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Blues Moderno II

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En la década de los sesenta, Estados Unidos  tenía en su interior numerosos conflictos, uno de ellos era el racial. Dos movimientos de protesta de la población afroamericana pedían igualdad en sus derechos; por un lado, estaba el pacifista de  Martín Luther King (Premio Nobel de la Paz)1 que se consolidó como el más numeroso y mejor organizado; y por otro, los movimientos de choque Black Power y Panteras Negras dirigidas por Stokely Charmicheal y Malcom X, respectivamente, abogaban por una revolución negra. Los asesinatos no se hicieron esperar, tanto el líder pacifista Luther King como Malcom X, fueron víctimas de una lucha por la justa igualdad que no llegaba. Y precisamente, dentro de estas repercusiones sociales y políticas la música afroamericana continuaba desarrollándose, el jazz había conseguido expresar su libertad con su nuevo estilo: el free; y el blues eléctrico, pese a la competencia del rock and roll, devino con dos nuevos estilos: el soul y el funky.


Yo no creo que el hombre blanco no tenga alma, no estoy loco. Creo que ha escondido su alma.
Charles Mingus (contrabajista)


Si en la década de los cincuenta, el blues eléctrico giró en torno a Muddy Waters, la de los sesenta fueron para el hijo de un aparcero pobre, que durante su carrera se encontró con reyes, presidentes y un pontífice: Riley Ben King. Nacido en el poblado de Itta Bena-Misisipi en 1925, después de ganarse los primeros dólares recogiendo algodón, compró su primera guitarra. La dominó con la ayuda de la enseñanza de un predicador hasta llegar a la conclusión de que más dinero se ganaba con el blues callejero que con el gospel de la iglesia. Entonces se trasladó a Memphis, la ciudad del sonido, para instalarse en la calle Beale, una arteria con movimiento de bares y sitios de diversión, llena de músicos.
Blues Boy King, como locutor de una emisora, también se formó con discos y empezó a brillar con luz propia, a tal punto que el historiador Ted Gioia, en su libro Blues, la música del Delta del Mississippi, dice: “En la década de los 50, el mundo de la música necesitaba un visionario del blues que tuviera capacidad tanto de tocar melodías de una sola nota como de marcar la armonía y de establecer un ritmo... que hubiera aprendido de las lecciones del jazz moderno, y que también pudiera combinarse sin problemas con el pop, el country y el gospel, y que pudiera interpretarse con una big band”2.
Y B. B. King era eso, un auténtico torbellino en sus presentaciones, controlaba su banda como pocos y poseía un magistral poder de comunicación. La fluidez de su guitarra y el poderoso ritmo de King hicieron del blues, un género/melodía bailable, que inspiró a todo el lado oeste de Chicago y, a la postre, a todo el blues eléctrico de los sesenta. Temas como Stormy Monday(e), Please Love Me, 3 O’Clock Blues o Gotta Find My Baby, muestran un blues nada convencional, en el que hay orquesta de metales que le alejan del prototipo músico rural del Misisipi, pero sin perder las raíces de su tierra.
Su estilo lírico y dramático de Memphis, impuso un modo de ejecutar la guitarra eléctrica emitiendo notas semi-largas, contrastando vivamente las frases lineales con los fragmentos de acordes. Y en el canto, su estilo también es dramático, va desde un tipo de deslizamiento suave hasta bruscas variaciones del volumen sonoro. Es decir, prolonga la intensidad de la voz al calor de un solo en el que el paroxismo es alcanzado gradualmente; propio de la escuela más estricta del gospel. Con este estilo de canto, B.B. King influyó decididamente en el soul de los sesenta.
La película BB King: The Life Of Riley (2012), de Jon Brewer, narrada por el actor Morgan Freeman, es un testimonio completo sobre su vida. Grandes guitarristas como Eric Clapton, Carlos Santana, Buddy Guy (e) y Peter Green participan en algunos de los 15 mil conciertos en vivo y 40 millones de discos vendidos por el Rey del Blues. “No quiero ir a pescar todos los días mientras pueda tocar blues”, expresó B.B. King al cumplir 80 años.

El soul y el funky
Soul, significa “alma”, esencia de la negritud, o sea, “hablar en clave de Soul” es musicalizar la esencia del alma humana. El soul es un gospel secularizado, que para la mayoría de entendidos se lo quiso denominar como soul-blues, pero como el blues había dejado de ser un símbolo de lucha racial se ablandó y en la década de los sesenta quedó como soul. En otras palabras, el soul ya no era cosa de negros o blancos, era parte de la cultura de Norteamérica. Es una derivación del rhytm & blues y del gospel, añadiendo el coro femenino llamado “realets” y con una polirritmia ocasional. Sus grandes figuras: Ray Charles, Aretha Franklin, Otis Redding, Nina Simone, Stevie Wonder y Sam Cooke. En la actualidad se destacan Sharon Jones, Robert Cray y las dos divas recientemente desaparecidas: Whitney Houston, que subió a lo más alto gracias a su voz y se desmoronó cuando esta desapareció, y la más joven: Amy Winehouse, un producto de la sofisticada industria inglesa del pop que con su disco Back to black (2006), tuvo un éxito arrollador. La hermosa película Ray (2004), ganadora de dos Oscar, uno al Mejor Sonido y otro al Mejor Actor: Jamie Foxx, presenta la vida del gran precursor del soul, Ray Charles.
El funky se deriva del término funk que significa en el argot negro: olor corporal. El funky es considerado como el ritmo más negro de la música negra. Aparece como una evolución de algunos elementos del soul y del jazz. Su ritmo sincopado va acompañado de marcadas líneas del bajo eléctrico, constantes fraseos de la guitarra rítmica y un énfasis casi sexual en la voz y/o en los instrumentos de viento como el saxofón y la trompeta. James Brown (1933-2006) y el grupo de Maceo Parker fueron sus primeros y grandes representantes. El éxito Sex Machine (e), le consagró a James Brown como el máximo representante de este estilo. En la película The Blues Brothers (1978), aparece junto junto a John Belushi y Dan Aykroyd. Este film consiguió dar un buen impulso a los géneros de música negra.

El boom del blues
Durante la década de los sesenta, la visita de los bluesmen de Norteamérica a Europa fue constante, Otis Span, Memphis Slim, y Jack Dupree tocaron con Alexis Korner, Eric Clapton y John Mayall, e intercambiaron experiencias y sentimientos. El denominado blues-boom de los sesenta se extendió hasta California, donde se organizó el Festival de Monterrey, también llamado Verano del Amor en junio de 1967 con asistencia de unas 200 mil personas. Participaron jóvenes grupos de blues como: Jefferson Airplane, The Big Brother´s con Janis Joplin, The Paul Butterfield Blues Band, The Who, The Blues Proyect, The Mama & the Papas, el cantante de soul Otis Redding y el novísimo Jimi Hendrix que incluyó la destrucción y quema de su guitarra, conmocionando al público. Este festival inspiraría, dos años más tarde, el megaconcierto de rock-blues de Woodstock en el lado Este de Estados Unidos con asistencia de más de 600 mil personas, el mayor de la historia de la música hasta ese momento.
Después de estos festivales, la música popular se constituyó en el motor de varias industrias que han girado en torno al entretenimiento; a saber: de instrumentos musicales (guitarras, moogs, sintetizadores, órganos), gráfica (revistas, afiches, periódicos), discográfica (vinilos, casetes, cd), de aparatos de sonidos (grabadoras, walkman, iPod) y luminaria, que no han parado de producir hasta hoy. La apertura de sitios para bailar -siguiendo el modelo de los clubes negros-, se multiplicaron tanto en Inglaterra como en Estados Unidos: Marque Club y Flamingo (Londres), Fillmore East (NY) y West (San Francisco), Wisky A Go-go (Los Angeles), Grand Ballroom (Detroit), Image (Miami) y demás, han sido verdaderos templos de la música Pop, frecuentados en su mayoría por blancos.

La década de los setenta
La década de los setenta se inicia con el estremecimiento ocasionado por el portentoso talento del más grande guitarrista de todos los tiempos: Jimi Hendrix (1942-1970). Tanto los guitarristas de blues como de rock entraron en crisis, el concepto tradicional de ejecutar la guitarra eléctrica vivió una transformación completa porque el sonido de su Stratocaster venía cargado de: solos explosivos, del nuevo efecto wah-wah, de experimentar variaciones sobre los dos canales de salida estéreo y de obtener resultados sonoros absolutamente innovadores3. Con su estilo esencialmente improvisado y de forma extendida, Hendrix cambia el blues de los años setenta. Eric Clapton queda conmovido, Jeff Beck, Buddy Guy, Carlos Santana, Steve Ray Vaughan y la lista es larga y de grandes talentos, miraron a Hendrix como un guitarrista seminal. Después de cuatro años de carrera que duran una eternidad, funda el rock psicodélico, inaugura el rock progresivo y “silenciosamente” invitaba a los músicos a ser más virtuosos con sus instrumentos; hasta Miles Davis cambió de estilo en el jazz, inauguró el jazz-rock4.
Jimmi Hendrix era el joven héroe de la guitarra, sabio, salvaje, peligroso y sensual que experimentó todo lo que la “tecnotrónica” le ofrecía a mano en ese momento. Mostró sus recursos tanto en vivo (Monterrey 67 y Woodstock 69) como en los estudios de grabación en Londres y demostró lo que era capaz de hacer con ese fantástico trueno en sus prodigiosas manos (e). En síntesis, Hendrix traza un puente vivo entre la fuente rural del sur, idealizada por sus figuras amadas del blues como Elmore James, Muddy Waters y Albert King y el ambiente más sofisticado del rock de los sesenta; es decir, la base de la pirámide donde se asienta todo el edificio del rock: Bob Dylan, Los Beatles y Los Rolling Stones. La película All Is By My Side (2013) escrita y dirigida por John Ridley, con la actuación de Andre Benjamin, muestra incluso detalles de la grabación Are You Experienced, el álbum con el que se dio a conocer el genial guitarrista. “Disculpen mientras beso al cielo”, poetizaba Jimi Hendrix.


Los años ochenta, el Poker de Ases del blues    
Procedentes del estado de Texas y sucesores de Blind Lemon Jefferson, aparece el Poker de Ases del Blues: Johnny Winter, Freddy King, Albert Collins y Steve Ray Vaughan. El primer As, Johnny Winter (1944-) un albino como si fuera el más negro de los negros, se hizo conocer en el festival de Woodstock. Su fama creció rápidamente no solo como músico, sino como productor; propició el regreso discográfico de “Muddy Waters”; con este disco ganó un Grammy. El segundo As fue Albert Collins (1932-1993), primo del legendario Lightnin’ Hopkins, su disco Showdown (1985) compartió el Grammy con Robert Cray y Johnny Copeland al Mejor Álbum de Blues.
Freddie King (1934-1976) es el tercer As, temas como Hide Away, Have You Ever Loved a Woman o The Stumble son ahora verdaderos clásicos del blues. Y el cuarto As, el más difundido: Stevie Ray Vaughan (1954-1990), con su Stratocaster consiguió obtener un sonido propio gracias a las influencias de los estilos de Otis Rush, Jimi Hendrix y Albert King. En 1977, formó su famoso grupo Double Trouble, con el que grabó Texas Flood (e) y ganó un Grammy en 1983. Murió tempranamente –apenas 35 años- en un trágico accidente de helicóptero después de un concierto en Wisconsin.

Al finalizar el siglo XX
El mundo de la música celebraba un siglo desde la invención del fonógrafo por Thomas Alba Edison y del gramófono por Alexander Graham Bell. A partir de 1890, el disco cambiaría para siempre la forma de difundir la música. El nacimiento de la industria discográfica coincidía de manera paralela con el desarrollo del blues en Norteamérica. La industria disquera proyectaría su producción al resto de géneros musicales y empezó a posicionar  en el mercado sus grabaciones. Recién en 1950, con la llegada del vinil, se difunde con mayor amplitud el disco. Sin embargo, debió pasar un siglo después de su invención, en 1990, para que se masifique la producción. Es decir, con el aparecimiento del disco compacto o cd, se globaliza la música. El blues se incluyó en esta difusión y se volvieron a grabar ediciones completas desde sus inicios. El género empezó a ser conocido en todo el mundo. Se inauguraron clubes, pubs y bares presentando en vivo figuras legendarias y nuevas; incluso se abrieron escuelas de blues en Madrid, México y Buenos Aires5. En muchas capitales se realizan festivales de blues todos los años y Chicago, mantiene su festival cada verano. Y como si esto fuera poco, en esta década se publica La gran enciclopedia del blues y el extraordinario libro Solamente Blues de Lawrence Cohn6. Es decir, hubo un renacimiento del género.  
A inicios del siglo XXI, concretamente en  2003, el director Martin Scorsese –amante del blues- convocó a seis colegas para crear una serie de siete películas (documentales y de ficción), que abarcarían distintos aspectos del género. The Blues, a Musical Journey contiene las siguientes películas: Feel Like Going Home (Martin Scorsese), The Soul of a Man (Wim Wenders), The Road to Memphis (Richard Pearce), Warming by the Devil’s Fire (Charles Burnett), Godfathers and Sons (Marc Levin), Red, White & Blues (Mike Figgis) y Piano Blues (Clint Eastwood).
Ecuador ya tiene sus festivales de blues, tanto en Quito como en Guayaquil se vienen realizando cada año.

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