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Los guardias de seguridad cumplen con sacrificio

Tanto hombres como mujeres brindan seguridad en dependencias públicas, privadas, edificios, bancos, empresas, hospitales, traslado de dinero, entre otros.
Tanto hombres como mujeres brindan seguridad en dependencias públicas, privadas, edificios, bancos, empresas, hospitales, traslado de dinero, entre otros.
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
21 de marzo de 2020 - 00:00 - Gabriela Castillo

La emergencia sanitaria y el toque de queda decretados por el Gobierno como medida de prevención ante el covid-19, no es razón para que los guardias de seguridad interrumpan sus jornadas laborales.

Ellos son los responsables de cuidar y proteger las dependencias públicas y privadas, edificios, casas y bienes patrimoniales familiares y estatales.

Dadas las circunstancias que son de dominio público, estos servidores, cuyos sueldos son considerados como uno de los más bajos porque la mayoría gana el salario básico ($ 400), han caminado largas distancias o viajado en taxi para llegar a sus sitios de labores.

Además, han duplicado sus jornadas, muchas veces sin contar con alimentos y sacrificando la compañía de su familia.

No obstante, en unos casos, las empresas para las que laboran fijaron turnos rotativos y en otros, han dispuesto que se presente el personal que puede llegar a su destino.

Esa es la situación de Marco Sevilla, guardia de la empresa Seguridad Sin Límites, que apoya en el control del Centro Comercial Plaza La Alegría, ubicado al norte de Quito.

Para él, ir a su trabajo no fue complicado, ya que  vive a dos cuadras del establecimiento en donde funcionan dos bancos, una farmacia y un puesto de comidas rápidas. “Mi compañero vive en Guamaní (sur) y no tiene cómo llegar. Lo reemplazo para no interrumpir la vigilancia”, explicó.

Fausto Salinas, comandante de Policía en la Zona 9, aseguró que el personal de seguridad privada consta entre los casos excepcionales dentro de controles policiales. Pero es imperante llevar sus salvoconductos, sus credenciales y uniformes.

Así lo hizo Roberto Arteaga, guardia de Medi Nuclear. Por tratarse de una institución médica, las labores son entre 08:00 y 16:00.

“Los jefes dispusieron que laboremos las personas que vivimos más cerca y que lleguemos como podamos: caminando, en carro o en moto”, refirió el agente, quien llegó en moto desde el Comité del Pueblo.

El uniformado reconoció que su familia está preocupada porque es el único que sale de su casa.

No tienen cómo movilizarse

Hay uniformados que tienen problema para llegar a sus sitios. Ese es el caso de Álex Guaraca, agente de seguridad del Consorcio Dinaser que trabaja en el hospital Paulo Arturo, en donde hay 80 guardias que cumplen turnos de 24 horas y 18 con turnos de 12 horas.

El gendarme aseguró que no les han dado facilidades. “Tenemos que llegar como podamos”, dijo Álex, quien vive en el sector de San Roque.

Ayer, por ejemplo, salió a las 04:00, tomó un taxi que lo pagó “a medias” con un amigo.

Pero hay otros compañeros que viven en puntos extremos como La Ecuatoriana, Guamaní o la Mitad del Mundo.

“Un compañero salió a las 02:00 desde San Antonio de Pichincha para llegar a las 06:30. No nos dan facilidades de transporte”, aseguró Guaraca.

Javier Toazo, conserje de Seguridad del Hogar de Ancianos Corazón de María, dijo estar tranquilo porque a pesar de vivir lejos cuenta con movilización propia. Situación diferente a la de varios de sus compañeros.

Por tratarse de un centro que asiste a personas de la tercera edad, el ingreso no está permitido.

Javier contó que las normas de seguridad son estrictas. Solo se permite el paso de alimentos y medicinas, bajo estrictas medidas de sanidad.

Tengo que cumplir con la vigilancia porque la situación es delicada”, reiteró. (I)

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