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El consumo de drogas es diferente en cada ciudad del país

Los procesos de desintoxicación son diferentes en cada droga. Por ejemplo, la base de cocaína desaparece del organismo en una semana y la marihuana tarda un mes. Es necesario la ayuda de especialistas.
Los procesos de desintoxicación son diferentes en cada droga. Por ejemplo, la base de cocaína desaparece del organismo en una semana y la marihuana tarda un mes. Es necesario la ayuda de especialistas.
Foto: John Guevara / El Telégrafo
03 de febrero de 2019 - 00:00 - Verónica Endara

Juan Pablo F., de 34 años, volvió al Centro Especializado en el Tratamiento a Personas con Consumo Problemático de Alcohol y otras Drogas (Cetad) Carlos Díaz, en Quito.

Había terminado su tratamiento en septiembre del año anterior, pero recayó en diciembre pasado. En enero se internó nuevamente. Este es el tercer centro al que asiste para abandonar su adicción al alcohol, marihuana, base de cocaína y clorhidrato de cocaína.

La primera droga la probó a los 12 años, la segunda a los 14 y las dos últimas a los 18. “Las drogas acabaron con todo lo que tenía, como mi familia, pero lo que principalmente se llevó fue mi dignidad”, comenta al recordar que pedía caridad en la calle, además de que robó y extorsionó para solventar su vicio.

Asegura que en su caso la soledad le llevó a consumir. Dice que su padre agredía a su madre, él tuvo que crecer con sus abuelos y una tía, quienes lo maltrataban físicamente.

Mordiéndose los labios y conteniendo las lágrimas, Juan comenta que sus tres hijos, de 9, 6 y 3 años, son su motivación para continuar. “La adicción es algo que no puedo controlar. Aquí me ayudan a creer en mí. Recuerdan que soy una persona y con un trato humano puedo recuperarme”, comenta Juan.

Fernando Balarezo, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Psiquiatría, explica que la droga predilecta del ecuatoriano es el alcohol, seguido por la marihuana y los derivados del opio.

Últimamente hay mayor uso de la “H”, una droga que no es pura, pues resulta de la mezcla de heroína y otras sustancias.

Hasta el Cetad llegan personas con problemas de adicción, principalmente a la pasta base de cocaína y alcohol. Actualmente cuenta con 42 pacientes.

Jenny Díaz, psicóloga clínica y presidenta de la Asociación de Casas de Recuperación del Guayas, que actualmente cuenta con 20 centros asociados, comenta que la droga conocida como creepy, es una de las más consumidas por los pacientes que llegan a estos centros.

Se trata de marihuana con mayor concentración de THC (Tetrahidrocanndibidol). Además es común la adicción a pastillas como éxtasis combinándolas con bebidas. Esta asociación atiende a alrededor de 600 pacientes.

Carlos Torres, director general del Centro de Rehabilitación José Martín, ubicado en Ibarra, comenta que hasta sus instalaciones llegan hombres con problemas de marihuana y base de cocaína.

La capacidad del lugar es para 55 personas, sus cupos siempre están llenos, tienen a gente en espera. Aunque no tiene cifras exactas, Armando Camino, médico psiquiatra, asegura que cada vez hay más personas con adicción a drogas.

Para tratar el tema cree que se debe tener claro que una cosa es prevención y otra intervención o tratamiento. La gente cree -agrega- que la única solución a las farmacodependencias son los centros de rehabilitación, y esto no es cierto. Camino considera que se debe poner mucha atención en estas dos áreas.

En cuanto a prevención considera que las campañas deben estar dirigidas a edades tempranas, pues ya hay niños de 6 años que son consumidores en Ecuador. Además se debe tomar en cuenta que el factor socioambiental influye mucho en las adicciones, así como el lugar de residencia. Por ejemplo, a diferencia de Quito, en Guayaquil el consumo de heroína es una gran problemática.

Según Balarezo, hay una variación en el tipo de drogas que se consumen en cada región. Guayas es la provincia que tiene la más alta ingesta de alcohol, seguido por la “H” y marihuana.

En Quito además del alcohol, se consume marihuana y pasta de cocaína. En Galápagos hay un repunte en el uso de cocaína.
“Hay que hacer un mapeo nacional para poder determinar las zonas de influencia y los tipos de drogas de cada lugar, pues dependiendo del tipo de drogas dependerá el tratamiento”, dice Camino.

Por ejemplo, los consumidores de heroína deben estar en un ambiente cerrado con un tratamiento clínico médico porque esta droga produce cambios en multisistemas del organismo, incluso puede ser mortal.

Pero no pasa lo mismo con el consumidor de marihuana o base de cocaína. No se puede mezclar -dice Camino- en un mismo ambiente a todos. Se requieren ambientes apropiados para cada tipo de drogas.

José Altamirano, psicólogo Clínico del Cetad, explica que los procesos de desintoxicación son diferentes en cada droga. Por ejemplo, la base de cocaína desaparece del organismo en una semana y la marihuana tarda un mes. Los síndromes de abstinencia suelen ser más comunes en consumidores de opiáceos, como la heroína.

La base de cocaína causa mucha ansiedad y los síntomas por dejar de consumir no siempre son iguales. “Lo que queda es una angustia porque no tienen esa forma de “tratar” los problemas que se les presenta en la vida con esa sustancia”, dice.

Es así que en cuanto al tratamiento, Armando Camino cree que se debe tomar en cuenta el tiempo, la cantidad y la droga que se consumió.

A criterio de Altamirano se deben reforzar los conocimientos de quienes trabajan en la función pública de atención en salud para que sepan diferenciar entre un consumo experimental, un consumo problemático y una adicción. De este modo no se perderá tiempo en los centros, pues no todos los casos ameritan una internación y así no se saturarán.  

Camino cree necesario analizar nuevos métodos de prevención y tratamiento porque los jóvenes de hoy con adicción son diferentes a los de años atrás.

Antes -dice- se clasificaban las drogas según el estrato social, los de bajos ingresos económicos olían isarcol, con poco más de ingresos consumían marihuana, la clase media ingería base de cocaína y la alta, cocaína. Actualmente hay drogas sintéticas y de fácil acceso.

Según la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas y la Organización Panamericana de la Salud, la disponibilidad de drogas para el consumo en el continente americano se encuentra favorecida por la proximidad de los centros de producción y las rutas del tráfico ilícito. Esa situación ayuda a que haya diversidad en oferta a un relativo bajo costo.

Debido a que el consumo y dependencia de las drogas afecta la calidad de vida y tiene un elevado costo social y económico, se le considera entre los problemas de salud más graves.

“La función pública tiene el deber, en primera instancia, de proteger al paciente y de proteger a la sociedad de los efectos nocivos que pueda tener ese paciente para él mismo y para la sociedad. El objetivo final es la cura”, comenta Altamirano. (I)

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