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Hasta el mediodía de ayer declararon 27 testigos

Las Dolores testificaron por primera vez en 11 años

Dolores Vélez (der.) y Dolores Briones (izq.) en la audiencia de juzgamiento, cuando se recibieron los testimonios. Foto: Álvaro Pérez/ El Telégrafo
Dolores Vélez (der.) y Dolores Briones (izq.) en la audiencia de juzgamiento, cuando se recibieron los testimonios. Foto: Álvaro Pérez/ El Telégrafo
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Dolores Vélez y Dolores Briones finalmente pudieron exponer ante un tribunal cómo vivieron el 19 de noviembre de 2003 los asesinatos de sus respectivos esposos durante un operativo policial en una farmacia de La Alborada, en Guayaquil, que dejó 8 muertos y 4 desaparecidos.

Al pasar al estrado Dolores Vélez se sentó frente al Tribunal. Luego de que le tomaron el juramento de rigor, el fiscal Galo Chiriboga le pidió que narre a los jueces los hechos vividos aquella mañana.

Entonces levantó la cabeza y temblorosa contó que ese día su cónyuge Carlos Andrade salió pasadas las 06:30 para comprarle pañales a su hija, que entonces tenía 3 meses y 9 días de nacida.

“Le dije la noche anterior que consiga los pañales, pero como estaba cansado por el trabajo lo dejó para el siguiente día”, narró la mujer que no pudo evitar las lágrimas.

Pasadas las 08:30 salió preocupada a la puerta del conjunto residencial donde vivía. El guardia del lugar le comentó sobre una balacera en la farmacia cercana.

Vélez describió cómo la Policía le negó la información e intentó implicar a su marido en la banda de asaltantes que supuestamente había ingresado a la botica. El informe de la autopsia reveló que el cuerpo de Carlos presentó  11 orificios de bala.

“Denuncié la muerte de mi esposo, pero la Fiscalía nunca hizo nada. Todos los días acudía a las oficinas para que investiguen el caso, pero nadie me ayudó, hasta ahora que pude declarar y contar a los jueces lo que pasó y el sufrimiento de mi familia, especialmente de mi hija, a la que le arrancaron para siempre el amor de su padre”, lamentó.

Después vino el turno de Dolores Briones, esposa de Guime Córdova, el mensajero de la farmacia que también murió en la balacera. Visiblemente nerviosa relató que ese día se enteró de lo sucedido por las noticias.

A su esposo también quisieron implicarlo en la banda. “Cómo es posible que le hayan disparado en la nuca cuando estaba boca abajo. Cobardemente le dieron la vuelta y pusieron cerca del cuerpo una bolsa con dinero y un cuchillo”, comentó indignada ante el tribunal.

Hasta el cierre de esta edición los testigos continuaron declarando.

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