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Entrevista

Antonio Romano y la estela ineludible de Hermética

Antonio Romano y la estela ineludible de Hermética
12 de septiembre de 2016 - 00:00 - Luis Fernando Fonseca, Periodista

Hubo una banda argentina que hizo una versión heavy metal del tango ‘Cambalache’. La grabaron en el disco Intérpretes, de 1990. Tres años después, montaron, junto con otros grupos, un escenario en una cárcel y tocaron temas como ‘Robó un auto’ o ‘Ideando la fuga’. Quienes escuchaban sus melodías, en teatros o estadios, decían sentir algo inexplicable, una pasión, algo parecido al amor.

La banda se llamaba Hermética y —de 1988 a 1994— convocó a un público cuyo fervor no se había visto en Latinoamérica hasta entonces. Es que el rock duro es una suerte de artilugio sobre el escenario en el que los músicos excitan a su audiencia mientras parece que operan maquinaria pesada.

Antonio ‘Tano’ Romano —el responsable de las seis cuerdas en el mítico grupo— nunca dejó de lado su oficio y, ahora, en Malón paseó su guitarra por un escenario circular, como los rings de MMA, instalado el Estadio Malvinas Argentinas.

La magia también la ejecuta en un grupo que lleva su nombre —Tano Romano— y un domingo, mientras editaba en estudio el que será el disco debut de su proyecto, levantó el teléfono en Buenos Aires para responder las preguntas de quien creció escuchando todo lo que componía o lo que, a fuerza de influencias como Black Sabbath, reinterpretaba.

En Hermética llegaste a entonar una guitarra acústica —para la canción ‘Moraleja’, del disco Víctimas del Vaciamiento, 1994— pero no te has vuelto a acercar al folclore. ¿Es una referencia importante en tu carrera?

El folclore es un estilo de música argentino pero lo mío siempre fue el heavy metal. Cuando yo escuché esta música dije «esto es lo que quiero hacer». A lo mejor el tango, el folclore, la relación que tenían con nuestra música era la parte de las letras más que la melodía, el mensaje, pero musicalmente quisimos hacer rock pesado que no deja de ser argentino porque está hecho acá.

Si bien nuestras influencias son como las de todos los metaleros —principalmente Black Sabbath, que fue la banda que a mí me generó unas sensaciones que me llevaron a hacer este estilo de música—, acá es muy común agarrar una guitarra criolla y ponerse a tocar folclore.

En el último disco de Malón, Nuevo Orden Mundial, incluyeron la canción ‘Deshacer el mundo’ de los españoles Héroes del Silencio. Algo impredecible...

Hacerlo fue una idea de nuestro mánager de entonces. Si bien yo no soy un fanático de Héroes del Silencio, me pareció que estaba bueno el tema como para adaptarlo y la letra estaba bien porque tiene relación con lo que hacemos nosotros. Tratamos de darle un sonido al estilo Malón a esa gran canción. La hemos tocado en varios lugares y la gente la disfruta mucho, fue muy bien recibida. Lo hicimos con mucho respeto, tratando de dar lo mejor de nosotros y sin perder nuestro estilo.

Está el toque malonero y la verdad que estamos muy contentos de cómo sonó el disco y hoy, que estamos tocando esas canciones, vamos cumpliendo el sueño que tiene el músico cuando compone, que el primer fan de un tema esté cantando, pogueando, así se imagina uno las cosas y eso se ha ido cumpliendo.

Las expectativas de la gente eran que Malón saque un disco duro, bien metalero y eso fue cubierto porque en todo lado lo aprueban, lo cual nos pone muy felices.

Malón ha llenado auditorios en Argentina como el Estadio Luna Park. ¿Cuál es la diferencia de su público actual con el de Hermética, de hace dos décadas?

La pasión es la misma, pero ha pasado el tiempo. Cuando tocábamos con Hermética quizá convocábamos menos gente que hoy. Eso se debe a que antes no había mucha gente que escuchara heavy metal. En estos catorce años que no hemos tocado juntos, las dos bandas crecieron y Malón puede también tocar en el estadio Malvinas Argentinas ante ocho mil personas. Pero si Hermética volviera, convocaría cincuenta mil. Uno ve en muchos chicos jóvenes algo increíble que genera esa banda, y en todo metalero argentino y latinoamericano.

¿Has descartado que se dé una reunión de Hermética, con Ricardo Iorio, Claudio Oconnor y ‘Pato’ Strunz?

Yo no lo descarté nunca. Hay una parte de Hermética que es la difícil: Iorio (el exbajista) que no lo quiere, al parecer. Era una de esas bandas que si falta uno de los cuatro integrantes, ya no es lo mismo. En Malón somos tres exintegrantes de Hermética y tocamos sus temas para los chicos. Es como cuando viene Ozzy (Osbourne) y uno espera que en algún momento haga un tema de Black Sabbath. Cuando la gente va a ver a Malón espera un tema de Hermética.

Los temas no cambiarían demasiado si estuviese el integrante que falta. De alguna manera, la gente al escuchar a Malón, cerrando los ojos, está escuchando a Hermética.

En febrero, Gustavo Rowek —el exbaterista de la histórica banda V8, también fundada por Ricardo Iorio, en 1978— vino a Quito. Contó que el bajista le había dicho que «había quedado un poco preso de sus palabras», de lo que declaró ante los medios sobre sus excompañeros. ¿Crees que pase igual con Hermética?

Puede ser. Ricardo es un tipo que siempre dice muchas cosas y hay veces que son cosas que no tendría que haber dicho. Hay que tener muchos huevos, coraje para reconocer que uno se equivocó. Puede pasar que alguien hoy piense una cosa y que mañana se dé cuentea de que fue un error. Entonces vale mucho más reconocer eso y arrancar de nuevo a quedarse con eso guardado por no reconocer el error que uno tuvo. Pero, bueno, cada uno es como es.

Sí creo que tiene que ver lo de Rowek: decir muchas cosas en contra de sus excompañeros, de V8, de Hermética, y después, querer hacer algo y tirar todo eso que dijo, se hace difícil. Pero yo no creo que a la gente le importaría demasiado si algún día Ricardo vuelve a estar con quienes estuvo tocando. Creo que la gente va a valorar más una vuelta de esa banda. Y siempre hay alguno que va a estar hablando pavadas, hoy los medios que hay, con Internet, dan para que eso se expanda. Pero el 95% estaría refeliz de que Hermética esté tocando de nuevo.

¿Retomaste el contacto con Iorio después del saludo entre ustedes que transmitió la televisión en 2010?

No. Intenté, pero no pude por su entorno. Hemos tocado en recitales como el Metal Para Todos, donde él ha estado con Almafuerte y yo con mi grupo solista, Tano Romano. Nos hemos cruzado, me ha dado la mano, pero al momento de intentar volver a encontrarnos para charlar o algo, su entorno se hace difícil. El que tenía, digo, porque ahora Almafuerte tampoco está tocando más, se separaron y la gente que lo rodeaba hacía que ese acercamiento sea imposible.

Pero uno nunca pierde las esperanzas. Mientras estemos los cuatro vivos hay la posibilidad de cumplir el sueño de tantos chicos a quienes influenciamos y que nunca vieron a la banda. Si me preguntás a mí, estaría muy bueno hacer eso.

¿Qué te pareció La H, la película que el director Nicanor Loreti realizó sobre Hermética en 2011?

Los pibes que la hicieron la hicieron con mucho amor, pero tuvieron un problemita. Les faltó material. Uno ve el documental y es como que los temas están tocados por O’Connor —el cantante de Hermética y Malón— y mi banda. Prácticamente se completa con comentarios de gente y falta un material que le iban a dar a uno de los productores, imágenes de Hermética que tenía Joaquín Amat —muy cercano a los grupos en Argentina—, pero después no se pudo usar. El documental quedó un poco pobre de eso, de imágenes, filmaciones de Hermética. Pero los comentarios de todos te hacen sentir lo que fue la banda para la gente.

Y está lo que dijo Tony Scotto (unos de los exbateristas de La H), sobre la formación que grabó Intérpretes, los tropiezos...

Eso fue una pavada. El documental era para hablar de Hermética, no lo que él dijo. Tony no estuvo más en Hermética por culpa de él, porque no hizo las cosas como tenía que hacerlas, por falta de responsabilidad. Bueno, se fue un poquito de boca ahí, después hubo un problema. Claudio no se lo tomó muy bien. Hubo unos cruces que están dando vueltas en Internet pero cada uno tiene su historia, la de Claudio es muy importante como para ponerse a discutir con Tony —que después de Hermética nunca más hizo nada—.

Esa parte (del filme) no estuvo buena, pero cada uno sabe lo que hace, lo que dice y después hay que hacerse cargo.

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Otra de las versiones del disco Intérpretes fue ‘No Class’, que los ingleses Motörhead compusieron en 1979 para el disco Overkill. En el documental de Loreti, el bajista y cantante Lemmy Kilmister (1945-2015) aparece diciendo que aprueba que lo hayan reinterpretado porque la mayoría de covers que ha escuchado son de la canción ‘Ace of Spades’ (disco homónimo, de 1980). Lemmy dijo ante las cámaras que le hubiera gustado que la versión sea más lenta.

Muchos de tus compañeros recuerdan lo cercano que era el líder de Motörhead con los músicos en camerinos. ¿Compartiste escenario con él después de Obras Sanitarias, a mediados de los noventa?

Hace poco tocamos en un Monsters of Rock (2015), con Ozzy, Judas Priest y Motörhead. Fue increíble y nos dimos el lujo ver uno de los últimos shows con Lemmy. Él siempre se mantuvo firme en su estilo. Nunca se tiró a hacer otra cosa que ese rock and roll, rock pesado, y yo me siento identificado con eso. Es lo que yo hice en mi historia, nunca estuve en otra banda que no hiciera heavy metal.

A propósito de los Monsters: Claudio ‘Pato’ Strunz contó que en la edición de 1994 hubo mucha gente que abandonó el estadio luego del show de Hermética, pese a que estaba programado que luego tocaran Slayer, Black Sabbath y KISS...

Se veía y eso y mucha gente nos lo ha dicho. A lo mejor hay quienes se identificaban mucho con las letras de Hermética y no sentían tanto lo que las bandas extranjeras cantaban en otro idioma que no entendían. Eso pudo haber provocado que algunos nos vean y que con eso les alcanzara o que fueron exclusivamente a vernos.

Pasa al revés en muchos otros conciertos internacionales, donde hay muchas bandas y la gente espera a la banda principal, que es la que quiere ver. Por ejemplo, vino a tocar Megadeth en Buenos Aires y, antes de que lo hagan, mientras estaban otros en el escenario, hubo la mitad de gente que al final del concierto porque prefirieron esperar afuera, tomando una cerveza en un bar o quiosco de los alrededores. Ahí es más barata que adentro de un estadio.

Hay una obra de Malón que no se encuentra en tiendas de discos, el redondo Resistencia viva, que grabaron en directo en 1995. ¿Habrá una reedición?

No se encuentra porque lo hicimos de manera independiente. Habían hecho unas cinco mil copias que se repartieron en un espectáculo, en el año ’96. Registraba una actuación hecha en el microestadio de Ferrocarril Oeste, acá, en Capital Federal, y después ese disco nunca más se sacó. Al poco tiempo dejamos de seguir tocando juntos, O’Connor había decidido hacer otro proyecto; ahora la idea es regalarlo otra vez con la entrada al Malvinas Argentinas, el 15 de octubre. Los que obtuvieron el antiguo deben tenerlo arruinado.

El Malvinas ya es parte de su historia...

Es un microestadio adonde volvimos después de catorce años de estar sin tocar, fue un recuerdo inolvidable. Ahí hicimos El Regreso Más Esperado (DVD, 2012) de Malón y el show 360° (2013). Ese sitio tiene una capacidad parecida a la del Luna Park, para unas ocho mil personas, pero pasa que este último tiene muchos años y ahí nos sacamos las ganas por su historia.

A veces tocamos y la gente canta de una forma que no nos escuchamos, se escuchan más los gritos. Es una sensación increíble.

Tienes 54 años. ¿El músico más joven con quien tocas es tu hijo Randy, de 23?

Sí, con él no estamos en una banda pero hemos estado en un escenario. Se llama así por Randy Roads —el célebre guitarrista fallecido de Quiet Riot y Ozzy Osbourne—. Mi hija, que es dos años mayor, no tiene nada que ver con la música, es contadora, se recibió hace poquito y eso está bien porque una carrera me da la tranquilidad de que tiene aseguradas muchas cosas.

Randy es un Malón más porque está con nosotros en todo lado. Salimos de gira con él, es nuestro stage (plomo, pipa, ayudante), ese que se encarga de que esté todo en condiciones cuando salgamos a tocar y tenemos toda la confianza depositada en él.

Está bueno disfrutar con él todo esto lindo que me pasa con la música, que adquiera una experiencia. Creo que ya me superó por mucho a mí porque está bien curtido con todo lo que implica un show, el armado de todo y, ahora, se tiene que curtir grabando en vivo. También está con el disco con su banda, Senthencia y eso me pone muy contento. Ojalá tenga la suerte de que su música llegue a la gente y que le pase algo parecido a lo que vivo yo, o mucho mejor.

¿Qué narras en el tema ‘Te quiero contar’, del grupo Tano Romano?

Habla de lo que nosotros sentimos en la música, de lo que los metaleros sentimos cuando hacemos una canción, eso de componer e imaginarte que cumplirás un sueño.

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