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Chicos revelan que pandilleros los sedujeron con protección y amistad
La soledad los empuja a las ‘malas compañías’
Darío tiene 20 años y en su adolescencia fue aislado en un centro de menores infractores por tenencia de drogas. Relata que en el sector donde habita, la ciudadela Juan Montalvo, jóvenes le dieron la sustancia para que consumiera y vendiera.
“Uno se siente solo y por eso cae. Cuando fui encerrado me di cuenta de lo que estaba haciendo mal y decidí cambiar. Vi morir a 2 de mis amigos y otros permanecen apresados porque también fueron convencidos para ingresar a pandillas que no solo expenden droga, sino que se dedican a robar, al lavado de activos, entre otros delitos”, cuenta el joven.
Ahora Darío acude al centro MIESpacio Juvenil, un servicio del Ministerio de Inclusión Económica y Social, donde se promueven e implementan políticas de atención a adolescentes y jóvenes de entre 15 a 29 años. Así lo mencionó Janet Adanaqué, coordinadora del centro, ubicado en las calles Chimborazo y García Goyena, en el sur de Guayaquil. En la urbe porteña hay 2 de estos recintos y en el país funcionan 24.
Ricardo es un adolescente de 16 años. Él se conoció con Carolina, de la misma edad, en este sitio. Ambos se inscribieron en el taller de diseño gráfico.
El menor contó que se libró de caer en malos pasos por la formación de personalidad que recibió en su hogar. “Frené el carro a tiempo. Estaba en mi colegio y mi peor error fue ir al baño, cuando entré me ofrecieron hachís, pero no les acepté. Depende mucho del carácter de la persona, uno para llegar a consumir debe estar pasando por algo muy duro”, aseguró el adolescente.
Agregó que cuando uno es joven necesita desarrollar destrezas para lucirse ante la sociedad. “En este lugar hay calidez. Aquí ocupamos nuestro tiempo, tener demasiado tiempo libre nos puede llevar a las malas amistades, a buscar la calle”, manifestó Ricardo.
Carolina también relató su experiencia. Ella, cuando estaba en décimo año, fue presidenta de su curso y una vez le tocó enfrentarse a unos compañeros que consumían estupefacientes en el espacio donde recibía clases.
“Estamos expuestos a varias cosas, a las pandillas, al consumo de droga y hasta a suicidarnos por problemas familiares o en el colegio. Muchas veces nos sentimos discriminados por tener una forma distinta de pensar. Aquí nos sentimos respaldados, acompañados. Hasta nuestros padres quieren participar”, mencionó.
Jimmy Salazar, presidente del Colegio de Abogados del Guayas, señaló que en 1971, el Código Penal (vigente hasta agosto) ya instauró la figura de las pandillas. El artículo 601 establece que es la asociación de dos o más personas que se reúnen con fines de cometer delitos.
“Las pandillas han causado tanto dolor a la ciudadanía y al Estado en sí, porque atraen a los chicos y los meten en sus organizaciones, a las que es fácil entrar, pero difícil salir”, sostuvo.
Paola Martínez Loayza, presidenta del Comité de Damas del Colegio de Abogados del Guayas, precisó que el nuevo Código Orgánico Integral Penal (COIP) eliminó esa definición, borró el término pandilla y lo incluye en la asociación ilícita. También hay otras figuras como organización delictiva o delincuencia organizada.
“Asociarse no es malo, la Constitución lo contempla como derecho. Lamentablemente nuestros jóvenes por muchos años no tuvieron la orientación correcta y por diferentes problemas fueron presa fácil de estas pandillas”, comentó.
Agregó que recién con la Constitución de 2008 es una política pública, el velar por los jóvenes y la niñez. “Ahora sabemos que el MIES ha desarrollado un sinnúmero de actividades y de espacios para los jóvenes”.
Janet Adanaqué informó que hasta junio trabajaron aproximadamente con unos 1.700 jóvenes. En el MIESpacio Juvenil los chicos reciben durante 2 meses y medio talleres de diseño gráfico, break dance, producción de video, de radio, canto, guitarra, teatro y escuela de ciudadanía.
A esta última actividad los interesados tienen el compromiso de asistir. En cada ciclo la temática es diferente. Ahora trabajan en autoestima y liderazgo.
Los facilitadores de los talleres son voluntarios. Ellos además realizan actividades en barrios, como casas abiertas y festivales de artes.
Vanessa Mora, técnica de acompañamiento y consejería, detalló que de los 900 jóvenes que aproximadamente asisten a cada ciclo, el 70% tiene problemas por el consumo de drogas. “Ahí coordinamos la atención con el Ministerio de Salud”.