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7.264 condenados son beneficiados con la prelibertad a nivel nacional
Las aulas del Centro Infantil del Buen Vivir (CIBV) de la Casa de Confianza, de Chillogallo, al sur de Quito, están decoradas con animalitos, flores, arcoíris y sol. Todo un mundo de color inunda las salas donde los hijos de las mujeres privadas de la libertad, realizan actividades lúdicas. Estos espacios fueron pintados por un grupo de personas en etapa de prelibertad.
Todos los martes, a las 08:30, llegan 17 personas en condición de prelibertad, toman picos, palas, azadones y carretillas para trabajar en su nuevo proyecto, la creación de un huerto ecológico que dote de alimentos a las internas y sus hijos.
Existe una relación de camaradería entre ellos, incluso se organizan para preparar un pequeño refrigerio, que les dará fuerzas para continuar limpiando el terreno, que llevaba abandonado más de tres años.
Kléver Ubidia, de 45 años, accedió a la prelibertad desde hace un año, asiste a la Casa de Confianza, y se siente contento con el proyecto del huerto, puesto que es una forma de apoyar a las internas. Cuenta que esta actividad le gusta más que las anteriores, porque mantiene su mente ocupada.
“Obtuve este beneficio de ley tras el cuarto intento. Presenté mis documentos en el Centro de Rehabilitación Social (CRS) de Latacunga, Regional Cotopaxi y al final firmé una carta juramentada que explicaba la labor que realizaría en mi etapa de prelibertad. En este caso trabajo en cerrajería en Calderón y me presento una vez a la semana en la Casa de Confianza”, reveló.
Kléver cumple una sentencia de tres años por el delito de asociación ilícita. En abril cumple su condena.
Segundo Cabezas, de 56 años, considera a sus compañeros como de su familia misma; fuera del CRS de Cotopaxi se volvieron a encontrar en el huerto de la Casa de Confianza. “Esta es una forma de ser útil para la sociedad, llevo un año asistiendo a este lugar, la actividad más especial fue cuando pintamos las aulas para los niños”, dijo.
Cabezas es dueño de un taller de cerrajería, ubicado en Cotocollao, en dos meses más logrará su libertad, tras una sentencia de cinco años por tráfico de drogas. “Regreso a la vida”, expresó.
Ocho horas laboran en los centros
Para Soledad Chamorro, directora del Centro Femenino, de Chillogallo, la prelibertad es un beneficio que se otorga a los internos que cumplieron el 60% de su sentencia. “Por ejemplo, a una persona que le falta cuatro años para cumplir su pena, el juez determinará que asista a una casa de confianza.
La orden es que acudan al CRS una vez por semana durante ocho o cuatro horas, según lo dispone el Código Orgánico Integral Penal.
La funcionaria indicó que 300 preliberados asisten mensualmente al centro y cumplen actividades de carpintería, pintura, agricultura, arte, entre otros oficios.
Según Chamorro, para que un interno con sentencia acceda a este beneficio registrará en su expediente buena conducta, cumplimiento de actividades laborales, culturales y educativas.
Si los preliberados no se presentan en los centros penitenciarios en la fecha establecida, se emitirá una carta al juez, para que revoque el beneficio de ley.
De acuerdo con un reporte del Ministerio de Justicia de 2015, había 7.264 personas, a nivel nacional, con la condición de prelibertad. (I)