Publicidad

Ecuador, 04 de Mayo de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo

Publicidad

Comparte

Vagon 204

Apuntes sobre la escritura (procrastinación - Pessoa - naturaleza del poema)

-

Empiezo este año con el desafío de escribir un poema por encargo, algo que en mi caso —sin exagerar— motiva y aterra. Me lo pidió una editorial independiente de España para un libro homenaje a Fernando Pessoa, al cumplirse los 80 años de su muerte, el 30 de noviembre pasado. Digo desafío porque si hay un género que me da total libertad es la poesía y no me gusta que factores de presión interfieran (la única vez que lo hice —con gusto— fue para el legendario fanzine español Vinalia Trippers, hace 8 años, en homenaje al gran poeta argentino —muy poco conocido— Raúl Núñez. Mi poema se tituló ‘Derrama whisky sobre tu amigo muerto’). Crear con condiciones me bloquea, más aun si el plazo de entrega es tan corto: dos semanas —una locura—, las cuales estaban destinadas a la revisión final de mis libros, antes de que entraran en imprenta.

Debí haber dicho que no, pero a mí me encanta complicarme la vida; complicarse da gusto cuando vale la pena y esta, desde luego, valía. Si hubiese sido un poeta al que no me vinculaba nada, habría desistido, pero se trataba de Pessoa: ¿Cuántas veces El libro del desasosiego había sido mi propia biblia?

Le escribí a la poeta granadina Sara Castelar Lorca —nacida en Alemania y afincada en Sevilla—, editora de Karima, diciéndole lo que pensaba. Amablemente, extendió el plazo dos semanas, pero me siguió pareciendo insuficiente. Llegué a la conclusión de que, aun cuando Sara lo hubiese duplicado, seguiría teniendo mis dudas. ¿Dónde diablos radicaba el problema? ¿Acaso no había escrito —con un rayo de clarividencia— muchos poemas en menos de un minuto?

Hice varios intentos, pero lo dejé en seguida. Era imposible. Pasaban los días y mi procrastinación aumentaba. Más tarde me di cuenta de que el problema no estaba en el poema, sino en mi cabeza, que lo obstruía.

Aun así, acepté.

DOS

El desafío era doble. No solo había fecha de entrega, sino que la propuesta consistía en que el autor debía escribir su poema a partir de una cita de Pessoa; un enunciado que, según Sara, “tendría un contenido filosófico o reflexivo como generador de la réplica a modo de poema. La idea es captar la hondura del texto de Pessoa y llevarla al poema, poetizar su reflexión desde la perspectiva que os resulte más interesante”.

La frase que me tocó fue esta:

¿Necesito saber lo que entiendo al decir que mi pensamiento es mío?

Pessoa realmente me estaba complicando la vida. Desconocía las otras citas, pero sentí que la mía era la más filosófica, si no la más críptica. Decidí salir a tomar un café. Mientras cruzaba la calle, escuché la frase repetirse como un mantra endemoniado; y era lógico: al ser una pregunta, las posibilidades resultaban infinitas.

TRES

Las dos primeras semanas no escribí absolutamente nada. O casi. Apenas cinco versos producto de un sueño en el que escuché, claramente, cómo el poema empezaba. Me desperté y lo transcribí a oscuras, y no lo miré hasta ahora que redacto estas líneas. Los versos no tienen nada que ver con la cita; es decir, no fueron pensados a partir de la pregunta de Pessoa. Sin embargo, no los descarto, ya que al mismo tiempo, paradójicamente, la encarnan. Después de todo: ¿Necesito saber lo que entiendo al decir que mi pensamiento es mío?

CUATRO

Quizá si me sentara de una vez por todas y soltara el hilo eléctrico que conduce mi palabra, obtendría como resultado el poema deseado. Pero en algún rincón de mi cabeza escucho ese tic tac y todo ese traduce en ruido. Prefiero no forzar nada. Estoy consciente de que esa fuerza vital se produce a partir de un cortocircuito motivado por la perturbación, la belleza o la revelación de algo que al poeta le asombra. Y siendo así: ¿Qué mejor que escuchar al mismísimo Pessoa? Vuelvo a mi biblioteca con la sed de un creyente que necesita beber las sagradas escrituras.

CINCO

De todos los libros de Pessoa, elijo el único que no he terminado de leer: Escritos sobre genio y locura, una edición de Jerónimo Pizarro (Acantilado, 2013). La contracubierta está quemada por una taza de café. Recuerdo que este libro fue un grato descubrimiento, a inicios de 2015, y que lo leí con entusiasmo hasta mi época más crítica del año. Entonces lo dejé. Ahora es distinto, estoy tranquila. Examino las notas al margen y algunos subrayados —certeros e inquietantes— como el de la página 17, Capítulo I: ‘Genio, locura y degeneración’:

¿Qué constituye el pensamiento poético?: El amor a la belleza.

(…) Poetas: incluso los más primitivos deben de haber poseído una hiperexcitabilidad del sistema nervioso. Ahora bien, un cerebro hiperexcitable es un cerebro anormal.

(Fisiología de la inspiración)

Metafísicos afectados por la manía de la duda.

Fantaseo con la idea de que este libro es un oráculo; lo abro al azar y pregunto: ¿Necesito saber lo que entiendo al decir que mi pensamiento es mío?

Responde Pessoa:

La filosofía es la lucidez intelectual llevada hasta la locura.

SEIS

Sara me escribió para contarme que el proyecto marcha bien. Me gusta su iniciativa, lo enfocada que está, la forma en que lo encamina (consiguió que cada poema vaya acompañado de un dibujo de Pessoa, a cargo del artista Ricardo Ranz). Pensaba sondearle la posibilidad de extender el plazo, pero se adelantó diciéndome que el prólogo —escrito por el poeta Manuel Moya (quien acaba de publicar su traducción de las Odas de Ricardo Reis)— está listo. Luego me mató con esto: “Los poemas que están llegando son de una calidad asombrosa”. Me quedé fría. Yo sigo con mis cinco versos del sueño que no acaban de despegar, aunque sienta que el poema palpita.

Consideré una vez disculparme con Sara y explicarle que, aunque era mi deseo profundo ser parte del homenaje, el tiempo me aplastaba y que me estaba resultando imposible. Pero en vez de decirle eso, le pregunté: ¿De qué libro sacaste la frase? “De El malestar del presente —contestó—, firmado como Antonio Mora”.

Antonio Mora, un heterónimo al que jamás había leído, pero cuyo título me había enganchado. Le agradecí; y, antes de despedirnos, Sara me soltó estas palabras: “Yo sabía que no me equivocaba contigo al pensar que eres una buscadora, una poeta de raíz”.

En ese momento supe: ya nada me bajaría del barco.

SIETE

La heteronimia —ese arte de escribir bajo la autoría de seres que no existen y que, sin embargo, poseen una personalidad y estilo propios— fue sin duda el gran legado de Pessoa, el poeta portugués más importante del siglo XX; quien —pese a haber publicado un único libro en vida— dejó en su baúl 30 mil folios, mecanografiados o manuscritos, firmados por 136 heterónimos, entre los que destacan: Álvaro de Campos, Ricardo Reis, Alberto Caeiro y Bernardo Soares.

Sin embargo, hubo en la lista un filósofo por excelencia: Antonio Mora. Un teórico neopagano —autor de Regresso dos Deusses— que terminó sus días encerrado en la Clínica Psiquiátrica de Cascais y que, según cuentan, también era poeta.

En su libro Un baúl lleno de gente (extraordinario homenaje a Pessoa), el italiano Antonio Tabucchi alude al manuscrito A Casa da Saúde de Cascais, en que un visitante (quizá el propio Pessoa) describe al filósofo Antonio Mora, mientras se pasea por el patio del manicomio, quedando impresionado al escucharlo recitar el inicio del lamento de Prometeo de la tragedia de Esquilo.

OCHO

Al día siguiente me fui de la ciudad. Quién diría que toda la presión de mi mente desapareció al pie de una cascada, donde —en medio de una roca gigante— una hormiga disidente abandonó la hilera en la que caminaba. Llevaba rato transportando hojas hasta que decidió alejarse de su especie, como si hubiese necesitado meditar sola; y, sin pensarlo, me entregó la metáfora. Volví a la ciudad, pasaron semanas; entre medio, murió un amigo. Entonces recordé a la hormiga y me pregunté si acaso él también necesitó escapar de esa colonia confusa que puede ser la mente humana; abrir otra puerta.

¿Necesito saber lo que entiendo al decir que mi pensamiento es mío?

Qué más da, después de todo, para quien busca en el silencio la respuesta.

Publicidad Externa

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media