La expectativa por conocer a ciencia cierta el móvil del asesinato del periodista Fausto Valdiviezo motivó que varios medios de prensa, sin titubear, acudieran presurosos la mañana de ayer a la plaza San Francisco, en el centro de Guayaquil, para presenciar lo que sería la entrega voluntaria de Íngrid Soraya León Bermúdez, a quien la Policía, junto con Juan Carlos Marín Londoño -actualmente prófugo-, vincula como autora intelectual  del crimen.

Lo que se supone debió haber sido un procedimiento policial en alguna de las dependencias oficiales se convirtió en un show mediático en plena vía pública, muy bien dirigido por la familia de la procesada y por su abogado defensor,  Carlos Rubio, quienes realizaron la convocatoria a los periodistas.

Fue alrededor de las 08:00 que los familiares y allegados de León Bermúdez, por quien el Ministerio del Interior ofrece una recompensa de 50 mil dólares, recibieron a los medios con pancartas y gritos de consignas reclamando su inocencia.

La mujer se entregó a la Policía, al tiempo que ante los micrófonos y grabadoras reclamaba que la cercaron,  que nada tiene que ver con el crimen y que es una persona inocente del delito que se le imputa, además de aclarar que no fue amiga de Valdiviezo y no lo conoció.

Sin embargo, minutos después del arresto, cuando la mujer fue llevada ante el fiscal para que legalizara su detención, los familiares manifestaron a los propios periodistas que pugnaban por lo que sería la noticia del día, que quien se entregó no era la “más buscada” sino una sobrina de ella, Allyson Brigitte León Yagual, y que procedieron de esa manera porque querían “verificar” si existían las garantías necesarias para que la implicada en el crimen se entregara.

El Ministerio del Interior anunció ayer mismo que se analizaban las declaraciones de la sobrina de León Bermúdez para determinar el delito de posible suplantación de identidad.

Pasadas las 12:00 de ayer, Íngrid Soraya León Bermúdez llegó al Cuartel Modelo, a bordo del vehículo de un canal de televisión, para entregarse a las autoridades. La actitud de la comunicadora que acompañó a la procesada disgustó a sus colegas, al impedir que la detenida ofreciera declaraciones a la prensa.