (Barcena, 2001, 17).
Adoum inicia y reinicia un universo literario a pesar de su “falsa inutilidad” que premeditadamente inventa. Su palabra involucra fuertemente al lector, lo inunda y por eso actúa, inter-actúa. El suyo es un ejercicio de re-instalación de la memoria originaria, original. En su voz poética el pasado y el amor se confunden y se refunden en una perspicaz visión del presente. Adoum, más allá de sí mismo y del uso de su voz, nace y renace en el acto de su palabra poética viva.
Notas:
1.- Adoum, Jorge Enrique. (1993). El amor desenterrado y otros poemas. Quito: El Conejo.
2.- La cita que el poeta recoge de los periódicos (cuyo objeto es brindar los créditos necesarios frente al gran descubrimiento) y que le sirve como motivo esencial para su poema reza: “La Dra. Karen E. Stothert, profesora en la Universidad de Fordham, en Bronx, Nueva York, acompañada de Paula Rogasner, de la Universidad de Guayaquil, y de Eugenia Rodríguez, Marcelo Villalba e Iván Cruz, de la Universidad Católica de Quito, con los auspicios del Museo Arqueológico del Banco Central del Ecuador, descubrió en la Península de Santa Elena, provincia del Guayas, un cementerio paleoindio —el más antiguo del Ecuador y uno de los primeros de América (8.000 a. C.) con varias clases de entierros y de ofrendas—. Un excepcional hallazgo fue el de los llamados “amantes de Sumpa”: dos esqueletos ligados en actitud amorosa sobre los cuales se han colocado algunas piedras, al parecer después de su muerte.” Ya querría alguien haber escrito un poema más potente que este sobre tal tema_—existe un esfuerzo importante, el de Iván Carvajal en su obra Los amantes de Sumpa, Colección Vivavida. Ediciones Alfonso Chávez Jara, Quito, Ecuador, 1983—.
3.- Adoum, Jorge Enrique. (1993). El amor desenterrado y otros poemas (2ª ed).Quito: El Conejo. p. 33.
4.- Johansson, Patrick, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, El sentido y los sentidos en la oralidad náhuatl prehispánica. Recuperado de www.iifl.unam.mx/html-docs/acta-poetica/26-1-2/515.pdf
5.- Estermann, Josef. (1998). Capítulo 4 ‘La racionalidad andina’ en Filosofía andina (estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina). Quito: Abya-Yala. p. 85-110.
6.- Véase Martínez,Pablo A.(1997). ‘Paratextualidad y Palimpsesto: Presencia/ausencia de lo indígena en la poesía viva de Jorge Enrique Adoum y Julio Pazos Barrera’, en Kipus, Revista Andina de Letras 7/1997/UASB-Ecuador/Corporación Editora Nacional, p. 50.
7.- Estermann, Josef. (1998). Capítulo 6 ‘Pachasofía: cosmología andina’ en Filosofía andina (estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina), Quito: Abya-Yala. p. 139-192.
8.- Barcena, Fernando. (2001). ‘El desencanto del humanismo moderno (reflexiones sobre la identidad contemporánea)’, en: Aldea Mundo: Revista sobre Fronteras e Integración, Universidad de los Andes, Año 5, Nº 10, Mérida. p.6.