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El Telégrafo
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Enfermero asesinaba a sus pacientes para liberarlos del dolor

Enfermero asesinaba a sus pacientes para liberarlos del dolor
25 de octubre de 2013 - 00:00

En las décadas de los ochenta y noventa los hospitales de Nueva Jersey, Estados Unidos, ganaron una mala reputación cuando varios pacientes comenzaron a fallecer por sobredosis de medicinas que no necesitaban.

El centro médico de Somerset llevó a cabo una investigación y descubrió que quien estaba detrás de las muertes era Charles Cullen, un enfermero inestable mentalmente.

Cullen nació el 22 de febrero de 1960 en West Orange, Nueva Jersey. Él era el más joven de ocho hermanos, su padre, Meme Cullen, fue conductor de transportes escolares y su madre ama de casa.

A los 7 meses de vida quedó huérfano de padre; la falta de esa figura paterna durante su niñez le provocó inestabilidad mental y, en 1969, intentó suicidarse con unos químicos que robó del laboratorio de la escuela, fue el primero de veinte intentos de quitarse la vida.

Cullen, quien creció en un barrio de obreros y trabajadores, dentro de una familia católica,  recibió otro golpe con el fallecimiento de su madre en un accidente de tránsito, el 6 de diciembre de 1977.

Tras la pérdida, el joven abandonó sus estudios y en abril de 1978 se alistó en la Marina, donde fue asignado al Cuerpo de Submarinos y sirvió en la sección de balística y proyectiles.

ASESINOS, CUANDO MATAR
SE CONVIRTIÓ EN PLACER

Un asesino en serie es alguien que quita la vida  a tres o más personas y cuya motivación se basa en la satisfacción psicológica que obtiene con el acto cometido.
Estos criminales responden a una serie de impulsos psicológicos, especialmente por ansias de poder y compulsión sexual.
Luego obtuvo el rango de contramaestre de tercera clase en el equipo que operaba los misiles Poseidón; sin embargo, empezó a mostrar signos de problemas mentales, como una vez que realizó su turno vistiendo uniforme de cirugía con mascarilla y guantes de látex que robó del botiquín de la nave.

Posteriormente Cullen intentó suicidarse en siete ocasiones hasta que la Marina le dio el alta por razones médicas el 30 de marzo de 1984.

En 1987 estudió en la escuela de enfermería de Mountainside y después consiguió un empleo en el St. Barnabas Medical Center, en Nueva Jersey. El mismo año contrajo matrimonio con Adrienne Taub y tuvo dos hijas.

Cuando trabajaba como enfermero fantaseaba con robar drogas del hospital para quitarse la vida y en una ocasión se clavó unas tijeras en la cabeza, por lo que tuvo que ser operado de inmediato.

Mientras trabajaba en St. Barnabas Cullen cometió su primer asesinato, el 11 de junio de 1988, cuando le administró una dosis letal de medicinas intravenosas al juez John W. Yengo, quien ingresó debido a una reacción alérgica con un medicamento para la sangre.

Durante su estadía en el sanatorio asesinó al menos a once pacientes, incluyendo uno con SIDA, a quien le dio una sobredosis de insulina. En enero de 1992 Cullen renunció debido a que las autoridades comenzaron a investigar quién había adulterado bolsas de fluido intravenoso.

El enfermero asesino consiguió empleo en el  Warren Hospital en Phillisburg, en febrero de 1992. Allí terminó con la vida de tres ancianas a quienes les proporcionó altas dosis de digoxina, un fármaco diagnosticado para personas con problemas de corazón. Su última víctima dijo que una persona con actitud sospechosa le inyectó algo mientras dormía, pero la familia de la señora y los médicos del centro descartaron su comentario.

Cullen hacía bromas siniestras, ponía líquidos inflamables en las bebidas de las personas


El enfermero  fue culpado del asesinato de 40 pacientes durante sus 16 años de servicio
Adrienne Cullen solicitó el divorció el 22 enero de 1993 y tras la separación presentó denuncias por violencia doméstica, en ellas detallaba la naturaleza malvada de Cullen, agravada por su alcoholismo.

La mujer también confesó que él abusaba de las mascotas metiéndolas en bolsas y botes de basura; además, dijo que solía hacer bromas siniestras, por ejemplo poner líquidos inflamables en bebidas de las personas o haciendo llamadas falsas a casas funerarias.

Después del divorcio, Cullen compartía la custodia de sus hijas y se mudó a un apartamento en un sótano de la avenida Shafer en Phillisburg. En 1993 quería renunciar a su trabajo, pero los pagos para la manutención de sus hijas lo forzaron a seguir laborando.

En marzo de 1993 la condición mental de Cullen empeoró. Un día entró sin autorización a la casa de una compañera de trabajo mientras ella y su hijo dormían. Había salido con la mujer un par de veces y cuando ella no aceptó su propuesta de matrimonio, él se obsesionó.

Cullen empezó a seguirla y le dejaba mensajes constantemente, por lo que ella lo denunció y este fue culpado por irrumpir en propiedad privada pasando un año libre bajo palabra. Esto lo empujó una vez más al suicidio y debido a ello le concedieron dos meses de descanso del trabajo y fue sometido a tratamiento en dos centros psiquiátricos, por depresión.

En agosto del mismo año Cullen asesinó a Helen Dean, una mujer de 91 años que se recuperaba de una cirugía, el enfermero entró sigilosamente y le inyectó digoxina.

Cuando terminó su contrato con esa casa de salud, de inmediato consiguió empleo en el Centro Médico Hunterdon, en el Municipio de Raritan, Nueva Jersey.

En 1994 Cullen se convirtió en un enfermero licenciado en Pensilvania y prestó servicios en la unidad de cuidados intensivos y cardíacos, durante tres años. En ese sitio, en 1996 mató a cinco pacientes, con digoxina.

Final de sus actos criminales

Cullen continuó con su actividad hasta el 2003. La policía le seguía los pasos. La investigación demostró la participación de Cullen en infinidad de muertes, entre ellas la del reverendo Florian Gall, en el hospital Somerset. El hombre fue arrestado mientras comía en un restaurante, el 14 de diciembre.

A finales de 2004 fue culpado por el asesinato de cuarenta pacientes durante sus 16 años de servicio como enfermero en diez hospitales distintos. Algunos expertos dicen  que la cifra real sería de 400 víctimas y ven a Cull como el asesino en serie más activo de la historia en Estados Unidos. En 2006 fue condenado a 11 cadenas perpetuas que las cumple en la prisión de Nueva Jersey.

Cullen expresó sus motivos

Durante los interrogatorios, el enfermero justificaba sus actos a los detectives diciendo que no podía tolerar que salven la vida de un paciente que ya debía morir.

Cullen admitió que los mataba para liberarlos de su sufrimiento y también para prevenir que el personal del hospital los deshumanice con tratamientos que no servían. El enfermero dijo que pensaba por varios días antes de matar al paciente, pero al final lo hacía por impulso.

En diciembre de 2003 les dijo a los detectives Timothy Braun y Daniel Baldwin que había vivido toda su vida como en una neblina. Comentó además que era fácil huir cuando escuchaba rumores sobre sus actos.

La acción  del enfermero asesino dio paso a una nueva ley en abril de 2004. El gobernador de Nueva Jersey, James McGreevey, firmó el documento que obliga a los centros médicos a reportar errores serios y  someter a evaluación extensa a los aspirantes antes de contratarlos.

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