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Una transición de 28 años entre guerrillera y asambleísta
Susana Cajas, mujer de múltiples trincheras
UNO
Son las 5 de la tarde del último viernes de enero y la mujer que me recibe en uno de los pasillos de la Asamblea Nacional, es la misma que hace 28 años conoció el infierno. No es una metáfora. El 12 de noviembre de 1985, Susana Cajas (exmilitante del grupo subversivo Alfaro Vive ¡Carajo!, y hoy asambleísta alterna de Alianza PAIS) pasó —al igual que el poeta Arthur Rimbaud— una temporada en el infierno; o en ‘el infiernillo’, como le denominaban los miembros policiales y militares de la Unidad de Investigaciones Especiales (UIES) —bajo el régimen del fallecido mandatario socialcristiano León Febres-Cordero— al calabozo más terrible del Cuartel de Inteligencia Militar en Quito, donde Susana fue víctima de tortura.
Las oficinas están desoladas. Sus colegas se encuentran en el pleno analizando un tema de Soberanía Alimentaria, comisión a la que Susana pertenece como asambleísta alterna de Miguel Carvajal.
— “Esta es mi área, pero también participo en otros procesos con organizaciones de base. Yo apoyo a Miguel en el diálogo con esas organizaciones porque son temas delicados, sobre todo con el de tierras y agua, todo lo que incluye la revolución agraria”.
Lleva un vestido de cuadros, mallas oscuras, el cabello castaño y el rostro sin maquillar, o casi.
Cruzamos varias puertas, llegamos a su oficina y, antes de encender la grabadora, la primera pregunta ya la ha formulado ella:
—¿Qué le puedo contar?
Su voz es pausada, serena; y por momentos se queda en silencio, valor poco común entre políticos.
DOS
Susana Valeria Cajas Lara nació en Quito el 19 de abril de 1964. Tiene 49 años y proviene de una familia numerosa.
— Somos 10 hermanos. Soy la última de las mujeres y la penúltima de la familia. Mi padre fue un migrante de la provincia de Cotopaxi, de Guaytacama, mis abuelos de origen indígena. Mi padre vino a los 17 años a la capital y aquí conoció a mi madre, quiteña. Los 2 se dedicaron siempre a la costura y con eso nos educaron. Crecimos en un hogar humilde, pero siempre contentos, jugando entre hilos y trapos.
Susana fue —lo que se dice— una niña de barrio. Nació, creció y jugó entre las calles de La Tola, San Blas, y más adelante, entre la Antepara y Ríos, teniendo al Itchimbía como su parque principal. Pero mientras ella subía y bajaba las escalinatas, sus padres buscaban mejorar sus ingresos, pues la costura no alcanzaba para sustentarlos.
“Pasaba noches enteras desnuda, bajo la ducha, mientras me decían que me iban a matar. Era terrible”.
— Creo que eso fue lo que marcó mi paso de la niñez a la adolescencia, pues mi madre decidió viajar a los Estados Unidos en busca de alguna oportunidad y se quedó allá 7 años, de manera que todos tuvimos que asumir nuevas responsabilidades.
Susana estudió en el colegio 24 de Mayo y fue a los 17 años que inició su militancia política, inspirada por los procesos revolucionarios de Nicaragua y El Salvador, en las Brigadas Augusto César Sandino y Farabundo Martí, realizando actos de solidaridad con las luchas revolucionarias de estos países.
— Yo prácticamente no había conocido la democracia. No recordaba un gobierno elegido democráticamente, por eso la llegada de Jaime Roldós me marcó mucho. Él fue el primero que hizo un reconocimiento a la Revolución Sandinista, en el acto de la toma de poder. En adelante, un montón de amigos, compañeros y varios de mis hermanos, hicimos un seguimiento. Nos comíamos lo libros que venían desde allá y luego los difundíamos. Así mismo, solíamos reproducir los casetes con la música de Carlos Mejía Godoy y los de Palacaguina, luego los vendíamos y ese dinero lo enviábamos a Nicaragua. Era una fuerza arrolladora que difícilmente se ve en la juventud de hoy. Yo tenía 18 años y era una de las mayores del grupo.
EL INFORME DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD
(Resumen Ejecutivo. Pág. 401)*
Entre 1984 y 2008 la Comisión de la Verdad registró 118 casos, varios de ellos colectivos, con un total de 456 víctimas en 6 tipos de violaciones de los derechos humanos: 269 víctimas de privación ilegal de la libertad, 365 de tortura: 86 de violencia sexual; 17 de desaparición forzada; 68 de ejecución extrajudicial y 26 de atentado contra la vida.
* En vista de que contra una misma persona se cometieron distintas violaciones de los derechos humanos, la cifra total de perpetraciones asciende a 831. Su mayor concentración se produjo en el gobierno de León Febres Cordero, en el cual se agrupa el 68% de las víctimas, es decir, 311 personas.
* De los 460 presuntos responsables, el 49,6% corresponde a oficiales y miembros activos y pasivos de la Policía Nacional, el 28,3% a miembros activos y pasivos de las 3 ramas de las Fuerzas Armadas, el 10% son autoridades de gobierno, y el 5,4% funcionarios judiciales.
* El uso de seudónimos, centros de detención y tortura clandestinos al interior de dependencias policiales y militares, casas de seguridad, entre otros, delata la clara intención de no dejar huellas sobre la autoría material o intelectual de los actos, exculpar de responsabilidad a los agentes del Estado e instaurar la impunidad.
Poco tiempo depués, Susana se integró al Partido de la Liberación del Pueblo, liderado por Jaime Galarza, pero sentía que no le llenaba del todo. Si bien la base era marxista-leninista, esta no respondía a sus inquietudes. Así que empezó a cuestionar y perfilar su búsqueda en alternativas que, directamente, respondieran a la realidad del país.Libros como La montaña es algo más que una inmensa estepa verde del escritor y comandante guerrillero nicaragüense Omar Cabezas, o los poemas de Tomás Borge y Ernesto Cardenal, entre otros, fueron claves en su formación política.
TRES
Corría 1984 y el régimen de derecha de León Febres Cordero gobernaba el país. Fue entonces cuando Susana —en medio de las primeras políticas entreguistas y persecuciones a los opositores— encontró un espacio totalmente distinto: Alfaro Vive ¡Carajo! (AVC), un grupo de izquierda revolucionaria que operaba en varias ciudades de Ecuador, desde su conformación de forma clandestina en la ciudad de Esmeraldas, en 1983, donde asistieron alrededor de 60 guerrilleros, y cuyo referente principal era el expresidente y líder de la Revolución Liberal, Eloy Alfaro.
Según Arturo Jarrín, uno de los principales dirigentes de AVC (en una entrevista concedida desde el penal García Moreno, en julio de 1984), los objetivos de la organización eran 5: ‘democracia auténtica, justicia social, economía nacional independiente, soberanía y, posteriormente, la conformación de la Patria Grande Americana’.
Quien propuso a Susana ingresar a la organización fue Francisco Jarrín, uno de los exmilitantes de AVC, con quien actualmente enfrenta un juicio en contra del exgeneral Édgar Vaca, uno de los presuntos responsables de su detención y torturas.
— Más que proponerme, Francisco me contó (porque aparte era colaborador, en ese entonces, del M19). Yo quise colaborar con AVC y empecé apoyando con algunas actividades de inteligencia.
Con actividades de inteligencia Susana se refiere a guardar documentos confidenciales, distribuir periódicos, realizar operativos.
— Me sentía con toda la energía y el compromiso. Era inexperta, pero luego me volví especializada (risas). A veces visitaba radios para hacer las tomas. Debía encontrar la forma de entrar a la cabina, ver los equipos, si tenían casetera, el movimiento de la gente, etc. Una vez dije que quería publicitar una fiesta que iban a hacer en mi barrio y que debía hablar con el director, entonces me dijeron: ‘No, mejor difunde ahora, tú misma’. Me quedé fría, y no me quedó otra que mentir e invitar al público a una fiesta que jamás existió’.
— ¿Y el miedo, nunca la detuvo?
— Nunca. Pues sentía mucho temor, pero había que seguir. Habían compañeros más fríos y experimentados, yo siempre temblaba; con el tiempo lo superé. Además teníamos, entre nosotros muchas cábalas para darnos fuerza y ánimo.
— La necesitaban, porque para ese entonces ya habían desaparecido y muerto algunos de sus miembros.
— Es cierto, pero antes que uno estaba el ideal. Y en esa intensidad con la que uno vive, no te detienes. Sabía que hoy estaba conversando con mis compañeros y quizá mañana no los volvería a ver más.
CUATRO
Durante el gobierno de León Febres-Cordero, entre 1984 y 1988, hubo un total de 310 víctimas de crímenes de lesa humanidad: 32 ejecuciones extrajudiciales, 9 desapariciones forzadas, 214 privaciones ilegales de libertad y 275 torturas, de las cuales 72 incluyeron actos de violencia sexual, y 12 atentados a la vida. De ese total, el 19% tuvo algún vínculo con Alfaro Vive ¡Carajo!
Susana conoció a su esposo, otro militante de AVC, en la cárcel. Llevan 25 años juntos y tienen una hija.
En 1986 se ejecutó extrajudicialmente a los máximos dirigentes de la organización: Arturo Jarrín, Fausto Basantes, Ricardo Merino y Hamet Vásconez. Sin embargo, en aquel período, en el informe de la Policía los muertos no llegaban a 10.
Con la excusa de que eran un movimiento insurgente, el gobierno cometió una serie de violaciones a los derechos humanos, que en el Informe de la Comisión de la Verdad (mayo, 2010) constan como las más graves en la historia del país. A través de los denominados ‘escuadrones de la muerte’ (grupos paramilitares de extrema derecha), el gobierno trató de erradicarlos con una serie de amenazas, detenciones ilegales, torturas, violencia sexual y ejecuciones.
CINCO
A pesar de que los padres de Susana Cajas nunca fueron políticamente activos, 2 de sus hermanos: Fabricio y María Rosa, también se adhirieron a la militancia de AVC.
— Yo creo que mis padres nos sensibilizaron sin darse cuenta. Mi padre, por ejemplo, era la personificación de la humildad; en sus manos de campesino siempre vi la lucha y la constancia.
En junio de 1985 la policía allanó su casa en busca de María Rosa, la primera de los 3 hermanos en ser identificada. Al no encontrarla, la policía continuó su búsqueda, un año más, y sus padres —que no sabían nada— fueron constantemente interrogados. En consecuencia, los 3 no tuvieron más opción que pasar a la clandestinidad.
SEIS
El 10 de octubre del mismo año se pretendía realizar, en Esmeraldas, la Segunda Conferencia Nacional de Alfaro Vive ¡Carajo!, para lo cual los participantes debían llegar al sitio en grupos compartimentados, entre otras medidas de seguridad. Sin embargo, la Conferencia no se efectuó, pero los órganos de inteligencia militar ejecutaron un operativo cuyo resultado fue la detención de Susana Cajas, Francisco Jarrín y Luis Vaca, en el Parque Infantil.
Susana llevaba una cédula falsa bajo el nombre de Flor de los Ángeles Cuamba Betancourt, con número 170767021-0, y en la que aparecía como casada; lo cual corroboró que mentía puesto que ella había alegado que era novia de Francisco Jarrín y que lo había acompañado a hacer la rural en dicha provincia.
Acto seguido les llevaron al Batallón Montúfar e inmediatamente los encapucharon y los separaron.
Lo sucedido fue detallado en 2 partes informativos; el primero enviado al jefe del II Departamento de la Comandancia General del Ejército, el 11 de noviembre de 1985; y el segundo, sin fecha, realizado por Óscar Proaño y dirigido al ingeniero Calvo (Édgar Vaca), responsable del desaparecido Servicio de Investigación Crimial (SIC-10).
— Cuando me quitaron la capucha estaba en un cuarto oscuro, una única luz me encandilaba el rostro y una voz me hacía preguntas.
Entre las primeras agresiones que recuerda Susana, está el haber sido vendada los ojos y puesta en medio de un círculo donde los agentes la empujaban mientras le decían: “Yo soy Arturo... Yo soy Fausto... Yo soy Hamet...”, nombres correspondientes a los dirigentes de AVC.
— Mientras hacían eso me manoseaban todo el cuerpo, entre burlas e insultos, trataban de hacerme sentir una boba o una prostituta. Para ellos no había la posibilidad de que una mujer tuviese un pensamiento propio, una opción política, sino más bien decían que era una tonta, que mis compañeros me habían engañado.
Luego de varios días, la trasladaron a los calabozos en Quito.
Si bien las torturas eran continuas, en el caso de Susana, más que golpes y descargas eléctricas, el abuso fue sexual y psicológico.
— Ahora soy capaz de contarlo, pero en mi inconsciente debe haber mucho dolor todavía. Una de las cosas más terribles era que me obligaban a masturbarles, el permanecer desnuda todo el tiempo, noches enteras bajo la ducha; y mientras eso sucedía ellos me decían, una y otra vez, que me iban a matar.
El 12 de diciembre de 1985 el Arq. Bolaños, seudónimo de Wilfrido Chuga, envió un parte informativo al exgeneral Édgar Vaca sobre el caso de los 3 detenidos. Más tarde se siguió un juicio penal en contra de Susana Cajas por adulteración de documento público, en el cual se dictó el sobreseimiento provisional del proceso. A pesar de ello, el 8 de diciembre de 1988 Manuel Bermeo, sargento de inteligencia, recomendó en su análisis ‘la vigilancia discreta sobre todas sus actividades’.
SIETE
Dos años permaneció Susana detenida, y pese a que fue una época demasiado oscura, fue allí donde conoció a su esposo, Marco Troya, otro militante de AVC.
— Marco estaba en el penal, con mi hermano Francisco, y yo en el Centro de Detención Provisional. Los únicos momentos que podía verlo eran cuando nos llevaban al dentista, pero eran visitas efímeras. Una vez llegué a sacarme la curación para volver a verlo.
A pesar de que al principio se carteaban por cuestiones políticas, Marco empezó a enviarle poemas a su celda. Muchos creían que su relación era producto de la intensidad en la que vivían (Susana no supo más de su anterior pareja y la compañera de Marco fue asesinada), pero ambos concuerdan en que su historia se basó en un profundo respeto y compañerismo, lo que ayudó a superar cualquier dificultad.
Ya llevan 25 años juntos, tienen una hija de 14: Sara, y el tiempo —al parecer— les ha dado la razón.
OCHO
(Jueves. 27 de febrero de 2014). La casa de Susana Cajas está en Conocoto, al sureste de Quito. Junto a ella se encuentran su hermana María Rosa, su esposo, su hija y su madre: Rosa Lara. Todos cuentan anécdotas, revisan archivos, lugares, nombres, fechas. Su madre tiene casi 90 años, un problema auditivo, pero su memoria permanece intacta.
— Cogía el canasto de comida y hacía el recorrido de siempre: empezaba por la María Rosa en el Inca, luego me iba al CDP por la Susana y finalmente me iba al penal donde el Fabricio, pero llevaba comida para todos sus compañeros de celda.
— Supongo que más de una vez creyó que no los volvería a ver.
— No. Mi corazón sabía que estaban vivos, incluso cuando un periódico dijo que mi hija estaba muerta, yo no le creí. Intuición de madre dicen que es; y eso mismo fue.
NUEVE
En febrero de 1991 Alfaro Vive ¡Carajo! hizo la entrega oficial de las armas al expresidente Rodrigo Borja (ID), con el compromiso de contribuir a la paz y la democracia. En adelante, Susana se dedicó a trabajar con niños y jóvenes en riesgo, con organizaciones de base urbanas y rurales, con movimientos para el cuidado ambiental y seguridad ciudadana, en procesos de capacitación a emprendedores informales, entre otros espacios de lucha.
— ¿Cómo fue esa transición; primero como guerrillera, ahora como asambleísta?
— No fue tan difícil, el ideal siempre ha sido el mismo. Nunca he fallado a mis convicciones y fue en este proyecto político que encontré esa apertura; por eso sigo.
“Justicia es todo lo que pido; que aquellos que se creían intocables respondan por tanta atrocidad”.
DIEZ
El 3 de mayo de 2007 el presidente Rafael Correa, mediante decreto número 305, creó la Comisión de la Verdad con el objetivo de ‘investigar, esclarecer e impedir la impunidad respecto a la violación de los derechos humanos, ocurrida entre 1984 y 1988 y otros períodos”. Del informe final, 10 involucran, directamente, a Édgar Vaca, y entre los testimonios está el de Susana Cajas, en el apartado: ‘Violencia Sexual. La ceremonia de degradación’.
ONCE
El 1 de octubre de 2013, en la Corte Nacional de Justicia, el fiscal general del Estado, Galo Chiriboga, presentó ante la jueza Lucy Blacio cargos contra Édgar Vaca y otros 9 agentes por delitos de lesa humanidad. El 30 de diciembre, la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) recibió la notificación de búsqueda de Édgar Vaca como prófugo del juicio por la desaparición forzada, abuso sexual y tortura en contra de Susana Cajas, Luis Vaca y Francisco Jarrín.
El 13 de febrero de 2014 el exgeneral fue detenido en Washington, pero por asuntos migratorios, puesto que había excedido su tiempo de permanencia; en consecuencia, se abrió un proceso de deportación. Sin embargo, la presión por parte de la Fiscalía aumentó ya que la audiencia oral para que Vaca explique por qué se encontraba sin la documentación legal estaría prevista para 2015, por lo que el 18 de febrero Chiriboga pidió su extradición. Actualmente, Édgar Vaca, de 65 años, continúa en EE.UU. bajo medidas cautelatorias.
DOCE
Es miércoles 12 de marzo de 2014, uno de los días más importantes en la vida de Susana Cajas. Está frente a la Corte Nacional de Justicia y en breve iniciará la quinta audiencia; la última antes de que la jueza dicte sentencia. Junto a la puerta, un pequeño grupo de familiares y miembros de las Fuerzas Armadas llevan carteles en favor de los acusados; carteles como este: “Apoyo a lo generales. Las FF.AA. no son criminales, son fuerzas victoriosas y de honor”.
Susana ingresa esquivando el tumulto, nerviosa, pero segura, con la frente en alto, digna. Ya en el auditorio, Susana se sienta junto a su compañero de lucha, Luis Vaca; y frente a ellos: los abogados de los 14 agentes inculpados. Tensión. Han pasado 28 años para que este momento ocurra.
Susana vuelve a salir, toma un respiro y luego repite, una vez más, con su voz pausada: “Lo único que pido es justicia; que aquellos que se creían intocables ahora respondan por tanta atrocidad”. Lo dice y parecería que adentro empezara la lluvia, con esa constancia que todo lo limpia. Esperanza, la llaman algunos. Eso que Susana Cajas, en todos estos años, nunca perdió.