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El Coip establece 12 medidas para proteger a las víctimas de violencia

Jéssica sobrevivió a 4 puñaladas y hoy vive escondida de su expareja

Jéssica trata de salir adelante con el apoyo de su familia. Sus cicatrices le recuerdan el maltrato que vivió. Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
Jéssica trata de salir adelante con el apoyo de su familia. Sus cicatrices le recuerdan el maltrato que vivió. Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
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Jéssica sufrió más de 13 años maltratos físicos, sicológicos y patrimoniales de su esposo. Siempre fue sumisa hasta que él casi le quita la vida propinándole 4 puñaladas en el cuello. Ahora vive huyendo, a escondidas, con temor de que el individuo regrese a terminar lo que dejó inconcluso: matarla.

La mujer recuerda cómo transcurrió el miércoles 30 de julio de 2014, cuando casi muere a manos del padre de sus 4 hijos.

Después de su jornada normal de trabajo fue al gimnasio en compañía del menor de sus vástagos, de 5 años. Al salir sintió que alguien la observaba, que la perseguían, pero cuando se volteaba no veía a nadie. Nerviosa le pidió al instructor que la acompañara unas cuadras antes de llegar a su casa, en la manzana 270 de la cooperativa San Eduardo, en el norte de Guayaquil. De ahí caminó cogida de la mano de su pequeño.

La oscuridad la angustiaba más, pues le parecía ver sombras. Llegó a casa, subió las escaleras y al ingresar sintió que los nervios se apoderaron más de su cuerpo. Ansiosa le dijo a su hijo que mirara si alguien estaba en su cuarto y mientras el niño se alejaba una silueta, en forma de sombra, se reflejaba en el piso de otra habitación.

“¿Tú qué haces aquí?”, preguntó Jéssica al ver a Milton Wellington P.A., el hombre de quien se separó el 14 de julio de este año, el día que solicitó y le emitieron una boleta de auxilio. “¿Desde cuándo me estás engañando?”, le replicó el individuo mientras sacaba un cuchillo del cinto posterior de su pantalón.

Jéssica sintió como sus ojos, enrojecidos, la miraban con odio y su respiración cambiaba de ritmo. “Empezamos a forcejear, él me enterró 4 veces el cuchillo en el cuello. Luego me empujó por las escaleras, pedía auxilio, pero casi no podía gritar”, relató.

“¡Yo te tengo que matar!”, me gritaba Milton sin importarle que su hijo observaba todo, detalló.  
Mientras Jéssica se desangraba, su vecina Lorena cogió un tubo y salió a defenderla del irascible hombre, pese a que también podía ser víctima del maltrato. Esta es la última escena que recuerda de esa noche, pues cayó inconsciente en la calle.

Según le cuentan, el hermano de Milton llegó a llevárselo, pero no por ayudarla, sino porque él amenazaba  suicidarse después de quitarle la vida a la mujer. El hombre se fue empuñando el cuchillo y no supo más de él.

Milton tiene una boleta de captura en su contra emitida desde el 31 de julio, por el Juzgado Décimo de Garantías Penales del Guayas, por el delito de tentativa de asesinato.
“Llegué en coma al hospital Guayaquil, me salvé de milagro. Los cortes me comprometieron una arteria pulmonar. Salí del hospital el 15 de agosto”, narra con esfuerzo, pues su voz se apaga.

Desde esa fecha, Jéssica vive a escondidas, ya no regresó a la casa en que residía con Milton y tampoco permanece en sitios que él pueda encontrarla. Cambió de escuela a sus hijos, de 13, 11, 9 y 5 años, y cada vez que sale está alerta, observa todo a su alrededor.

“Debo estar escondida y así no puedo trabajar. Cómo mantengo a mis hijos si no puedo salir. Si no me separaba era por ellos, para darles una familia, ahora lo que quiero es seguridad”, se cuestiona.

“Aparte no me siento bien estéticamente, todos miran mis cicatrices”.

Pese a ser madre de 4 menores, la víctima aparenta menos edad. Ella cree que las agresiones de su esposo aumentaron cuando se dedicó a bajar de peso haciendo dieta y asistiendo al gimnasio. Pasó de una talla grande a una menor, ahora Jéssica luce delgada.

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Toda una vida de maltratos

Una prima de Jéssica cuenta que su pariente fue agredida desde que empezó a vivir con Milton, apenas a los 15 años. Él no la dejaba vestirse con escotes o ropa ceñida al cuerpo. Tampoco podía salir con amigos o maquillarse el rostro.

Con el transcurso de los años y con la llegada de los niños, Jéssica empezó a trabajar y eso se convirtió en otro problema. Todo el dinero que ganaba le daba a Milton.

“Lo peor, es un hombre delgado y patucho. Yo no sé por qué mi prima no tuvo el carácter para enfrentarlo y hacerse respetar”, dice la familiar.

El último trabajo que tuvo Jéssica fue en la ciudadela Samanes (en el norte de Guayaquil), en casa del jefe de su conviviente. “Cada vez que se me hacía tarde, por la distancia, y llegaba a casa pasadas las 19:00, sabía  que me golpearía. Me cacheteaba, me ahorcaba, cuando éramos novios actuaba igual, pero estaba ciega. Mi familia siempre estuvo en desacuerdo que viviera con él”.

Medidas de protección

El Código Orgánico Integral Penal (COIP)establece 12 medidas de protección para las víctimas de violencia intrafamiliar. Jéssica tenía una boleta de auxilio, pero, asegura,  cuando Milton quiso matarla no pudo llamar a la Policía.

Abelardo Albornoz, director provincial de gestión procesal del Consejo de la Judicatura (CJ), indicó que cuando una mujer es perjudicada debe ir a la Fiscalía del Guayas (Cuartel Modelo) en caso de que el hecho sea flagrante (en menos de 24 horas) o acudir a la Policía para que detengan al agresor y lo traslade ante la autoridad.

A la denunciante se le practican los exámenes médicos y sicológicos para determinar qué tipo de infracción se ha cometido: contravención o delito. La primera es cuando las lesiones provocadas no superen los 3 días de incapacidad; estas son presentadas en la Unidad de Violencia Intrafamiliar, en los complejos de La Florida o en la Valdivia.

En caso de que el informe médico determine que el maltrato causó incapacidad de 4 días en adelante es considerado delito y le corresponde la investigación a la Fiscalía.

“Obviamente, la víctima no está en capacidad de definir la gravedad de sus lesiones, así que puede ir a cualquier unidad de las citadas. El juez determinará el tipo de infracción y tiene la obligación de expedir una o varias medidas de protección establecidas en el COIP”, explica.

Si es una contravención la juzga y si no lo es, después de dar las medidas de protección, debe inhibirse de la causa y enviar el expediente a la Fiscalía. En el caso de violencia sicológica todas se consideran delito y se sanciona hasta con prisión dependiendo del nivel del daño.

Todo tipo de violencia es evaluada por el equipo técnico de la Judicatura, conformado por médicos, sicólogos y trabajadores sociales.

Albornoz indicó que el tiempo promedio para emitir una medida de protección es de 2 horas, aunque a veces suele ser más rápido. La más común es la boleta de auxilio que no tiene fecha de caducidad y es válida a nivel nacional.

Jamie Miranda, coordinadora de la Unidad de Violencia Intrafamiliar del Complejo Judicial  de La Florida, indicó que cuando la víctima recibe el documento con sus medidas de protección debe acercarse al Departamento de Violencia Intrafamiliar (Devif) de la Policía Nacional, para que los agentes se las comuniquen al   agresor.

“Algunas mujeres no lo hacen porque temen que sus parejas las maltraten por ese motivo”, indica.
El mayor Jaime Ruales, jefe de Operaciones de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), manifiesta que los policías le comunican al supuesto agresor que no puede acercarse a la denunciante y en caso de hacerlo será detenido.

LEA EL CÓDIGO INTEGRAL PENAL

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