En medio de un proceso de asentamientos y reasentamientos, hasta la definición del lugar definitivo de nuestra urbe, hace cuatrocientos ochenta años, se llevó a cabo uno de los hitos históricos más relevantes de la República del Ecuador: la fundación de ”nuestra casa”, la querida Santiago de Guayaquil. Ciudad cosmopolita, que alberga a más de dos millones setecientos mil habitantes, según el último censo. Se caracteriza por sus brazos abiertos a propios y extraños, cautivándonos a quienes, como yo, a pesar de no haber nacido en esta noble ciudad, y haber venido a estudiar desde la secundaria en mi amado colegio nacional Vicente Rocafuerte, la siento mía, como cualquier ciudadano que en ella haya tenido el honor de nacer. Ciudad multicultural, donde prima el comercio como su principal actividad, sin olvidar su gastronomía, fusionada por un sinfín de mezclas, y esa calidad humana, solidaridad y generosidad del guayaquileño, unida a la belleza de las guayaquileñas, la vuelve sencillamente incomparable. Cuna de próceres, de poetas, de músicos, de los más grandes equipos de fútbol del país como son Barcelona S.C. y C.S. Emelec; de políticos, incluso de presidentes de la República, de extraordinarios profesionales en distintas ciencias, incluyendo la nuestra, de la que emergen abogados de altísima calidad, cuyos criterios han sido fundamentales para la defensa de los derechos en todos los juzgados y tribunales de la Patria. Esa es Guayaquil, una ciudad de todos y para todos, ciudad que de sus raíces aporta al progreso y engrandecimiento de esta Patria nueva. Y es precisamente en Guayaquil, ciudad pujante y de constante progreso donde se alberga también el Colegio de Abogados más grande del país: el de la provincia del Guayas. En el acta fundacional de nuestro Colegio consta como denominación de este nuevo ente gremial ”Colegio de Abogados de Guayaquil”, institución que hoy con más de quince mil profesionales inscritos saluda a su ciudad sede y expone su orgullo de haber nacido de ella en beneficio de nuestro gremio, de Guayaquil, su provincia y de todo el Ecuador. Seguiremos desde nuestra trinchera trabajando por ti, ciudad del río grande, porque nos identificamos plenamente con la Perla, y pese a no haber nacido en la tierra de las bellas palmeras, de cristalinos ríos, de paisaje ideal ..,” ”la vida yo la diera por no verla sufrir”. ¡Juntos somos invencibles! (O)