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Robert Hansen cazaba prostitutas por el placer de asesinarlas

Robert Hansen cazaba prostitutas por el placer de asesinarlas
20 de septiembre de 2013 - 00:00

Su pasión era la caza. Por su destreza en esta actividad, Robert Hansen era un ciudadano respetado en la localidad de Anchorage, en Alaska.

Entre sus títulos obtenidos, Hansen tenía el de campeón local de tiro y ya gozaba de renombre entre los mejores cazadores a nivel nacional.

De carácter tranquilo y poco problemático, este hombre de familia (era padre de dos hijos) no levantaba la más mínima sospecha de su actividad oculta, el asesinar prostitutas. Para cometer sus crímenes utilizaba sus habilidades con las armas de largo alcance.

Su método para matar mujeres era ofrecerles grandes cantidades de dinero a cambio de sexo y luego secuestrarlas. Cuado las tenía en cautiverio las violaba y maltrataba.

ASESINOS, CUANDO MATAR SE CONVIRTIÓ EN PLACER

Un asesino en serie es alguien que quita la vida a tres o más personas y cuya motivación se basa en la satisfacción psicológica que obtiene con el acto cometido.
Estos criminales responden a una serie de impulsos psicológicos, especialmente por ansias de poder y compulsión sexual.
Tras horas de castigo, Hansen llevaba a sus víctimas al aeropuerto de la ciudad y las trasladaba en su avioneta a un bosque cercano. Una vez en el sitio, las soltaba y dejaba que corran unos metros, para luego empezar la cacería. Él aguardaba tranquilo, se acomodaba y cuando estaban a la distancia adecuada les disparaba. No fallaba, por algo era el campeón local de tiro.

Un chico reprimido

Nacido el 15 de febrero de 1939 en Estherville, Iowa, Robert Hansen fue un chico que sufrió “bullying” en parte de su vida. Pese a haber nacido zurdo, sus padres, Christian y Edna, lo presionaron para que utilice la mano derecha. Esto le creó un conflicto difícil de llevar. Cuando escribía o hacía algo con la mano izquierda era maltratado.

En su adolescencia los chicos del colegio lo molestaban por su excesivo acné y por un problema de tartamudez. Como reacción a esto, cuando se graduó, en forma de rechazo a su mal tiempo vivido en el colegio, quemó el autobus de la institución.

Por esta razón fue al reformatorio por varios meses. A los 21 años se casó, pero su matrimonio duró pocos meses. A menudo era rechazado por las mujeres, por lo que decidió encontrar un refugio a su problema y lo encontró en la caza.

Debido a que su familia no tenía mayores problemas económicos, no era presionado a trabajar, por lo que dedicó mucho tiempo a la cacería. Pasaba horas y días en el bosque practicando esta actividad.

En la década de los 60’, Hansen se vio atraído por el robo. No necesitaba, pero delinquía por placer, por sentir nuevas sensaciones. Como lo dijo alguna vez, “el éxtasis de robar es algo incomparable; hacer lo prohibido y luego sentir que te persiguen no lo comparo con nada”. Ese mismo principio es el que luego puso en práctica con su actividad asesina.

Debido a que era una persona problemática, su familia decidió dejar Iwoa y se trasladó a Anchorage, una localidad de Alaska.

Con 27 años Hansen había logrado casarse por segunda ocasión y ya tenía dos hijos. Aquella etapa de rechazo por parte de las mujeres había terminado... pero él no la había olvidado. Guardaba rencor por aquellas chicas que lo habían repudiado y en su mente rondaba la intención de vengarse de alguna forma.

Sintió que la manera de tomar vendetta contra aquellas personas que lo rechazaron era maltratando a otras mujeres. Vio en las prostitutas a sus víctimas perfectas.

El “boom” de los prostíbulos

Debido a que la actividad petrolera tuvo éxito en la década de los 70’ en Anchorage, el negocio de la prostitución también aumentó en el lugar. Chicas de diversas partes del país se mudaban a este poblado de Alaska para obtener ganancias que llegaban hasta los 50.000 dólares mensuales gracias al sexo.

Así, en el sitio habían decenas de chicas que no tenían familiares cercanos, que si desaparecían era poco probable que alguien se preocupe por ellas. Fue el escenario perfecto para que Hansen pueda llevar a cabo su venganza.

El para ese entonces afamado cazador tenía dinero, por lo que convencer a una trabajadora sexual de que lo acompañase a cualquier lugar no era un problema. Además de su casa en Anchorage, en la que vivía con su esposa e hijos, el criminal tenía un escondite en las afueras de la ciudad y una choza en un bosque que quedaba a media hora de vuelo de su hogar.

El cazador asesino en acción

En 1971 Hansen, quien para ese entonces tenía 32 años, propuso a Lisa Futrell, una prostituta del lugar, mantener relaciones sexuales a cambio de 500 dólares. El hombre la llevó a su casa de las afueras de la ciudad y cuando la mujer empezaba a realizar su labor, la esposó.

Luego de someterla, el sujeto la violó y maltrató. Tras esto, la subió a su auto y la llevó al aeropuerto, lugar donde tenía su avioneta... se iba de cacería. Una vez en el bosque, practicó su actividad favorita con la mujer, a la que asesinó de un efectivo disparo en la cabeza.

Hansen le quitó la vida a 16 mujeres más (que se le pudieron comprobar en juicio), aunque, según investigadores, las víctimas serían 21.

A una de las prostitutas del lugar le ofreció 200 dólares para que le practique sexo oral y a otra le propuso realizarle una sesión fotográfica, pagándole 300 dólares. Los valores eran altamente exagerados para lo que las chicas solían cobrar por este tipo de servicios.

Cuando su caso se hizo público, gracias a una mujer que logró escapar, mientras Hansen la llevaba al aeropuerto, y lo denunció, en Anchorage nadie lo creía, ya que se trataba del cazador insigne de la ciudad, del padre de familia ejemplar y del hombre tranquilo.

Tras haber confesado sus crímenes, Hansen recibió 461 años de cárcel, los que paga en el reclusorio Spring Creek de Alaska.

DATOS

Según denuncias, Robert Hansen fue acusado de agredir a más de 30 mujeres, sin contar a las que mató.
Entre las mujeres que Hansen maltrató y violó está Cindy Paulson, quien fue testigo clave en el proceso legal en su contra.

Durante su juicio se le comprobaron 17 asesinatos, aunque se cree que sus víctimas podrían llegar a 21. Las edades de las mujeres que mató están entre 17 y 41 años. Prefería a chicas de cabello castaño.

Las víctimas son:

Lisa Futrell, 41 años,
Malai Larsen, 28 años
Sue Luna, 23 años
Tami Pederson, 20 años
Angela Feddern, 24 años
Teresa Watson, 25 años
DeLynn Frey, 31 años
Paula Goulding, 27 años
Andrea Altiery, 28 años
Sherry Morrow, 23 años
Eklutna Annie, 29 años
Joanna Messina 34 años
Roxanne Easland, 24 años
Ceilia Van Zanten, 17 años
Megan Emerick, 17 años
María Thill, 23 años
Una de sus víctimas no fue identificada. Tenía entre 20 y 23 años.

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