Publicidad

Ecuador, 13 de Agosto de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo
Ecuado TV
Pública FM
Ecuado TV
Pública FM

Publicidad

Comparte

Punto de vista

Entre Marx y una Constitución desnuda

-

El título de este artículo evoca la novela de Jorge Enrique Adoum, y lo hago para intentar trazar algunas preguntas y disquisiciones sobre el texto de Montecristi a partir de ciertas líneas argumentativas que se presentan en la aludida propuesta narrativa.

La norma fundamental de 2008 pretendió constituirse en un texto normativo anti-canon constitucional con la creación de dos funciones del Estado adicionales que modifiquen la tradicional división de poderes, creyendo quizás que con ello se consolidaría la pretendida separación, pero, ignoró el propio pensamiento marxista crítico en tanto no supo advertir que las correlaciones de fuerzas siempre terminan por reeditar y recomponer el poder hegemónico que termina por cooptar y someter aquellos resortes institucionales que pretendan balancearlo.

Incluso, se le pasó que al igual que el capital tiende a la acumulación y concentración, el despliegue de la modernidad política no podía concebir un poder político que reproduzca los pliegues por los que opera el capital: instancias institucionales que lo acumulan y concentran. Marx fue recurrente en dejar de lado, por momentos, la vocación por la utilidad de la democracia, lo cual parecería ser también los argumentos y conflictos agudos que resurgen de Montecristi.  

Si la novela de Adoum expresa una parodia y un intento por plantear rupturas, el texto constitucional corre la misma suerte, con la diferencia que aglutina sus propias trampas que le impiden conseguir sus más íntimos propósitos. Articula diferentes membretes que propiciarían una participación potente, pero sacrifica los mecanismos institucionales de la representación política y termina por vaciar los instrumentos que viabilicen la fiscalización política del ente legislativo y una mayor participación en la corresponsabilidad sobre la implementación de las políticas públicas. Es decir, la principal instancia de participación y representación política perdió el lenguaje del control político y la fiscalización, apenas atisba ciertas palabras inconclusas.

Para el caso de la tarea legislativa, la deliberación rememora diálogos de espejos, que no promueven una auténtica inclusión de minorías políticas, organizaciones sociales diversas y actores distintos para el desarrollo legislativo como garantía e instrumento suscitador de capacidades de la democracia deliberativa. Aprobar y votar por informes, a la hora de la aprobación, mutila los sentidos del mundo de la vida y deja por fuera los horizontes dialogantes para incluir las convivencias y connivencias que tratan una sociedad compleja como la nuestra.

Vuelve la sombra de Marx, parecería que las proposiciones normativas intentan reconocer un amplio catálogo de derechos y garantías para pensar que el poder popular puede superar y organizar el poder constituido, sin embargo, la sombra marxiana se desvanece y se reposiciona una estructura orgánica que fortalece un único poder real, que revisa, decide y puede negar esos derechos, con escasos -o inexistentes- controles horizontales y verticales para revisar y contrabalancear esas decisiones.

Cuando la novela de Adoum celebra su estructura “narrador/autor/sin nombre”, la Constitución también inscribe su propia estructura: derechos/garantías/poder real que contradice la soñada pretensión “garantista” porque reduce los significados defensores de la exigibilidad y justiciabilidad de los individuos en sus derechos y protecciones a un estado organizado para negar las respuestas y con herramientas que terminan por reproducir los ecos institucionales. Un numeroso conjunto de derechos de libertad, pero que olvidó el derecho primordial: el derecho a una libertad general y anterior al ejercicio de las demás libertades para su efectiva vigencia.

El nombre de la novela se completa con el siguiente subtítulo: Entre Marx y una mujer desnuda. Texto sin personajes. En el caso de la Constitución de 2008, parecería ser un proyecto social sin individuos, unas disposiciones normativas desnudas sin ciudadanos que puedan impulsarla cuando existe un haz de dispositivos institucionales que son más fuertes que la sociedad. Un modelo de desarrollo tergiversado y manipulado desde la visión exclusiva de la estatalidad, sin la esencia y mayor incidencia de los colectivos, una organización social proclamada, y, al mismo tiempo, reducida porque la representación de la sociedad no puede estar en la institucionalidad en unos casos, y en los que sí puede no hay garantías para evitar su cooptación.

Si la novela se torna una comedia crítica, el texto constitucional evidencia escenas ambiguas y complejas al constatar intentos del aparato estatal por promover la participación social, al mismo tiempo, que pretende reemplazarla y desconocer sus garantías para la organización.

Publicidad Externa

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Noticias relacionadas

Pública FM

Social media