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“Martha” volvió a trabajar para no ser estigmatizada

“Martha” volvió a trabajar para no ser estigmatizada
Foto: Internet
19 de enero de 2019 - 00:00 - Redacción Justicia

Martha (nombre protegido) volvió a trabajar. No curó bien sus heridas físicas y peor aún las emocionales. Decidió volver para no ser tachada socialmente. No quiere que sus compañeros de trabajo, así como sus jefes, se enteren de que ella es la víctima. Toma fuerzas y camina.

La joven, de 35 años, fue brutalmente violada por tres hombres; dos de ellos sus amigos hace dos años. Al tercero lo conoció un día antes.

Acudió a un bar en la avenida Tomás de Berlanga y Los Shyris para festejar el cumpleaños de uno de los agresores. Recibió dos vasos de alcohol y no recuerda nada.

El informe médico-ginecológico arrojó varias lesiones en sus partes íntimas.

Los abogados de Martha no descartan que los agresores introdujeron un palo de billar, una botella y un vaso en sus órganos genitales.

Los agresores Juan Andrés I., Jhon Alexander C. y Danny Paúl C. fueron trasladados el jueves último del Centro de Detención Provisional (CDP) a la cárcel de Latacunga.

En ese lugar permanecerán, mientras dure la instrucción fiscal por 30 días. La defensa de la joven pide la máxima pena de 29 años.

En las redes sociales, varias personas apoyaron a la agredida.

Al abogado Ramiro García, en su cuenta de Twitter, dijo que le aterra que “las mujeres no están seguras ni siquiera en ámbitos privados y de supuesta confianza”.

Silvia Buendía, abogada defensora de los derechos humanos, considera, en esa misma red social,  que “pedir castración química, pena de muerte o cadena perpetua para violadores es -desde su criterio- populismo penal”.

Buendía opina que se debería “pedir otras formas de actuación del hombre que no contengan violencia y discrimen hacia la mujer. Y jueces que no permitan la impunidad”.  

La ministra del Interior, María Paula Romo, califica, en su cuenta de Twitter, como “brutal violencia, haberla sedado y grabado. Las mujeres son vistas como objetos; personas cuyas decisiones y cuerpos ‘tienen’ que ser tutelados”.

Exhorto de la Defensoría

Mediante un comunicado, la Defensoría del Pueblo afirma que el caso demuestra al mismo tiempo la persistencia de una cultura masculina de subvaloración y desprecio a la mujer que asume su cuerpo como un objeto de placer.

La entidad exhortó a las autoridades de la administración de justicia, para que garanticen la investigación y sanción efectiva a los responsables de este delito.

También solicitaron a la Secretaría de Derechos Humanos y Consejo para la Igualdad de Género que revise y fortalezca las políticas de prevención de la violencia contra la mujer.

Consideran que estas entidades pueden contribuir al cambio de patrones culturales que legitiman y fomentan la violencia contra la mujer.

Construir masculinidad violenta

A pesar de las muestras de apoyo, hay quienes responsabilizan en las redes sociales a Martha de la agresión.

Luis Aguilar escribe en Facebook: “Para qué van a bares, vayan a su casa, eso les pasa por carishinas”. Gabo Alvarado, en esa red, opina: “fácil, si no hubiera ido estuviera muy bien”.

Joffre Emilio Loor Vilela publica: “Para mí que ella buscaba una buena violada, y al parecer la consiguió. Y ahora se hace la víctima, quiere hacer drama que la violaron”. Mientras que Wilson Urquizo se refiere: “no creo que sean violadores, si la mujer estaba sola con tres”.

Lisset Coba, catedrática de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), cree que la agresión no solo es violencia sexual, sino un ejercicio de poder.  

A criterio de la doctora en Ciencias Sociales con mención en Antropología Política, el hecho responde a una concepción social de masculinidad violenta.

Detalla que los hombres deben poner a prueba su masculinidad y lo hacen, a través de la violencia como un aleccionamiento.

Coba explica que Martha tiene un proyecto de vida e independencia económica, al tener un trabajo.

Los detenidos ven la violencia como una lección para quien se sale del rol de subordinación (salir de casa y bailar, independencia económica y social).

¿Por qué la violencia en manada? Para Coba, los hombres crean una masculinidad frente a los otros. “Eres hombre si lo haces frente a mí”. Esto responde, según la experta, al interés masculino de “probar que son hombres”.

La investigadora detalla que desde pequeños les enseñan a no ser débiles ni llorar, además de mostrar su fuerza frente a otros hombres. Por ello, a la experta no le alarma que quienes opinen a favor de las agresiones sean hombres como un acto de “complicidad masculina”.

Mientras tanto, Martha, según Coba, está en “shock con miedos y estigmas” que hacen normal que no quiera ser identificada ni tachada.

Ana Cristina Vera, de Surkuna, comparte el criterio. Cree que la sociedad naturalizó la violencia, entre ellas la sexual, hacia la mujer. Vera considera que la sociedad aún encubre a los hombres y responsabiliza a las víctimas de estos casos.

Eso, a su criterio, hace que las víctimas sean estigmatizadas por su vestimenta, hora en que salen, o por qué se encontraban en determinado lugar. “Eso lleva a que digan deben cuidarse las mujeres y no decir debemos educar a los hombres”, explica.

Para la abogada de Surkuna, a una víctima de violación la ven “como manchada” y por ello se entiende que Martha no quiera ser identificada”.

Vera explica que este es el círculo de la revictimización que responde a una violencia naturalizada. “Las mujeres seguimos siendo responsabilizadas de esa violencia”.

Según Vera y Coba, los grupos de mujeres a favor de la reivindicación de sus derechos inciden en la actual violencia masculina. “La masculinidad dominante responde agresivamente para hacer que el sistema vuelva a su cauce patriarcal”, dice Vera. (I)

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