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Guayaquil nocturno entre paseos, música y un toque de bohemia (Galería)

Guayaquil nocturno entre paseos, música y un toque de bohemia (Galería)
31 de agosto de 2014 - 00:00 - Diana Holguín Rodríguez

El tráfico pesado de un viernes a las 19:00 anuncia que el fin de semana llegó. Cuando la rutina laboral hace una pausa de 2 días, significa que el fin de semana se convierte en momento propicio para relajarse. Guayaquil no es la excepción. Hay quienes prefieren ir a casa a descansar y otros que recorren las calles de un Puerto ‘noctámbulo’ con cientos de opciones para visitar.

Una parada en las alturas

Un ambiente tranquilo y despejado o simplemente respirar ‘otro aire’. Entre los sitios que cumplen con estos requisitos se encuentran El Faro, en la punta del cerro Santa Ana; el mirador del Corazón de Jesús en el Cerro del Carmen; y el mirador de Bellavista situado en el cerro Paraíso.

Geovanny Miranda, uno de los asiduos visitantes a estos sitios, asegura que cada uno de ellos brinda una perspectiva distinta de Guayaquil. Solo desde el mirador de Bellavista (al norte de la ciudad), a 100 metros de altura, se puede divisar el estadio Modelo Alberto Spencer, el puente ZigZag, parte del Estero Salado y un panorama compuesto por centenares de luces que alumbran la ciudad.

“No se siente tanta bulla y hay de todo”, afirma Geovanny mientras su hijo Thiago de 5 años hace volar una cometa a un lado del mirador, a donde llega más fuerte el viento.

El observador, al que llegan a diario turistas nacionales y extranjeros, también es considerado un punto de encuentro ideal para las parejas románticas que esperan algo de tranquilidad. Miguel y Mawi lo comprobaron hace una semana, cuando por primera vez —en 2 años y medio de relación— visitaron el lugar tras escuchar varios comentarios positivos. “Al principio decía no, vamos a otro lugar pero esta vez fui yo quien propuse la idea y estamos dispuestos a regresar”, manifiesta Miguel, visiblemente contento.

Francisco Hidalgo y su esposa, Érika Dávalos, expresan que el sitio se convirtió en su punto de relajación desde hace 3 años, antes de que nazca su hijo Érick.

Según la pareja, una de las ventajas del mirador es que es poco concurrido y que los juegos infantiles no son tan demandados como en otros espacios. Además indican que pueden degustar un piqueo hasta las 21:00, cuando las puertas son cerradas al público.

Caminar, la mejor terapia

Cuando los días son lejanos a la quincena o fin de mes, una opción a bajo costo para los paseos familiares son los recorridos en lugares públicos como Puerto Santa Ana y los malecones Simón Bolívar y del Salado, situados en el centro de la ciudad.

El paisaje de estos lugares se distingue por áreas verdes y espacios totalmente descubiertos. En Puerto Santa Ana, al pie del río Guayas, está el Astillero, donde se ubican los museos de la Música y de los equipos locales: Barcelona y Emelec.

Pero la vida nocturna de este sitio se la llevan los locales de comida y la Plaza Pílsener en donde son comunes los espectáculos artísticos. El malecón Simón Bolívar, también conocido como Malecón 2000, tiene en sus 2,5 kilómetros de extensión: museos, jardines, fuentes, centros comerciales y, lo más particular, el Hemiciclo de la Rotonda, en donde se levantan las figuras de Bolívar y San Martín, a la altura de la Avenida 9 de Octubre.

Los restaurantes, bares, patios de comida, y el paseo a bordo de la embarcación denominada Morgan sobre el ‘manso’ Guayas, hacen de este sitio uno de los puntos más llamativos durante las noches.

La fuente de luces frente al Malecón del Salado atrae desde hace 3 años a los turistas nacionales y extranjeros.

“Los colores y el show que viene acompañado de música guayaquileña y clásica hacen que las personas se relajen y pasen un momento agradable con la familia”, opina Jorge Álvarez, de 48 años, quien el último fin de semana llegó en compañía de 11 familiares, entre sus padres, esposa, hijos, cuñadas y sobrinos.

El fuerte viento veraniego es bienvenido por los visitantes que toman asiento en las mesas de los quioscos exteriores, encargados de ofrecer piqueos y bebidas de moderación. Andreina, Estefanía, Carlos y Sandy le apuestan a esta opción mientras se sirven una jarra de cerveza como parte de “una salida entre amigos” el fin de semana.

444 escalones de diversión

“El que viene a Guayaquil de ley tiene que venir a las Peñas”, dice Víctor Orellana, de 55 años, autodenominado uno de los fieles visitantes a esta atracción reconocida por propios y extraños.

La particularidad de esta zona, al margen del Cerro Santa Ana, está marcada por sus casas multicolores y bares ubicados estratégicamente al pie de los 444 escalones. Vasija de Barro, un restobar en el primer descanso de las escalinatas “es uno de los lugares más hermosos para tomarse un trago”. Según Luciano Mero, quien visitó el sitio desde Salinas, en la Península de Santa Elena. A Diego, María Fernanda y Dixi lo que más les agrada es la música y la ubicación del lugar que guarda una gran vista al río Guayas, porque se convierte en un sitio idóneo para escuchar música y conversar.

Los fines de semana el movimiento de la zona se torna ajetreado, más en días festivos, en donde las personas se divisan a lo lejos como pequeñas hormigas. Los turistas disfrutan del panorama y de lo que Las Peñas puede ofrecer en cuanto a artesanías, pinturas, comida y música.

El Rincón del Cerro lleva 2 años ofreciendo un espectáculo musical en vivo, con artistas nacionales que interpretan canciones de ritmos tropicales y latinos. Su propietario, Eddy Albán, indica que están disponibles más de 50 cócteles, piqueos típicos y platos a la carta, de 17:00 a 02:00, los viernes y sábados. Este sitio que tiene 2 entradas, en los escalones 27 y 38, cuenta con un toque tradicional. En la pared está plasmado en pintura el malecón Simón Bolívar, parte del cerro Santa Ana, una imagen del cantautor, poeta y escritor argentino Facundo Cabral, además de una galería de cuadros e instrumentos folclóricos.

Una zona con tono ‘rosa’

Muy cerca del Malecón Simón Bolívar y de las Peñas, en el cuadrante de las calles Luis Urdaneta, Panamá, General Córdova y Juan Montalvo, un despliegue de discotecas y bares mueven la vida nocturna de Guayaquil. El lugar es más conocido como Zona Rosa. Una veintena de sitios de diversión atrae a los fiesteros adultos, mientras disfrutan de una buena compañía. Hay bares para todos los gustos y de géneros musicales: salsa, reguetón, electrónica y hasta para ultrarockeros.

La discoteca Praga, con más de 10 años en la Zona Rosa, es considerada como la ‘capital de la farra’. Ofrece 2 ambientes. En la planta alta con un consumo mínimo de $ 10 se puede comer algo ligero, tomar unos tragos con música electrónica, hasta las 04:00, porque posee el permiso turístico, según explica Carlos Salazar, quien trabaja en el sitio hace 5 años. En la planta baja suenan ritmos tropicales con “barra libre”, hasta las 02:00. Al frente, en la misma calle, en Rocafuerte y Tomás Martínez, se encuentra El Colonial. Como su nombre lo indica, guarda el modelo de las tradicionales casas de Guayaquil de antaño. Balcones y piezas de madera hacen de este sitio uno de los favoritos desde hace 33 años. Margarita Urquiza, propietaria del local con capacidad para 500 personas, señala que han apostado a la música en vivo en voz de bandas, solistas, dúos, tríos y mariachis.

“Antes era música del recuerdo, ahora tocan rock latino, salsa, merengue o bachata”, asegura. Entre los clientes fijos del bar-restaurante y discoteca se encuentran jugadores de fútbol y turistas de origen dominicano, también americanos y europeos, sin faltar ecuatorianos como Carolina Montoya que estuvo allí como cada fin de semana. Esta vez fue por la despedida de su amiga Alexandra Rodríguez, que viajará a Estados Unidos.

El cine y el fútbol también son los favoritos

Disfrutar de una buena película, en los cines de los 4 principales centros comerciales de Guayaquil, también es una opción del fin de semana. Así lo cree Kevin Ugarte, de 24 años, quien considera que “es una forma diferente de desconectarse del mundo e imaginar otra realidad”. Generalmente asiste a las funciones con amigos y su novia, pero cuando decide cambiar de alternativa, juega por lo menos 3 horas seguidas en una de las canchas de fútbol sintéticas que alquila con su pequeño equipo de barrio. El alquiler de estas canchas oscila entre $ 10 a $ 15 la hora. Como observa Guayaquil es un destino de fiesta y diversión durante el fin de semana. Sin duda cuando el sol se esconde y la luna está brillando sobre el ‘Manso’, una vida distinta y con nuevos protagonistas despierta por las calles del Puerto Principal.

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