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El Telégrafo
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275 privados de la libertad inician tratamiento contra adicciones

Los internos que culminaron el tratamiento recibieron certificados por parte del Ministerio de Salud Pública.
Los internos que culminaron el tratamiento recibieron certificados por parte del Ministerio de Salud Pública.
Foto: cortesía Ministerio de Salud
10 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción Justicia

“Estuve a punto de asesinar por la ansiedad de conseguir la droga. Me da vergüenza decirlo, pero hasta le robé a mi familia”, contó Geovanny, mientras en su rostro se dibujaba una expresión de resignación. 

El joven, de 28 años, es uno de los 138 privados de la libertad que se sometieron a nueve meses y cinco días de tratamiento ambulatorio intensivo dirigido a personas con consumo problemático de alcohol y otras drogas.

Una estructura con capacidad para unas 400 personas, con paredes de tonalidad café con verjas azules y coronada con alambres de púas, se adecuó por segunda vez para recibir a los internos que voluntariamente quieran recuperarse. Unos 130 desertaron.

Geovanny tiene postura de líder. Esta parado detrás del grupo de compañeros vigilando que todo permaneciera en orden. Mientras recorre con sus ojos las instalaciones, narra que el proceso no es duro, sino durísimo. Sobre todo al inicio. “Yo me sentí al borde de la muerte. Muchos de aquí consumíamos heroína y no nos dábamos cuenta del mal que nos hacíamos. Empecé a drogarme a los 15 años”.

La nueva oportunidad -asegura- viene de Dios, al igual que la fortaleza. Considera que la ‘garra’ humana no es suficiente. “Estoy pagando las consecuencias de mis malas decisiones, pero gracias a Dios estoy tratando de cambiar mi vida. Tengo tres hijos, de entre 2 y 6 años, y una esposa que me espera. Temo que ellos caigan al igual que yo y por eso quiero salir para poder ser un buen padre y guiarlos”.

La psicóloga clínica Lady Rojas, responsable de salud mental del Ministerio de Salud Pública (MSP), explicó que en 2015 se realizó el primer programa en el Centro de Rehabilitación Social. En esa ocasión, 206 internos culminaron el tratamiento, de los 270 que ingresaron. “Setenta de ellos continúan en el sistema penitenciario y aún están en seguimiento (un año)”.

Julio López Marín, coordinador zonal del Ministerio de Salud Pública (MSP), informó que los programas duran entre seis y nueve meses. “Las principales drogas que consumen son marihuana, cocaína y ‘h’. Además, cabe recalcar que siempre hay un porcentaje de deserción que bordea el 20% y 30%”.

“Mi nombre es Marcos” -dice un interno por un micrófono- y estoy en un proceso de reeducación”.

¡Hola, Marcos!, gritan al unísono los demás. Así acostumbran a hacerlo durante las terapias. Él sonríe y recuerda lo que debía decir. Repite varias veces la palabra “gracias” y destaca la valentía de todos los que quieren dejar la “vieja vida”.

Marcos consumió base de cocaína durante 25 años, al poco tiempo de que naciera su primera hija. La sustancia le producía paranoia, sufría de delirio de persecución, no razonaba. Hasta que hace   menos de un año fue apresado por robo. Amedrentaba a las personas para robar y conseguir los narcóticos. “Perdí la cuenta de lo que consumía. Si robaba $ 100 o $ 120 me  consumía todo”.

Problemas en la infancia, crecer en un barrio donde delinquir era normal, la muerte de su madre, el abandono de su esposa, todo se juntó y lo llevó a consumir, pero considera que las excusas están de más, que él podía decir no, pero la curiosidad pudo más. “Cuando me di cuenta ya estaba al fondo. Lo único que hice fue destruir mi vida y no volveré atrás, una vez hasta intenté ahorcarme”.

Empieza el tercer grupo

La coordinadora zonal del Ministerio de Justicia, Gina Godoy, anunció que desde esta semana empieza el traslado de 275 internos que decidieron ingresar al nuevo tratamiento. “Este pabellón es como cuarentena, no se contamina. Los requisitos para estar aquí son dos: querer someterse al tratamiento y ser apoyados por la familia”.

Agregó que los que salieron serán acompañados para ver cuánta influencia tienen sobre los demás de los 11 pabellones. “En caso de que alguno recaiga se hará una nueva valoración médica y psicológica y los especialistas determinarán si debe volver a ingresar. Esperamos que ellos sean una semilla para la recuperación de otros jóvenes”.

Omar M., quien salió del primer grupo del pabellón 7, ahora está libre y colabora con su testimonio, además su experiencia, para ayudar a quienes asisten al grupo de apoyo los jueves, a las 19:30, en el salón Belén, en el Centro Cristiano de Guayaquil.

El pastor Jaime Vásconez lidera este servicio gratuito y también da las terapias espirituales en el centro carcelario.

El programa tiene tres fases que duran 9 meses

Las personas privadas de la libertad (ppl)  deben pasar tres fases para concluir el tratamiento de rehabilitación. La primera incluye recorrer las áreas de la cárcel para identificar a quienes tienen consumo problemático de droga, la evaluación y diagnóstico. Luego el interno firma un formulario en el cual acepta las condiciones y afirma que ingresa de forma voluntaria al pabellón 7. En esta misma etapa inician el período más difícil de todos, la desintoxicación, donde aparece el síndrome de abstinencia y recibe permanente contención médica y psicológica. Durante este lapso no pueden mantener contacto con ninguna persona del exterior, por eso es importante el compromiso por parte de la familia.

La segunda fase empieza con la adaptación. El síndrome de abstinencia continúa. Los profesionales analizan los factores de riesgo y ya pueden encontrarse con sus parientes. Los internos asisten a terapias individuales y colectivas (con compañeros y allegados), esto incluye talleres creativos, deportivos, foros, clubes de lectura, juego de mesa, entre otras actividades. Posteriormente se realiza la reintegración social. De ahí continúa la fase de cierre, donde se evalúan los resultados, se elabora un plan de vida y se consolidan anteriores procesos. Luego se les hace un seguimiento de un año. (I)

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