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Los campesinos colombianos afrontan el reto de dejar la coca
En Colombia los cultivadores de coca, base de la cocaína, de la que este país es el primer productor mundial, son escépticos con respecto al plan del gobierno de sustituirla por el café o el banano, legales por cierto, pero más complicados de vender.
“Es un lindo proyecto, pero para vivir de esto...”, sostiene un campesino de Pueblo Nuevo, a cuyo alrededor el verde de las plantaciones de coca contrasta con el esmeralda de la jungla que cubre los flancos de la Cordillera de los Andes.
“Cuesta demasiado llevar el banano hasta la ciudad”, explica este hombre desgarbado, de 34 años, que teme decir su nombre en este antiguo feudo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Apenas un camino marcado por surcos serpentea desde una cima a la otra para vincular esta aldea con el resto del mundo. Se necesitan al menos tres horas para llegar a Briceño, principal localidad de la comuna del mismo nombre, a 32 kilómetros. Llegar a Medellín, capital de Antioquia (noroeste) y una de las ciudades más importantes del país, lleva siete horas para recorrer 200 kilómetros, si no llueve y se va en un vehículo 4x4, inaccesible para la mayoría.
Arrendador de su parcela de una hectárea, este cultivador está preocupado. Su vecino Ocaris Ayeysa, de 61 años, también: “Estamos a la expectativa de que el gobierno cumpla lo que está pactado en los acuerdos con las FARC, pero hasta el momento es muy poco lo que hemos visto del gobierno”.
En noviembre, el presidente Juan Manuel Santos firmó la paz con las FARC, creadas en 1964 tras una insurrección campesina. Entonces 7.000 rebeldes iniciaron el desarme y el gobierno pretende ahora aplicar el punto 4 del acuerdo, contra el tráfico de drogas.
“No hay oferta sin demanda”
Santos, premio Nobel de la Paz 2016, y su equipo lanzaron el Programa Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito, recorriendo las regiones más afectadas por la guerra, que también son las más sembradas de coca.
“Por primera vez Colombia, que ha sido el mayor productor y exportador de cocaína durante 30 o 40 años, inicia un plan que les da una solución definitiva a los campesinos cocaleros para que reemplacen la coca por productos legales”, declaró Santos mientras arrancaba simbólicamente una planta de un campo escarpado de Pueblo Nuevo, para reemplazarla por un banano.
Hay urgencia: la coca cubre más de 96.000 hectáreas, un récord desde 2007, y Colombia es el primer exportador de cocaína con 646 toneladas en 2015, según la ONU, para disgusto de Estados Unidos, primer destino de la droga. Santos se reunirá hoy con su homólogo estadounidense, Donald Trump, en Washington.
Para uno de los dirigentes de las FARC presente en Pueblo Nuevo, “la gente tiene muchas esperanzas de que (...) se pueda erradicar la marginalidad”.
Pero “la droga no solo es un problema de Colombia, es un asunto mundial. Así no hay demanda”, declara el comandante guerrillero Félix Antonio Muñoz Lascarro, más conocido por su sobrenombre ‘Pastor Alape’, quien apeló a la comunidad internacional para que ayude a controlar el narcotráfico.
El plan, que abarca 83.790 familias, tiene el propósito de erradicar 50.000 hectáreas de cultivos de coca en los próximos 12 meses a cambio de una subvención mensual de $ 330 durante un año y asistencia técnica durante dos años.
La cocaína, nervio de la guerra interna
El programa también fue lanzado en el Guaviare, entre otros departamentos. “Nuestro problema es que no tenemos vías, no tenemos electrificación, no tenemos comunicación. Nosotros vivimos realmente sin ningún apoyo, sin nada porque el Gobierno Nacional no ha llegado a nuestras comunidades”, lamenta Milena Alcira Álvarez, de 40 años.
Esta campesina, representante de los “cocaleros” de Guaviare, está de acuerdo con el plan, pues estima que “el proceso de paz es bueno siempre que el gobierno cumpla”.
Según Nelsy Dominga Rodríguez, de 42 años, “si se acabara la coca, de pronto hay paz porque la guerra se ha hecho en torno a esta planta” utilizada desde hace 30 años por los distintos grupos armados para financiarse.
Con el transcurso de las décadas, la guerra interna involucró a alrededor de una treintena de guerrillas de extrema izquierda, milicias paramilitares de ultraderecha y las propias Fuerzas Armadas colombianas, lo que dejó al menos 260.000 muertos, más de 60.000 desaparecidos y 7,1 millones de desplazados por la violencia. (I)
Uno de los rehenes liberados por el ELN fue asesinado
Uno de los dos cautivos liberados el martes por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) murió y el otro resultó herido en un ataque perpetrado una vez concluida la operación humanitaria de entrega, informó la Policía.
Los liberados, que no fueron identificados, estaban “en un hogar de paso (Quibdó, capital del departamento del Chocó) y de allí salieron a comprar algún producto en las cercanías cuando fueron abordados por dos sujetos que sin mediar palabras arremetieron contra ellos disparándoles con armas de fuego”, informó el comandante de Policía del Chocó, coronel John Milton Arévalo.
“Una persona fallece y la otra se encuentra lesionada” (...) recuperándose en un centro asistencial, puntualizó. La persona herida tiene antecedentes por porte ilegal de arma de fuego este año y “comportamiento contrario a la convivencia”.
“Iniciamos con la Fiscalía una serie de investigaciones para conocer las circunstancias y motivación de este lamentable hecho”, dijo.
Arévalo explicó que los liberados no tenían custodia policial “porque no habíamos sido informados de ninguna condición especial que revistiera algún tipo de medida extraordinaria por parte de las autoridades”.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que facilitó la liberación de los secuestrados del ELN, no se pronunciará por el momento sobre lo ocurrido, dijo un vocero del organismo. (I)