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La abstinencia empuja a los adictos incluso a arriesgar su vida

La Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) ha clausurado 67 centros de rehabilitación entre 2018 y enero de 2019. Más de la mitad funcionaba clandestinamente en el país.
La Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) ha clausurado 67 centros de rehabilitación entre 2018 y enero de 2019. Más de la mitad funcionaba clandestinamente en el país.
Foto: Archivo / El Telégrafo
15 de enero de 2019 - 00:00 - Redacción Actualidad

Una habitación denominada “La Lagartera” era el destino de las personas que recién ingresaban a la clínica “Por una vida nueva”, la cual funcionaba clandestinamente en el suburbio de Guayaquil.

En ese lugar, con todos los accesos enrejados, los “pacientes” pasaban el síndrome de abstinencia -conocido popularmente como “El Mono”. Este proceso es la unión de efectos corporales que ocurren cuando una persona deja de consumir sustancias a las que es adicta.

En “La Lagartera” se inició el incendio que, el viernes pasado, terminó con la vida de 18 internos.

Entre 2018 y lo que va de 2019 hubo 79 operativos de control y 67 clausuras de establecimientos de tratamiento de adicciones.

La mayoría funcionaba clandestinamente, según información de la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess).

El Estado ecuatoriano registra 39 centros especializados en el tratamiento de personas con consumo problemático de alcohol y otras drogas (Cetad) avalados. En la provincia de Guayas hay siete: cinco en Guayaquil y dos en Lomas de Sargentillo.

Pero el centro “Por una vida nueva” no consta en el listado de los autorizados.

“Eduardo” consumió drogas por siete años y estuvo en “La Lagartera” durante dos meses. Dos días antes de la tragedia fue cambiado de habitación.

Él relató que cuando un adicto pasa por la abstinencia solo piensa en consumir para no sentir dolor de huesos y de cabeza, escalofríos, diarrea y náuseas, entre otros síntomas. “Ante la desesperación por salir se conversan planes de fuga”.

En esa habitación los internos podían pasar semanas o meses, dependiendo de su evolución y conducta.

“Cuando escuché que había un incendio bajé desde el tercer piso para ayudar a mis compañeros, pero la puerta estaba con candado y con la desesperación no encontrábamos las llaves. No pude ayudar y veía cómo mis compañeros se quemaban”.

Ketty Sánchez, madre de un joven que murió en el incendio, comentó que su hijo quería cambiar y que por eso lo internó en diciembre.

Desde entonces, por tres meses, no podía visitarlo, pues el programa no lo permitía. “No sabía que existía esa “lagartera” e ignoraba cómo estaba porque no lo podía ver, pero me hablaban bien del lugar. Uno se arriesga por ver a un hijo recuperado”.

Carlos, otro sobreviviente, cuenta que en algunas clínicas clandestinas cuentan con personal dedicado a capturar a los adictos. “Los padres piden que encierren a sus hijos para que dejen de consumir y los ingresan a la fuerza, por eso muchas veces quieren escapar, porque están allí en contra de su voluntad”.

Programa integral

Ricardo Loor, quien fue funcionario de la Secretaría Técnica de Drogas (Seted) e investiga el fenómeno de las drogas, aclaró que primero los programas deben incluir fases como desintoxicación, deshabituación, rehabilitación y reinserción social para que la persona que termina el proceso tenga herramientas para no recaer. Destacó, además, que para resolver la problemática no solamente se necesita crear centros de tratamiento, sino realizar un trabajo integral.

Este debe incluir seguridad, educación, salud, programas familiares y comunitarios. “Es un abordaje complejo. Sin desarrollo social no hay prevención. Solo dar una charla o hacer una campaña no es suficiente. Si no se modifican los entornos, la convivencia social, no habrá cambios. Los niños crecen en entornos violentos”.

Requisitos de funcionamiento

Según la Acess, además de documentación en regla, para que un Cetad sea avalado debe contar con un equipo técnico conformado por trabajador social, psicólogos, licenciado en enfermería, médico general, médico especialista en psiquiatría (itinerante), terapista ocupacional y nutricionista.

También, tener reglamento interno, organigrama, historia clínica de cada usuario con firma de responsabilidad del profesional de la salud tratante, programa terapéutico, protocolo interno de medidas de seguridad de protección física de los pacientes y más infraestructura. (I)

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