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Auto robado era escondido en clínica de rehabilitación
Un operativo policial ejecutado para encontrar un vehículo Chevrolet Sail concho de vino, robado la noche del domingo, puso en evidencia que un centro de recuperación de adicciones aparentemente clandestino, era, además, empleado para esconder carros que habrían sido obtenidos de forma ilegal.
El establecimiento, que parecía una casa normal, está ubicado en la cooperativa Juan Péndola 1, del Guasmo, en el sur de Guayaquil.
Nelson Vela, fiscal que participó en el control efectuado cerca de la medianoche de ayer, relató que el afectado era un taxista informal que pactó una carrera en el centro de la urbe hacia la cooperativa Stella Maris, también en el Guasmo.
A pocos minutos de llegar a su destino, en la avenida 25 de Julio (cerca del mercado de Las Esclusas) uno de los pasajeros lo obligó a conducir hasta una zona oscura donde sus cómplices aguardaban listos para llevarse el automotor y dejar abandonada a su víctima.
El conductor acudió a denunciar el hecho a la Fiscalía del Guayas y se organizó el operativo, al mando del fiscal Vela. Al parecer el sistema de rastreo del carro indicó el sector donde los delincuentes trasladaron el vehículo. Al llegar al sitio la sorpresa fue que estaba oculto en el garaje del centro de tratamiento.
El funcionario, minutos después, reveló que esta no habría sido la primera vez que en el recinto ocurría un hecho similar, ya que en las instalaciones se hallaron documentos de otro vehículo reportado como robado que no ha sido recuperado.
Tres adultos y 15 menores de diferentes sexos estaban internados en el inmueble y fueron rescatados por la Dirección Nacional de Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), preliminarmente se consideró que no tendrían participación en el delito. Ahí además había una especie de calabozo, donde presuntamente encerraban y encadenaban a los adictos, algunos de los cuales presentaban fracturas en sus extremidades y otros no podían ni levantarse, pues permanecían postrados en las camas e inyectados con sueros.
Los padres de familia que llegaron asustados al lugar, lamentaron haber internado a sus hijos en un sitio sin garantías de seguridad.
Uno de los menores, con un tono jocoso, señaló que, según había escuchado, en la clínica adecuarían una lavadora de carros y mínimo a ellos los pondrían a lavarlos sin decirles nada.