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Música, dibujo, artesanías, manualidades son actividades que se realizan en las cárceles
Privados de la libertad encuentran en el arte una forma de ser libres
“La pintura te quita el estrés del encierro. Tú proyectas y plasmas lo que tienes en la mente”, expresó Manuel Hernández, una persona privada de la libertad que cumple una sanción de 5 años en el Centro de Rehabilitación Social (CRS) Regional de Guayas. A sus 43 años, y habiendo pasado los 3 últimos en un penal, cuenta que en este tiempo ha aprendido a valorar no solo el talento que posee, sino también a su familia, amigos y la libertad.
“Lo que más pinto son paisajes, la playa, la arena, las palmeras. Extraño la naturaleza. El primer cuadro que pinté no fue de este tema sino que junté en el mismo a Jesucristo, Eloy Alfaro y el Che Guevara. Quise expresar que muchos hombres buscan hacer revoluciones, pero solo Jesús logró la verdadera revolución por buscar la paz y el amor en la humanidad, por eso a Él lo dibuje sobre los demás”, precisó el interno conocido como ‘Arete’.
Este no fue el único cuadro en que mostró el poder del personaje religioso, en otro en el que lo denominó ‘El Ángel de la devastación’ lo ubicó sobre una ciudad destruida extendiendo sus manos. “Todos vamos por un mismo camino y debemos pensar en un cambio antes de que llegue el fin”, manifestó.
El interno ‘Arete’ es parte de un grupo musical. “Con todas estas actividades me siento libre. Muchos de nosotros pensamos seguir con la música después de salir de prisión.
Rolando Méndez, de 40 años, coincidió con su compañero en que las actividades culturales y laborales son de suma importancia para su rehabilitación. “Al principio es difícil levantarse de la caída, no sabes si salir o no de la celda. Pero hay que hacerlo, pararse con fuerza y seguir adelante”, sostuvo.
Larissa Marangoni, directora cultural de Guayaquil del Ministerio de Cultura y Patrimonio, destacó que cuando uno pinta pierde el sentido del tiempo mientras traza historias. “Hace que la persona se concentre, se olvide lo que ha pasado, ha hecho o lo que irá a suceder. Hay un tiempo intermedio que permite pensar, dialogar contigo mismo, es una especie de meditación. Ellos pueden sentirse no cuestionados”.
La funcionaria estuvo en una de las últimas exposiciones de las obras de las personas privadas de la libertad, en el Malecón Simón Bolívar, en el centro de Guayaquil. Ahí observó que la mayoría de cuadros era de paisajes, lo que para ella significa un anhelo de libertad, de reencontrarse con la naturaleza. “El arte es uno de los pocos vehículos y modos de desarrollo de la libertad de las personas, pueden decir lo que sienten y necesitan”.
Pedro López, coordinador de las actividades culturales de la Penitenciaría del Litoral, apuntó que gracias a los talleres de artes plásticas brindados en el centro ha salido a la luz más de un pintor. Según contó, lo primero que pinta un estudiante en su primer cuadro, generalmente es algo que recuerda mucho, que le llama la atención o que aprecia. Por ejemplo, las personas nacidas en las zonas campestres del país suelen pintar caballos, bosques u otros elementos de la naturaleza.
Pero también hay quienes, con más experiencia, plasman paisajes de países que les gustaría conocer, como es el caso de ‘Armando’, pues en varias ocasiones ha recreado las góndolas de Venecia.
El instructor manifestó que para un mejor proceso de rehabilitación social es fundamental que los privados de libertad realicen actividades de este tipo, pues pintar les ayuda a expresar lo que muchas veces no dicen.
Acotó que es muy importante, porque se han visto casos de internos que se deprimen mientras están sin actividad; sin embargo cuando dejan de ser ociosos, su estado de ánimo mejora, como es el caso de los estudiantes de pintura. (I)