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La fiscal de Hierro: Claudia Carrasquilla lucha contra la mafia colombiana

Claudia Carrasquilla, fiscal de Medellín.
Claudia Carrasquilla, fiscal de Medellín.
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El más reciente golpe de la fiscal en jefe contra la Criminalidad Organizada de Colombia, Claudia Carrasquilla, fue contra el Clan del Golfo, el más poderoso cartel colombiano de las drogas.

A ese grupo que encabeza el exparamilitar Dairo Úsuga David, alias ‘Otoniel’ -el delincuente más buscado de Colombia-, Carrasquilla le quitó el 17 de agosto, en un solo operativo, propiedades valuadas en 130 millones de dólares.

Antes de eso Carrasquilla ya era una fiscal amenazada de muerte por varias organizaciones criminales de Medellín a las que atacó durante años con una persistencia pocas veces vista en los organismos judiciales de Colombia.

En Medellín, donde hasta junio pasado fue la fiscal en jefe, las mafias le pusieron precio a su cabeza.

Desde el 29 de ese mes es la directora nacional contra la Criminalidad Organizada de la Fiscalía General de Colombia y cambió su centro de operaciones a Bogotá. Subió de rango y es muy probable que también haya subido la apuesta de sus enemigos para acabar con ella.

Es por eso que la llamada ‘fiscal de hierro’ está resguardada las 24 horas del día por 10 escoltas en tres camionetas blindadas y por un contingente de policías.

También está entrenada para utilizar, como una tiradora profesional, su arma institucional: una pistola Jericho Baby nueve milímetros, de fabricación israelí.

Esta abogada de 50 años, que siempre luce rigurosamente femenina, es objetivo militar del Clan del Golfo, de la Oficina de Envigado y de las pandillas satélite de esas dos estructuras mafiosas que dominan Medellín, la segunda ciudad más importante de Colombia.

En febrero, en un allanamiento a una casa en la zona metropolitana de Medellín en la que fue capturado Julio César Salazar Arboleda, alias ‘Pantera’, la policía encontró un escrito en el que se mencionaba una colecta que estaban realizando 26 bandas criminales de la ciudad para asesinar a la fiscal.

‘Pantera’, un delincuente con larga trayectoria delictiva en el Clan del Golfo, confesó que ya se habían recaudado unos 65 mil dólares para ejecutar el plan.

“Tenían granadas y fusiles para matarme”, dice Carrasquilla a EL TELÉGRAFO.

Según ‘Pantera’, el atentado contra la fiscal se planificó “porque ella está encima de las organizaciones (delictivas) y está haciendo muchas capturas, entonces había que pararla”.

Al descubrirse el complot, el esquema de seguridad de la fiscal fue reforzado a tal grado que hoy es una de las funcionarias judiciales más protegidas del país.

De Pablo Escobar a ‘Otoniel’

Claudia Victoria Carrasquilla Minami era una estudiante de preparatoria cuando su natal Medellín fue sacudida por una ola de atentados terroristas con los que el jefe del Cártel de Medellín, Pablo Escobar, buscaba tumbar la extradición de colombianos a Estados Unidos y doblegar a los gobiernos que lo perseguían.

“Yo vivía en la zona del estadio Atanasio Girardot, de Medellín, que es donde se presentaron muchos de estos hechos de violencia. Había masacres, asesinatos de policías, balaceras y carros bomba. Fue una época muy dolorosa para la ciudad y para el país, en la que Pablo Escobar desafió al Estado y mató a mucha gente. Eso me motivó a estudiar derecho”, cuenta Carrasquilla.

Ella ingresó a la Fiscalía en 1994, cuando era estudiante de leyes en Medellín. Empezó como asistente y técnico judicial y en 2003, cinco años después de recibirse, se convirtió en fiscal.

En 2012 fue designada fiscal especializada de la Unidad Contra el Crimen Organizado, cargo desde el cual comenzó a perseguir a los grandes capos de Medellín, un antiguo centro de operaciones de poderosas organizaciones del narcotráfico que actúan a nivel local y transnacional.

Desde la Fiscalía, Carrasquilla vio cómo el imperio criminal construido por Pablo Escobar no se acabó con la muerte del capo, ocurrida el 2 de diciembre de 1993, durante un operativo policiaco en una casa cercana al sector del estadio Atanasio Girardot, en Medellín.

Uno de los sicarios de más alto rango en el Cártel de Medellín, Diego Fernando Murillo, ‘Don Berna’, fue quien asumió el control de gran parte del aparato militar de Escobar cuando este fue abatido y, con ese poder de fuego, se convirtió en el nuevo “patrón” de las organizaciones delictivas de la ciudad, a las que aglutinó en la Oficina de Envigado. 

‘Don Berna’ fue el capo de capos en Medellín hasta 2008, cuando fue extraditado a Estados Unidos tras entregarse a la justicia colombiana e incumplir –siguió delinquiendo desde la cárcel- un acuerdo de paz al que llegaron varios jefes narcoparamilitares con el gobierno del presidente Álvaro Uribe.

Ya como fiscal de la Unidad Contra el Crimen Organizado en Medellín, Carrasquilla comenzó una abatida contra los herederos de ‘Don Berna’, Maximiliano Bonilla Orozco, ‘Valenciano’, y Erickson Vargas, ‘Sebastián’, quienes acabaron enfrascados en una cruenta guerra por el control de la Oficina de Envigado, que dejó unos cinco mil muertos en la ciudad.

Entre 2011 y 2012, Carrasquilla logró la captura de los dos. Las pugnas entre ‘Sebastián’ y ‘Valenciano’ y su posterior captura, le abrieron las puertas de la ciudad al Clan del Golfo, que pronto arrebató una buena tajada de las rentas criminales (narcotráfico, narcomenudeo, extorsión) a la Oficina de Envigado, llamada así porque su centro de operaciones está en el municipio de Envigado, en el área conurbana de Medellín.

Carrasquilla reorganizó su equipo de fiscales e investigadores para perseguir ya no a una sino a las dos organizaciones criminales que se disputaban el control de esa urbe colombiana integrada por 10 municipios y con una población de 3.9 millones de habitantes.

“Comenzamos a hacer capturas sistemáticas de los cabecillas de la Oficina y del Clan del Golfo. Por eso los jefes ya no son tan visibles, por el temor a ser capturados. Ahora manejan un perfil mucho más bajo, pero aun así los estamos atacando, y por eso las amenazas contra nuestra vida”, señala la fiscal.

La Oficina de Envigado y el Clan del Golfo –una organización que también es conocida como Los Urabeños o el Clan Úsuga— hicieron un acuerdo de no agresión en 2013, el cual fue bautizado por el experto en violencia urbana Luis Fernando Quijano como “el pacto del fusil”.

Ese pacto, vigente hasta ahora, tuvo como propósito terminar con la ola de homicidios que atraía los reflectores de los medios de comunicación y de las autoridades.

Carrasquilla no aflojó en sus investigaciones y entre 2014 y 2015 llevó a la cárcel a la esposa de ‘Otoniel’, Blanca Madrid, y a la hermana del capo, Nini Johanna Úsuga, así como a una veintena de familiares cercanos y lugartenientes del jefe del Clan del Golfo que fueron acusados de delitos como lavado de dinero, tráfico de drogas y homicidio.

De los jefes de la Oficina de Envigado, la fiscal ha capturado a Freiner Ramírez García, alias ‘Carlos Pesebre’ (2013); Diego Mauricio Muñoz Agudelo, alias ‘Diego Chamizo’ (2016); Julio Perdomo, ‘El Viejo’ (2017), y Carlos Mauricio Soto Isaza, alias ‘Soto’ (2017), así como a 26 de sus lugartenientes.

“Cuando empecé a atacar a estos cabecillas que habían sido intocables en Medellín, se generó mucha molestia en estas organizaciones criminales porque ya no podían estar en la zona de confort, y por eso le pusieron precio a mi cabeza”, dice la hoy directora nacional contra la Criminalidad Organizada de la Fiscalía colombiana.

-¿Antes había permisividad con estas mafias y había corrupción? –se le pregunta a Carrasquilla.

-Las dos cosas. Lastimosamente, mis propios compañeros me decían que yo era boba, que para qué me exponía, que trabajara o no trabajara yo recibiría mi salario. Esa es la mentalidad de muchos funcionarios públicos, lo que me parece muy triste.

-¿Y usted por qué decidió no ser como ellos?

-Porque yo hago mi trabajo por convicción, porque me nace. Yo soy de Medellín y he visto lo que la delincuencia ha dañado a esta ciudad. Entonces, desde muy joven añoraba perseguir a estos criminales. Por eso he capturado a cabecillas que eran íconos y que nadie había logrado capturar, como ‘Diego Chamizo’ y ‘Carlos Pesebre’. No es que sea una heroína, es que ese es mi trabajo.   

En la mira

Una de las capturas que más recuerda la fiscal Carrasquilla es la de Freiner Ramírez García, alias ‘Carlos Pesebre’, quien debe su apodo a que nació y creció en el populoso barrio El Pesebre de Medellín. El delincuente, quien había sucedido a ‘Sebastián’ como el máximo jefe de la Oficina de Enviado, cayó en marzo de 2013 en una finca cercana a la ciudad por delación de un exescolta. 

Cuando la fiscal lo tuvo frente a ella, en un cuartel de la policía, él la desafió. Le dijo que no tenía ninguna prueba en su contra, que le sería imposible llevarlo a un proceso penal y que ningún hombre en Medellín se atrevería a declarar contra él.

‘Carlos Pesebre’ no sabía que Carrasquilla ya tenía a un testigo de un asesinato ordenado por el capo. Sabe que su trabajo la tiene en permanente peligro. Pero la fiscal dice que no tiene miedo por ella, sino por su familia. Y además sabe que está resguardada por un dispositivo de seguridad que pocos ministros tienen en este país. Eso es apenas normal para una ‘fiscal de hierro’ que ha capturado a un centenar de capos del Clan del Golfo y de la Oficina de Envigado y que hoy tiene en la mira a los más peligrosos delincuentes de este país. (I)    

Datos

Claudia Carrasquilla es egresada de la Universidad de Medellín (1997), con una especialización en Derecho Procesal Penal de la Universidad Autónoma (2016).

Está vinculada a la Fiscalía desde 1994, cuando ingresó como asistente judicial local. Al año siguiente ascendió a técnico judicial I y en 2003 llegó a ser fiscal local.

Entre 2005 y 2010 actuó como Jefe de la Unidad Local de la Fiscalía en el municipio de Itagüí, y desde 2012 es fiscal especializada.  

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