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Hombre que violó a sus hijas cree que "ni Dios" lo perdonará

Hombre que violó a sus hijas cree que "ni Dios" lo perdonará
Ilustración: Carlos Proaño / El Telégrafo
13 de julio de 2018 - 00:00 - Karla Naranjo Álvarez

Los niños se asoman a las ventanas con recelo, si ven que alguien está afuera de la casa se esconden detrás de los muros. Desde el 8 de julio las miradas están sobre la vivienda de dos pisos, con paredes despintadas, donde vivía Segundo, quien supuestamente violó a sus tres hijas y procreó cinco nietos con ellas.

Una de sus nietas, de 16 años, tiene seis meses de embarazo, presuntamente también de él. La familia ya no quiere hablar más del tema, aseguran que el daño se agrava cada vez que la gente comenta en redes y no piensa en las víctimas. “Queremos empezar de nuevo y dejar todo atrás”, dijo uno de los tíos.

En Cerro Azul, el caso de Segundo era un secreto a voces, pero el involucrado había indicado que no se metieran en su vida. Así lo cuenta Euclides Macas, el jefe de la parroquia Cerro Azul.

Él comenta que Segundo llegó a vivir al pueblo hace unos dos años. Un hermano le prestó el inmueble mientras él construía otra casa por la misma zona. “Hay que averiguar por qué el problema se mantuvo puertas adentro y nadie denunció. Tal vez vivían amenazados. La madre dice que no sabía nada, pero yo lo dudo”.

Segundo fue detenido el 8 de julio de este año, pero era buscado desde el 21 de julio de 2011, cuando el Juzgado Octavo de lo Penal de El Oro le emitió una boleta de encarcelamiento por el delito de violación, tras la audiencia de auto de llamamiento a juicio.

El suboficial Franco Oviedo, jefe encargado de la Dirección Nacional de Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) precisó que la aprehensión se dio a las 12:50 cuando Segundo caminaba de regreso a su casa para almorzar.

Los agentes ya habían estudiado su rutina, sabían que él vendía chanchos y pautaron un encuentro para “un negocio”. “Nosotros le cerramos el camino con un carro. Cuando lo detuvimos conversó de lo más normal, dijo que en realidad tuvo relaciones sexuales con sus hijas, lo aceptó”.

El hombre también les comentó que sospechaba que los supuestos compradores del chancho eran policías y que la noche anterior hasta soñó que lo iban a detener, pero que como le cruzaron el carro ya no pudo escapar. “La verdad es que yo creo que ni Dios me va a perdonar esto, estoy consciente de lo que hice”, les mencionó.

El suboficial de la Dinapen se sorprendió de la serenidad con la que Segundo les dijo que en 2011 también sabía que lo buscaban.

En ese tiempo él trabajaba en una hacienda en el cantón Chilla, cuando los policías iban a capturarlo él caminaba pero no lo reconocieron, y en lugar de apresarlo le pidieron indicaciones. Huyó al Oriente donde vivió cuatro años. Después de un tiempo regresó a El Oro.

Fue en 2010 que una de las hijas de Segundo, que en ese entonces tenía 14 años, acudió a una fiesta con un amigo y el padre se molestó y la agredió físicamente.

Al siguiente día la profesora del plantel donde estudia descubrió que la menor era abusada sexualmente y puso la primera denuncia.

Para Oviedo, lo más importante es amparar a la familia, donde hay seis víctimas. Su principal preocupación es la adolescente que se convertirá en madre. “Ella sabe que vino al mundo producto de una violación y que ahora tendrá un hijo como parte de ese mismo círculo de violencia”.

La Fiscalía espera fecha del juicio contra Segundo. (I)

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