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“El artista debe estar vivo en el escenario, y demostrarlo”

Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
15 de junio de 2015 - 00:00 - Redacción cartóNPiedra

En 2004 Fabrice Champion, reconocido acróbata francés, tuvo un accidente durante una práctica: chocó con otro compañero, en el aire, y tuvo que ingresar de urgencia al hospital. Producto del accidente, Champion quedó en estado tetrapléjico, pero continuó su labor en el circo contemporáneo, en su compañía, desde su posición y experiencia. Esa época, en la que Fabrice se sometió a terapia, en la que seguía brindando enseñanzas a sus compañeros, quedó consignada en el documental Acrobates, de Olivier Meyrou, amigo de Champion. En esta obra, se mostraba el esfuerzo del acróbata por volver a volar, pero, al mismo tiempo, su convicción de estar vivo, sobre todo.

 

En 2007, luego de una iniciación chamánica en Perú, Fabrice Champion fue encontrado muerto en su tienda. Esto ocurrió en noviembre. Para el año siguiente, sus compañeros de Les Arts Sauts estrenaron Acrobates —homónimo del documental—, un espectáculo en homenaje a Fabrice, para agradecerle sus enseñanzas y celebrar su espíritu, además de contar su historia.

 

Matías Pilet y Alexander Fournier, acróbatas bajo la dirección de Olivier Meyrou y Stéphane Ricordel, llegaron a nuestro país para presentar este espectáculo. En una charla con CARTÓN PIEDRA, Olivier y Matías nos contaron sobre su trabajo, la naturaleza y las motivaciones de este, y su relación con el recuerdo de Fabrice.

 

Su espectáculo ha sido clasificado como ‘circo contemporáneo’. ¿En qué consiste este?

 

Olivier Meyrou: El circo contemporáneo tiene que ver con todo lo que no es tradicional. No es necesario que haya un número ni un presentador del espectáculo ni animales en escena. Y tampoco es necesario que sea solo un show para divertirse. Nosotros abordamos temas como el sentido de la vida, con un toque de teatro. Para mí, esas son las diferencias entre el circo tradicional y el contemporáneo.

 

Matías Pilet: El circo contemporáneo alza el vuelo porque se despega de lo tradicional en muchas cosas, aunque utiliza otras. Usamos técnicas tradicionales, como malabares, telas, trapecio, y esas técnicas las usamos al servicio de un espectáculo y no de un número que cuenta algo. También, la dramaturgia en el circo tradicional es la misma: siempre a una historia que empieza por algo que parece fácil para terminar con algo que parece difícil, mientras que el circo contemporáneo salió de esta dramaturgia, para desarrollar una historia, con emociones, un espectáculo en general. También desarrollamos movimientos como acrobacias precisas, búsquedas que necesitan tiempo para darse

 

O: La hazaña como tal sí existe en el circo contemporáneo, pero está supeditada a la historia, como un movimiento que libera, creo. Nuestra acrobacia es distinta porque no depende del suspenso del tambor, por ejemplo, o de otros elementos que le brinden como una apertura.

 

Ustedes proponen una reflexión sobre una historia que está conjugada con las acrobacias.

 

O: Todo lo que hacemos parte de un movimiento acrobático, pero después buscamos el motivo de por qué hacía cada acróbata cada cosa, pero no desde el punto de vista de un discurso, de un análisis ni de la sicoterapia. Todo tiene que ver con la condición humana expresada a través de un movimiento acrobático.

 

M: Esto puede decirse dentro de la especificidad del circo contemporáneo pero también de nuestro espectáculo, a lo que nos aportó Fabrice, quien nos abrió un poco a ese tipo de reflexión: él era acróbata, y después del accidente se dio cuenta de que aún hacía acrobacias, pues esta es una manera de ver el mundo. De ahí empezamos a preguntarnos qué era ser acróbata, cómo un acróbata ve cosas simples como escaleras, a diferencia de aquel que no practica acrobacias.

 

La acrobacia también revela algo de quien la practica, así que ningún acróbata podrá decirte que esto es algo que hace solo porque le gusta. No es algo común tirarse al suelo, hacer un trabajo que duele o asusta, en el que podrías resultar lastimado —como le sucedió a Fabrice—, así que si lo llevamos a cabo es para superar algo personal, pero ese algo es diferente en cada persona. Para mí la acrobacia es una forma de sacar cosas que tenía en mí, aunque no lo supiera. La acrobacia revela interioridades.

 

O: Imagina que estás en un café y miras a la gente, a una ancianita que tiembla, y de ella conoces cosas sin que medie una palabra. O que ves a un hombre calvo, que está muy rígido. Al observar, puedes aprender mucho de la gente, y eso es lo que tratamos de mostrar en la acrobacia, hablar sin palabras. Más aún cuando nosotros flirteamos con las ideas de peligro y fatiga, lo que revela muchas cosas.

 

Uno descubre muchas cosas de la gente sin que haya palabras, porque al final, la palabra no es más que una pose, una máscara, pero cuando trabajamos sin esta, le mostramos al público un cuerpo que va fatigándose, que va mostrando otras cuestiones interiores. De lo que presencie nuestro espectador será de lo que hable: de nuestras dificultades, destrezas, falencias y momentos de gozo. Y es ahí donde se da la posibilidad de descubrir y mostrar nuestra humanidad.

 

Ver un cuerpo que sufre sobre un escenario nos toca porque reconocemos en él a la gente que amamos o a nosotros mismos. Esa es la magia de la acrobacia.

 

Acrobates cuenta con una banda sonora original, ¿quién la compuso y bajo qué criterios?

 

O: Se llama Fracoise Chanfro y fue quien hizo también la música para un documental que hice antes. Esta es una banda que va sobre lo sensorial, que explora sonidos que van desde frecuencias agudas hasta bajos de violonchelo. Son universos muy distintos ambos, el de la acrobacia y la música, pero ambos expresan interioridades.

 

¿Cómo lograron conjugar la música con los movimientos en la obra?

 

O: Hay música y voz. A veces hay un solo con la voz de Fabrice. Una vez, mientras filmábamos el documental, él se puso a repetir algo que nos impresionó muchísimo: “Ya no puedo levantarme del suelo, ya no puedo tener un orgasmo, ya no puedo más, ya no puedo más...”. Esta frase es muy fuerte y con ella jugamos, con su sonoridad, para hacer una banda de seis minutos que suena como ese “no puedo más”. Y con esta banda Matías ejecuta un solo de movimiento.

 

M: Es interesante este trabajo, porque si tomamos en cuenta esos seis minutos que dicen “no puedo más”, nosotros, en el escenario, no lo traducimos, sino que tratamos de expresar lo mismo. Es decir, no exactamente lo mismo que incluso podría ver el público, pues no traducimos, sino que ese sonido debe demostrar qué revela de nosotros como acróbatas, qué toca en nosotros. Fue difícil encontrar esa secuencia y una vez que lo hice, me boté al suelo, pero no porque sintiera la rabia que él sintió cuando lo dijo (Fabrice), sino porque logré sentir mi propia rabia, la misma que ese sonido, frase, revelaba.

 

En otra parte existe un sonido hecho con bolas de ping-pong, y la verdad es que no jugamos a ser las pelotas, pero gracias a ese sonido exacto empezamos a movernos de una manera en la que hemos sido tocados._Eso hacemos en el espectáculo. Entramos en la sensibilidad que nos produce una música o una frase, y así conjugamos la banda sonora con los movimientos.

 

O: Antes de cada espectáculo, charlamos sobre el estado de ánimo general, por ejemplo de cómo se encuentran Matías o Alexandre en ese momento. Entonces, el trabajo previo es filosófico y sicológico más que físico.

 

Hay que entrar verdaderamente en cierto estado en cada espectáculo, y así, cada presentación es única, nunca se repite, cambia de una noche a otra, pues depende del estado de ánimo de quienes lo hacemos.

 

M: Han hablado de homenaje a Fabrice, pero la verdad es que el tributo es seguir haciendo lo que él nos enseñó, más allá de contar su historia, su accidente y su muerte. La idea es mostrarnos en el escenario, revelarnos. Un espectáculo que parece ser el mismo por la forma, cada noche, es abordado distinto cada vez por el estado de ánimo de quienes lo hacemos. Las primeras presentaciones para nosotros fueron muy tristes, pero a la vez muy excitantes porque ejecutar el espectáculo implicaba superar la tristeza de cierto modo. Ahora, 2 años y medio después, no podemos seguir con las mismas emociones que teníamos entonces, no demostramos lo mismo.

 

Hoy podemos contar cómo nos sentimos, precisamente hoy. Y para lograr esa transmisión hay que ser muy sinceros con nosotros mismos, hay que cuestionarse sobre el estado de ánimo: estoy tenso, estoy emocionado, para saber en qué dirección ir durante el espectáculo.

 

O: El objetivo de Fabrice, como artista era demostrar que él estaba vivo sobre el escenario, pues esto no es la televisión, y si el artista no está vivo, pues no sirve.

 

Y es que cuando demostramos que estamos vivos sobre el escenario, hay magia, hay un intercambio muy fuerte con el público._Pero para estar vivo no solo hace falta estar contento u orgulloso de mostrarlo, ni de mostrar lindas emociones. El artista también debe sufrir, mostrar quién es, mostrar su carne, así se conecta con la carne de quien va a verlo. Es algo mágico esto que sucede, mágico realmente.

 

¿Durante cuánto tiempo prepararon este espectáculo?

 

O: Fue algo rápido en realidad. Fabrice murió en noviembre, y para diciembre del año próximo ya lo teníamos montado.

 

M: La creación en el escenario la empezamos realmente en agosto, pues ahí recién contamos con la escenografía._Olivier y Stephane tenían ideas sobre lo que querían contar, pero tuvieron que pasar unos cuantos meses para que pudiésemos empezar a trabajar cosas sencillas y pasar a lo complejo, pues necesitábamos de la escenografía para completar el trabajo. Pero la creación de la obra no acabó con el estreno, sino que la hemos seguido alimentando. Ningún espectáculo está finalizado en el estreno. Hicimos algo que ha ido creciendo, y tenemos que poner atención adónde nos lleva esto. Así continuamos avanzando.

 

O: El trabajo fue rápido, pero porque también contábamos con el trabajo previo de Matías, Alexandre y Fabrice durante los 3 años en que filmamos el documental. Este nos transmitió muchos valores artísticos a la hora de montar el espectáculo.

 

Fabrice estaba discapacitado en su silla, pero desde ella hablaba un montón y hablaba sobre ella. Desde ahí les decía a los jóvenes trapecistas que debían vivir, y la palabra tiene una fuerza inmensa, terrible, más cuando viene de un trapecista que ha tenido un accidente y que habla desde su nostalgia._Una desesperación, pero al mismo tiempo una luz, parecía tocarlo.

 

La muerte de Fabrice es la muerte de un artista. Pero al mismo tiempo, es el nacimiento de otros artistas. Es un ciclo de la vida, de hecho. A través de la historia de tres acróbatas narramos una historia que podría ser la de cualquier persona, la historia del mundo de la acrobacia.

 

Un movimiento de acrobacia se rompió por un accidente, pero Fabrice pudo transmitir su energía a Matías y Alexandre y permitió que ellos se enriquecieran como artistas, y cuando Fabrice murió, ellos recogieron su vuelo. La vida continúa. Esta es una historia trágica, pero también luminosa. Como todo en la vida.

 

¿Utilizaron mucho material del documental para montar el espectáculo?

 

O: Sí, pero tuvimos el problema de que queríamos hacer que Fabrice en el espectáculo estuviese vivo, y él solo estaba ahí a través de las imágenes. Entonces, queríamos dar la sensación de evocación de Fabrice, pero sin dar la impresión de que el espectador va a ver un documental durante el espectáculo, al tiempo que tratamos de dar cuenta de la impresión que causó Fabrice en la vida de Matías y Alexandre.

 

Esta es una obra híbrida, que conjuga teatro, documental, teatro acrobático, algo de circo, y algo de realidad, en cada presentación.

 

¿Hay una relación con la performance? Tengo que la impresión de que ustedes juegan con las emociones del espectador, sobre todo en esta secuencia del “no puedo más”, que es violenta, de hecho.

 

O: Sí, claro que hay de performático en esto. De hecho, la secuencia del “no puedo más” es performance y esta, a su vez, nos dio la idea de nuestro siguiente trabajo, que revela ciertas cosas de la intimidad de Matías.

 

¿Hay algún momento en que las emociones podrían sobrepasar al artista e intervenir en su desempeño en el escenario?

 

M: Depende de cada momento, y de hecho, es lo que trato de hacer. Dejar que mis emociones hablen por mí. Realmente, hay partes que son improvisadas porque están ligadas con lo que siento en cada momento. Son instantes que no están escritos como en una partitura. Mi cuerpo sabe hacer cosas, generalmente sé dónde está el suelo, y sé perfectamente cómo ejecutar cada acrobacia, pero es lo que siento, lo que construye realmente la secuencia de mis movimientos. Trato de cortar la influencia de la mente y dejarme guiar por cómo me siento, aunque eso no signifique que voy a transmitirle todo lo mío al público, ni que este sentirá exactamente lo que yo —pena, tristeza o alegría—. Esto es el encuentro de dos sensibilidades.

 

O: El espectáculo no es la finalidad en sí mismo. Sí, es bello, pero no es la meta. El objetivo de todo esto es crear un vínculo entre el espectador y el intérprete. La idea no es mostrar todas las acrobacias posibles, sino abrir un espacio entre el escenario y el público, donde se dé el acto de compartir voluntariamente.

 

Yo no soy creyente, no creo en Dios, pero sí creo que el escenario es un lugar sagrado sin dogma. Cuando se logra esto, esta conexión, se produce la magia, aunque no sucede siempre.

 

¿En qué están trabajando ahora?

 

M: Cuando estábamos creando la secuencia de “no puedo más”, algo que nos llevó bastante, recordé algo que tenía olvidado completamente. Yo tuve una hermana gemela que murió tres días después de que nacimos. Mi madre me lo contó hace mucho, cuando era pequeño, pero por algún motivo, olvidé eso, lo dejé adentro de mí. A través de la acrobacia, lo recordé.

 

Cuando haces acrobacia, hablas sin saberlo, salen cosas, es un acto revelador de cada persona. Le hablé a Olivier de esto y empezamos a hacer un trabajo sobre esto, sobre mi historia. Hicimos retratos con mi mamá, otro tiempo de indagaciones, y hace 2 años que estamos en esto. Estrenamos en noviembre de este año.

 

O: En el próximo espectáculo vamos a abordar el mundo fetal, a través de la memoria fetal. Corporalmente, a través de los movimientos acrobáticos, vamos a abordar el drama y la historia personal de Matías, que es de donde viene en realidad su historia como acróbata.

 

Al principio nos dimos cuenta de que para este espectáculo no bastaba un solo nacimiento, que debía haber un segundo, para justificar la vida de un hombre de 25 o 30 años que va a renacer en escena durante una hora.

 

Un renacimiento a través del viaje de un hombre adulto a su universo fetal. Este drama es sobre la soledad y sobre esta cuestión de los gemelos. Como él debe enraizarse, renacer desde su cultura mapuche —Matías tiene sangre mapuche—, a través de una danza, de un trance, él está autorizado a revivir cada noche en el escenario._Y será un experimento cada noche, un renacimiento en directo, en el plató, a través del movimiento.

 

¿Cómo se llama la obra?

 

O: Tu. Es una palabra que dice mucho en francés. Es un pronombre, también significa en francés ‘matar’. También significa estar callado.

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