En esta ocasión, queridos lectores, no trataré los temas cotidianos del derecho y del acontecer público o actualidad nacional. Hoy me dirijo a ustedes con un mensaje distinto, uno de reflexión.

En esta época del año es común ver a las personas corriendo de un lado a otro en busca de ese regalo que permita transmitir al ser querido los sentimientos de cariño o agradecimiento, en el mejor de los casos, o en otros, producto de la presión social a la que equivocadamente nos dejamos llevar.

Sin embargo, sin llegar al extremo de que entregar un presente sea malo, los invito a reflexionar sobre el verdadero significado de esta fiesta de fe.

Quienes profesamos y practicamos la religión católica o el cristianismo en general, el 25 de diciembre de cada año conmemoramos el nacimiento de  Jesús, Hijo de Dios, quien vino como uno más de nosotros a enseñarnos la lección más grande de amor a la humanidad que jamás se haya visto: entregar su propia vida como muestra de la existencia de un amor puro y sin pretextos.

Es en mérito de ese amor y entrega que hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado y poseemos una nueva oportunidad para hacer las cosas de mejor manera, llevando una vida ecuánime, equilibrada, justa, apegada a los 10 mandamientos de la Iglesia, que no son otra cosa que 10 claros lineamientos de cómo podemos los seres humanos vivir en armonía los unos con los otros, tal como es el espíritu de la legislación mundial.

Independientemente de la cena, reunión familiar o intercambio de regalos, este 25 de diciembre debemos tomar unos minutos de nuestro tiempo para recordar el nacimiento de un ser que lo entregó todo por ti y por mí, recordando el acto de amor y de fe que él tuvo con nosotros, emular ese tipo de sentimientos en nuestro diario quehacer, permitiéndonos crecer cada día como seres humanos.

Espero de todo corazón que el amor de Jesús llene nuestros corazones con los mejores sentimientos positivos que la humanidad ha podido experimentar, que haya armonía, unión y paz en cada uno de nuestros hogares, propendiendo siempre a la felicidad de nuestros seres queridos.

Con sinceridad, que tengamos todos una Feliz Navidad.