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Tras la actuación las artistas no pudieron acercarse a sus parientes
5.214 privados de libertad realizan actividades culturales en la cárcel
Las mujeres privadas de la libertad subieron una a una al escenario vestidas con túnicas color morado con detalles en tono blanco perlado. En cada punto de acceso al teatro estaban los Agentes de Tratamiento Penitenciario (ATP), uno de ellos con las esposas de las 15 cantantes que por un par de horas salieron del Centro de Rehabilitación Social de Mujeres de Guayaquil.
El salón del Archivo Histórico de la ciudad estaba repleto. Algunos asistentes, que sobre todo eran familiares de las artistas, estaban de pie con celulares en las manos para grabar la presentación del coro ‘Alas de libertad’.
Cecilia Saltos, quien formó a este conjunto musical, se paró frente a ellas y con el vaivén de sus manos y otros gestos dirigía al grupo que ensayó 3 días a la semana y durante 6 meses dentro del recinto penitenciario.
Actividades culturales
De acuerdo con cifras del Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, se contabilizan 5.214 personas privadas de libertad en actividades como: talleres de dibujo, música, lenguaje, clases de canto, cursos de guitarra y talleres de lectura.
Esthefanie Aristega es una de ellas. Cuando se enteró de que había un coro dentro de la cárcel buscó a la profesora y le dijo que ella cantaba desde pequeña. Cecilia le hizo una prueba y no solo que le permitió integrar el grupo, sino que la hizo su principal colaboradora.
La joven, de cabello con rizos, tinturados de rubio, la piel bronceada y de amplia sonrisa, se ubicó en la mitad del coro durante la presentación que fue dividida en 2 partes y en cada una entonaron 8 canciones. Sin duda la voz de Estephanie fue la que más resaltó cuando interpretaron el ‘Ave María’ compuesto por Franz Schubert, en 1825.
Olivia estuvo junto a ella. Es una mujer alta, delgada, de piel clara y con el cabello lacio, negro y cortado hasta la altura del hombro. Su prima, quien es colombiana, la observó desde la primera fila cargando a su hija. La privada de libertad no aguantó las ganas de llorar al ver que la niña la vio y movió su mano como saludándola. “La mayoría de nuestra familia canta. Para ella esto ha sido un proceso difícil, pero estas actividades que la ponen a hacer a ella le han servido mucho. Yo tenía unos seis años que no la veía, pero hace un mes vine a vivir a Ecuador y fui a visitarla”, contó María Leonor, la familiar de Olivia. Durante los intervalos, las privadas de la libertad aprovechaban para ‘lanzarles’ besos a sus familiares. Algunas no reprimieron las lágrimas.
Áreas adecuadas en las cárceles
Karla Benítez, viceministra de Atención a personas privadas de la libertad del Ministerio de Justicia, indicó que “nosotros identificamos a las personas que tengan habilidades y cualidades, incluso hemos descubierto nuevos talentos. Los centros tienen áreas específicas para que realicen este tipo de actividades”.
Cuando terminó la presentación los parientes no pudieron acercarse a las chicas. Los guías penitenciarios hicieron una especie de camino para que ellas salieran a un patio ubicado junto al teatro para formarse y volver al bus blanco que las llevaría de vuelta a la cárcel.
Mariuxi, caminando entre los agentes, logró decir que lo mejor de haber estado en un coro fue relacionarse mejor con sus compañeras y que los ensayos eran 3 veces a la semana. “Es una gran lección de vida, uno puede rehabilitarse”.
Noris, quien es extranjera, expresó que la emoción de presentarse por primera vez en un teatro es indescriptible, pese a que su familia no está cerca. “Esto es increíble. Solo puedo agradecer”, alcanzó a decir Aristega.
La alegría terminó con la partida del bus. El pequeño ‘Ramón’ le preguntó a su abuela que ¿por qué su mamá se fue en ese expreso? Y ella tratando de ocultar la tristeza le responde que se fue a la escuela con sus compañeras. Y ¿cuándo regresará?, le volvió a cuestionar; sin embargo, esta vez la mujer no supo qué contestarle. (I)