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Punto de vista
¿Qué modelos de aprendizaje proponen las universidades para la carrera de Derecho?
Las facultades y escuelas de Derecho deben asumir una discusión indispensable para el rediseño de la carrera. ¿Buscamos un modelo de aprendizaje por perfiles de desempeño? ¿Qué competencias queremos desarrollar en las asignaturas con relación al perfil de egreso? ¿Qué elementos son necesarios para un modelo que exprese resultados de aprendizaje? ¿Cómo fortalecer los vínculos entre el funcionamiento del modelo con los objetivos educacionales? ¿Qué aspectos deberían modificarse para alcanzar un perfil de egreso que armonice los ejes de formación humanista con los ejes de capacidades para resolver los desafíos de la profesión?
Ha sido muy común apreciar un esquema de formación basado en que las y los estudiantes se dedican a tomar apuntes para reproducirlos después de manera textual a la hora de la evaluación. También cabe señalar que repetir las experiencias de la modalidad metodológica de la Clase Magistral no permite generar mayores posibilidades para la construcción de actitudes y aptitudes frente a los requerimientos cognoscitivos. Debemos recoger algunos aspectos positivos del modelo tradicional y replantear sus prácticas y perspectivas para superar sus decadencias. Necesitamos de distintas modalidades metodológicas para ocasionar una ruptura al paradigma de aprendizaje: pasar de las dinámicas de observación y representación de las y los estudiantes a las dinámicas de creación y participación en que ellos son los actores protagónicos. Romper el paradigma significa que las y los docentes modifiquen el carácter excesivamente disciplinario de la formación, hacia formas más amplias e integradas, lo cual permitiría compartir y construir el saber para articular conocimientos, componentes y enfoques. Entender que no se trata de concentrar o manejar el saber, sino de abrirlo para la apropiación y distribución entre las y los estudiantes. Necesitamos docentes que no solo piensen como abogados(as), sino que asimilen las visiones inter y transdisciplinarias del conocimiento, sin argumentaciones lineales, unidireccionales y excluyentes.
La complejidad en la formación del abogado(a) y los campos de actuación a los que se proyectan necesitan una diversidad de modelos de aprendizaje orientados a redefinir y recuperar el rol de los sujetos educativos para que sean considerados de otra manera. Para ello es crucial configurar otros ambientes de aprendizaje donde inauguremos la heterogeneidad en los planteamientos curriculares y sus componentes: educativos, investigativos, epistemológicos, culturales, políticos, formativos y de evaluación.
Por supuesto que hay una dimensión curricular política en la formación del abogado, en la medida en que nos debe trasladar a reflexionar y comprender sobre las lógicas del poder desde los discursos pedagógicos, pero también a partir de las prácticas curriculares con respecto a la aplicación y uso de la ley, así como la intencionalidad que expresan los operadores encargados de administrar justicia, todo ello con miras a vincular y complementar las dimensiones investigativas en relación a la exploración y organización de las ciencias relacionadas al derecho y las formas de interpretación de la ley. Esas dimensiones deben nutrirse de la dimensión educativa para razonar los fines y alcances de los actos normativos en un Estado y en una sociedad.
La construcción de los modelos de aprendizaje pasa por dos preguntas fundamentales para señalar los sujetos que aprenden, los saberes y los contextos: ¿Qué sociedad quieren las y los abogados? ¿Qué sociedad son capaces de construir esos profesionales con su desempeño profesional?