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84 niños quedaron en la orfandad por los femicidas

La madre e hijos de Marcia viven en condición modesta en un barrio del sur de Quito.
La madre e hijos de Marcia viven en condición modesta en un barrio del sur de Quito.
Foto: John Guevara / El Telégrafo
31 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción Justicia

María y Pedro (nombres protegidos) llevan cada 15 días a sus cinco nietos al cementerio de Chillogallo, para que visiten la tumba de su madre Marcia Ordóñez. La mujer desea que en los corazones de los pequeños siempre permanezca la imagen de su progenitora, quien fue asesinada por su pareja el 5 de enero.

Marcia, de 28 años, estaba marcada por los golpes, insultos y meses de abandono de su pareja. Paúl Ch. terminó con la vida de su mujer al propinarle una puñalada en el pulmón. Hoy guarda prisión por el delito de asesinato.  

Desde el fatídico día hasta ahora son seis meses, que los padres de Marcia se hicieron cargo de los cinco menores. Ellos hacen todo lo posible por darles una vida normal a sus nietos.

Mario (nombre protegido) es el mayor, tiene 11 años, y está siempre junto a su abuelo. Ahora, que está de vacaciones, lo ayuda con la mezcla de barro para elaborar ladrillos, ya que Pedro (su abuelo) se dedica a este oficio hace 20 años.

Ana es la segunda de los cinco hermanos y también colabora con la fabricación de los ladrillos, pero apenas escucha el llanto de su hermanito, de 8 meses, deja sus actividades y va hasta su cuna, lo toma en sus brazos y lo arrulla.

El llanto de Arturo (nombre protegido) no inmuta a Britany y Josúe  (nombres ficticios), de 9 y 7 años, respectivamente, que están con su abuela en la cocina. Mientras ella prepara la merienda, los 2 niños juegan con carritos y muñecas.

María llora cuando recuerda a su hija. Ella dijo que su corazón le anunciaba que Marcia estaba en peligro, pues los maltratos en el hogar eran frecuentes.

Aunque Paúl C. está detenido y bajo un proceso judicial, ella habla poco sobre él con sus nietos. “Él insiste en hablar con su hijo Mario, sus llamadas son insistentes, quiere saber de sus vástagos. Hace una semana accedí que hablara con mi nieto, solo le pedí que le recomendara que se portara bien con sus hermanos, nada más”, dijo María.

La familia de Pedro es de bajos recursos, su casa, hecha de barro, tiene dos compartimentos, hace frío en su interior y en ella habita su otra hija. Sin embargo, los niños parecen vivir con tranquilidad, juegan y sonríen la mayor parte del tiempo.

El recuerdo de Marcia está presente, así lo manifestó María, pues sus nietos piensan en los alimentos que su madre les preparaba y en las frases que les decía.

La familia requiere de apoyo del Estado, pero más allá de lo económico, Pedro dijo que necesitan de la ayuda a nivel educativo. “En dos meses más mis nietos entrarán a clases, esperamos que el Ministerio de Educación nos apoye con becas y útiles escolares. Mi sueño es verlos con una profesión a los cinco”.

Según los ministerios de Justicia y del Interior, desde 2014 hasta el primer semestre de 2017, en Ecuador se registraron 84 niños en la orfandad a causa del femicidio.

Rosana Alvarado, ministra de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, sostuvo que en las casas se registran las agresiones y los crímenes. Y los niños que quedan en la orfandad por dicha causa no pueden quedarse bajo la custodia del femicida, mientras se desarrolla el proceso de investigación. “No pueden estar a salvo en las manos de quien mató a su madre”.

Indicó que sobre este aspecto, en el proyecto de Ley contra la violencia a la mujer, se propone la reparación integral a las féminas y a las familias de las víctimas, como son los hijos. También se plantea dar salud, vivienda y educación a los parientes de la fallecida.

 Para la madre y hermanas de Carolina Vinueza, joven cantante de tecnocumbia que murió apuñalada y estrangulada por su pareja, la propuesta les parece fundamental, sin embargo para ellas lo más importante es que Eduardo M. tenga una sentencia.

Matilde (nombre protegido) es madre de Carolina y tiene la custodia de Miguel, de 6 años, y Sofía, de  2. La familia vive en el barrio el Tránsito, en el sur de la capital,  la casa es de dos plantas, ahí los menores juegan con sus primos, pues es una residencia familiar.

La abuela narró que Miguel pregunta con frecuencia por su madre, al pequeño le dijeron que Carolina murió en un accidente de tránsito. “Él vivió desde muy pequeño escenas de violencia por parte de su padre, por eso era muy apegado a Caro. Ahora llora y me pregunta cómo murió su mamá”.

El caso más grave es de Sofía, puesto que la niña vio cómo Eduardo asesinó a Carolina. Evelyn, hermana de la víctima, narró que la infante le cuenta a su hermano, a través de señas, sobre la muerte de su madre. “Ella, con sus manitas, describe cómo Eduardo le cortó el cuello a su mamá, se acuesta en el piso como estaba el cuerpo de Caro”.  Los dos niños  asisten a terapia psicológica. La familia esperan que se haga justicia.

La fiscal Mayra Soria, dijo que en la mayoría de casos la familia materna se queda con la custodia de los niños. También, existen situaciones en las cuales los menores son trasladados a casas de acogida del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). (I)

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