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El Estado Islámico aplica el reclutamiento forzoso de jóvenes
“Todos los jóvenes de 20 a 30 años deben enrolarse para combatir en toda Siria”. Desde que escuchó este llamamiento del grupo yihadista Estado Islámico (EI), Mahmud Al Ali huyó de su pueblo, en el este sirio, sin mirar atrás.
Acorralada por todas partes en ese país en guerra, la organización ultrarradical impuso recientemente el reclutamiento obligatorio en Deir Ezzor, la última provincia que controla casi totalmente en Siria, desde 2014.
Como Mahmud Al Ali, de 26 años, los habitantes de ciudades y aldeas de la provincia han salido para evitar el reclutamiento. Muchos se han refugiado en un campamento de desplazados de la provincia vecina de Hasaké (noreste), a siete km de la localidad de Aricha.
En pleno desierto, el campamento es un mar de tiendas con las siglas de la Agencia de Naciones Unides para los Refugiados (Acnur).
Hay niños y mujeres sentados, incluso por el suelo, bajo un sol abrasador, pero el campamento se distingue por estar mayoritariamente integrado por hombres jóvenes.
“El EI nos dijo que la yihad (guerra santa) era ahora nuestro deber”, cuenta Mahmud Al Ali, que abandonó junto con su familia la localidad de Al Echara, al sureste de la ciudad de Deir Ezzor, capital de la provincia del mismo nombre.
Bombardeos y arrestos
“Pero la mayoría de los jóvenes rechazaron y huimos por miles”, agrega el muchacho quien, como muchos otros, lleva una túnica masculina tradicional y una larga barba, el estilo impuesto por el EI.
Tanto los habitantes como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informaron en los sermones del viernes, por altavoces y en folletos, que los yihadistas habían advertido a los residentes que tenían una semana para apuntarse en las oficinas de reclutamiento.
“La situación se ha vuelto dramática”, comenta otro desplazado, Salah Al Mohammad, de 28 años.
Los yihadistas “realizaban registros en las casas para reclutar por la fuerza a los jóvenes”, según este hombre, que escapó de Mayadin, la segunda ciudad de Deir Ezzor. Muchos de los ‘resistentes’ son detenidos.
Según Ahmad Al Abed, también de Mayadin, los reclutados “siguen un entrenamiento de un mes y después combaten con el EI durante cuatro meses”.
“Hay gente que no puede salir. Nosotros pagamos (a los pasadores) dos millones de libras sirias ($ 3.867) por 15 miembros de nuestra familia”, precisa Ahmad Al Abed, de 23 años.
Ante la huida masiva de los habitantes, el EI ha reforzado las medidas de control en la provincia.
La organización yihadista ha perdido mucho terreno en Siria. Tras haber sido expulsada de la provincia de Alepo (norte), está rodeada en Raqa (norte), su ‘capital’ de facto, mientras que el régimen la expulsó totalmente de la provincia de Homs (centro).
‘Imposible salir’
Presionado, parece que el EI quiere movilizarse para defender Deir Ezzor, próxima batalla del régimen sirio y de su aliado ruso. Esta provincia “marcaría el fin de la lucha contra el EI”, según Moscú.
Los yihadistas dijeron a los jóvenes: “Queremos que nos apoyéis en la batalla de Deir Ezzor”, explica Hazem Al Satem, de 25 años, también de la localidad de Al Echara. “Pero nadie quería unirse a ellos”.
Las miles de personas que lograron escapar terminaron en unos campamentos faltos de alimentos, agua y atención médica.
El campamento de Aricha, creado hace dos meses y situado en el perímetro de una refinería de petróleo, alberga a 7.100 personas hacinadas en 400 carpas.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) indicó que los desplazados en unos cuarenta campamentos de Raqa y de Hasaké viven en condiciones “terribles”.
“Esas tiendas están, literalmente, en pleno desierto. Las serpientes y los escorpiones son una amenaza diaria”, denunció Ingy Sedky, portavoz del CICR en Damasco. “Los niños juegan con residuos tóxicos, beben y se bañan en aguas contaminadas”.
Pese a esta precaria situación, los desplazados están felices de haber podido escapar.
“Pudimos salvarnos”, afirma Ibrahim Khaled, de 28 años. “Para los que se quedaron sin opciones de salir, será imposible escapar al sometimiento del EI”. (I)
La retirada de los islamistas no trae paz a Irak
En Irak, el grupo Estado Islámico (EI) perdió Mosul y en Siria, la mitad de su ‘capital’, Raqa. Pero el retroceso de los yihadistas dista de poner fin a los conflictos que se viven en esos países, según los expertos.
En Siria, donde seis años de guerra dejaron más de 330.000 muertos y obligaron a diez millones de personas a abandonar sus hogares, el conflicto que en principio oponía a los rebeldes y al régimen ha ganado complejidad con la implicación de potencias regionales e internacionales, además de los extremistas, en un territorio fragmentado.
En Irak, “las fracturas tradicionales” por motivos confesionales, políticos o étnicos recobrarán importancia cuando se haya arrebatado las últimas ciudades al grupo EI, dice Mathieu Guidère, especialista en movimientos yihadistas.
Un mes antes del anuncio, a principios de julio, de la ‘liberación’ de Mosul (norte), la región autónoma del Kurdistán iraquí fijó una fecha para su referéndum sobre la independencia.
Las zonas disputadas entre los kurdos y las autoridades federales, el destino de los grupos paramilitares chiitas y la cuestión de las minorías son otros de los temas candentes.
Según Mohammad-Mahmud Uld Mohamedu, profesor de Historia Internacional en el Graduate Institute de Ginebra, el EI “es la manifestación -violenta, larga y compleja- de las distrofias iraquíes”. (I)