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Karl Denke, el caníbal disfrazado de buen samaritano

Karl Denke, el caníbal disfrazado de buen samaritano
10 de enero de 2014 - 00:00

Karl Denke, considerado por muchos como una persona caritativa, nació el 10 de agosto de 1870 y se suicidó el 21 de diciembre de 1924, pues no soportó la vergüenza cuando descubrieron que era todo lo contrario.

Karl creció en Oberkunzendorf, Polonia, pero a los 10 años fue trasladado a Muensterberg donde estudió, sus maestros lo describían como un chico obstinado y sin respeto hacia ellos, sacaba pésimas notas, por lo que era reprendido, mientras que los compañeros lo consideraban idiota por sus dificultades para aprender y porque apenas a los seis años aprendió a hablar.

A los 12 años Karl escapó de casa y para mantenerse trabajó como ayudante de jardinero. A los 25 comenzó a mejorar su situación una vez que su padre murió y recibió parte de la herencia con lo que compró un terreno para dedicarse a la agricultura, pero le fue mal y vendió la propiedad, con el dinero obtenido adquirió una casa en Ziebice.

Sin embargo sus ahorros se esfumaron por la crisis inflacionaria de esa época, entonces alquiló la vivienda, pero no se mudó, sino que permaneció en un pequeño apartamento dentro del mismo predio.

ASESINOS, CUANDO MATAR SE CONVIRTIÓ EN PLACER

Un asesino en serie es alguien que quita la vida  a tres o más personas y cuya motivación se basa en la satisfacción psicológica que obtiene con el acto cometido.
Estos criminales responden a una serie de impulsos psicológicos, especialmente por ansias de poder y compulsión sexual.
Quienes lo conocieron lo catalogaron como un sujeto solitario al que apreciaban, ya que era un hombre tranquilo y amable, participaba activamente en la vida religiosa de la localidad, daba limosna con relativa frecuencia y hasta invitaba a personas sin hogar a dormir en su casa, por ello se ganó el apelativo de ‘Vatter Denke’, que significa ‘Papá Denke’.

Como no se le conocía vicio alguno la Policía le dio una licencia de vendedor, cosa que aprovechó para vender cinturones, tirantes, cintas, cordones de zapatos y “escabeche de cerdo sin hueso”.

Gracias a eso logró sobrevivir, pero nadie sabía de dónde sacaba sus productos y como era tan tranquilo, nunca sospecharon que todas las cosas que vendía estaban fabricadas con carne y piel humana.

Antes que descubrieran lo que hacía Karl aceptó, por primera vez, una invitación a comer de su familia, lo que dio una breve pista de su comportamiento, puesto que devoró dos libras de carne sin reparos, por lo que desde ese día su hermano mayor lo llamó ‘El Glotón’, sin imaginar lo que él escondía.

Debido a los escasos registros sobre el comportamiento del hombre, todo apunta a que mataba para alimentarse y conseguir dinero en medio de la crisis económica, por lo que recurría a vagabundos de la estación de tren, a quienes invitaba a casa luego de  ganarse su confianza, sin que ellos sospecharan que terminarían como “escabeche” en el mercado.

Karl Denke quedó al descubierto cuando intentó matar a uno de sus invitados, pero solo logró herirlo.

La Policía encontró en la habitación del veterano tirantes elaborados con piel humana.
Sus víctimas, la mayoría, eran hombres sin hogar. A todos los invitaba a su apartamento y, en un momento de descuido, los golpeaba con un pico hasta matarlos, ya sin vida  los descuartizaba y se deshacía de lo que no servía, el resto lo guardaba para usarlo según su conveniencia.

Karl empezó a matar cuando tenía 39 años. Su primera víctima fue Emma Sander de 25 años, en 1909, pero su actividad se intensificó en 1921, cuando él tenía 51 años, pues fue entre ese año y 1924 que Karl asesinó a la mayoría, esto fue descubierto debido a que anotaba los nombres, fechas de las muertes, peso de los cuerpos y otros datos de los sacrificados.

Poco a poco salían a la luz indicios del proceder de Karl, entre ello el fuerte olor que emanaba de su apartamento, de lo que sus vecinos se quejaban, además, siempre tenía mucha carne, incluso cuando nadie tenía dinero para comprarla.

En principio sospechaban que Karl mataba perros para hacer los “escabeches”, pero nadie intentó hacer algo porque sentían agrado por Karl y no le daban importancia a la vida de los canes. Tampoco les importaba  la sangre, las fundas con desperdicio que tiraba y el ruido de su martillo, porque creían que seguía matando perros.

Descubrieron su actividad

El 21 de diciembre de 1924 un inquilino de Karl escuchó gritos de socorro provenientes de la planta baja. Temeroso de que el anciano se hubiese herido bajó corriendo a ayudarlo, pero se encontró con un joven  herido en la cabeza. El residente rescató al hombre y este le contó que ‘Papá Denke’ lo había atacado con un pico.

De esto se enteró la Policía, pero se resistía a creerlo. Inicialmente, no le creyeron al vagabundo porque Karl dijo que defendía su propiedad de un ladrón, frente a ello los oficiales decidieron investigar y él quedó con prisión preventiva.

Carne y huesos por todas partes

Las autoridades realizaron averiguaciones  profundas y encontraron en la vivienda del sospechoso 15 piezas de huesos y trozos de carne con una solución de sal.

También detectaron que no hubo reacciones violentas de las víctimas, por lo que dedujeron que los desmembramientos se efectuaron cuando estaban sin vida.

Las huellas de  corte en los huesos eran irregulares, como si se hubiese aplicado un hacha o un martillo para separarlos, mientras que las articulaciones tenían rasgos de haber sido cortadas con cuchillo.

Los restos tenían poca piel y los músculos del cuello no aparecían, ni las extremidades, ni las cabezas ni los órganos sexuales. Los dientes encontrados pertenecían por lo menos a 20 personas, pero finalmente se identificó a más de 40.

Algo que asombró en extremo a los investigadores fue que entre las prendas de Karl encontraron tirantes de piel humana, eran de alrededor de seis centímetros de ancho y setenta de largo. El cuero no era suave, estaba roto y no parecía curtido, solo seco.

Asimismo localizaron un gran número de tarjetas de identificación y documentos de varias personas, así como libros contables.

También hallaron hojas sueltas de papel en las que aparecían los nombres de 30 hombres y mujeres. Frente a cada nombre había una fecha, probablemente de la muerte.

El registro era cronológico. Las notas eran detalladas, por lo general con la fecha de nacimiento y lugar de estancia.

La suposición de que era la lista de las víctimas se justificó por el hecho de que las identificaciones estaban en la habitación de Karl  y ninguna fue localizada.

Por el aspecto de las hojas, asumieron que el listado no se elaboró en un día. Entre los registros  detallaban: muerto 122, 107 desnudo, destripado 83.

Entre las herramientas utilizadas para los asesinatos y la fragmentación de los cuerpos, la Policía encontró tres hachas, una sierra para madera y una para árboles, un pico y tres cuchillos y otros utensilios oxidados.

Luego de ello, un guardia que fue a rondar la celda de Karl descubrió que se había ahorcado con una soga hecha de pañuelos, pues prefirió morir antes que afrontar la vergüenza y el rechazo público.

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