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Ambos asesinos fueron condenados a cadena perpetua, solo uno la cumple

Los 'estranguladores de Hillside' violaban a mujeres

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Era 1977 en California, Estados Unidos, cuando los periódicos empezaron a publicar fotos y notas de sucesivos crímenes de mujeres en la zona de Hillside. Las primeras investigaciones policiales determinaban que se trataba de un asesino en serie, pero en realidad eran dos proxenetas vestidos de policías, que se dedicaban a estrangular y violar a sus víctimas, incluso después de fallecidas.

Angelo Buono, nacido el 5 de octubre de 1934 en Rochester, Nueva York, era nieto de inmigrantes italianos. A la edad de 5 años su madre, Jenny, divorciada de su padre, lo llevó junto con su hermana Cecilia a Los Angeles. Se establecieron en Highland Park, zona sur de Glendale. A los 14 años empezó a robar carros, por este delito fue detenido y acusado; pasó un tiempo en el reformatorio. Se había convertido en un tipo violento, brutal y peligroso. Odiaba a su madre y a las mujeres.

Después de pasar en prisión, se casó con una muchacha de 17 años, que había dejado embarazada. Este primer compromiso fracasó y vinieron otros tres más que terminaron en divorcio, separación y abandono de sus esposas, por su agresividad. Llegó a tener 8 hijos. En 1975 montó su propio negocio de automóviles, en el que tuvo éxito al igual que con las chicas, pues tenía obsesión por el sexo.

El nacimiento de Kenneth Bianchi, registrado el 22 de mayo de 1951 en Rochester, Nueva York, fue triste. Su madre Jenny, una prostituta, lo entregó en adopción apenas vino al mundo. Frances Bianchi, mujer de un obrero, lo crió como su hijo, le dio educación, aunque no la aprovechó. Era muy popular entre las chicas y a los 18 años se casó, pero al poco tiempo se divorció. Rechazado de la policía se dirigió a California en 1976 y se instaló en la casa de su primo Angelo Buono.

Después de los fracasos en sus empresas inmobiliarias y consultorio psiquiátrico, Buono le propuso a Bianchi convertirse en proxenetas, para así dirigir prostitutas. Buono utilizó su taller de carros para encubrir su negocio de prostitución.

Mataban por satisfacción

Sabra Hannan, de 16 años, fue la primera en ser engañada por Bianchi y Buono. Ellos le prometieron que sería modelo, pero la obligaron con amenazas de muerte y golpes a prostituirse y a convencer a Becky Spears, de 15 años, a trabajar en lo mismo; pero logró salir de este ilícito negocio a través de un cliente.

A fin de tener mejores réditos en su negocio, Buono consiguió de una prostituta profesional una lista de clientes que pedían este tipo de servicio a domicilio, pero no fue lo que esperaban y decidieron vengarse de la mujer.

Los primos localizaron a Yolanda Washington, amiga de la prostituta, a quien estrangularon y violaron post mortem. El 17 de octubre de 1977 fue encontrado su cuerpo en una ladera, cerca del cementerio de Forest Lawn. La policía no puso atención a este crimen.

Bianchi y Buono hallaron esta experiencia excitante, y dos semanas después se vistieron de policías y arrestaron a Judy Miller, de 16 años, prostituta. La llevaron hasta la casa de Angelo, donde la asfixiaron y estrangularon al mismo tiempo. El 1 de noviembre de ese año fue hallado el cadáver al borde de las colinas de Hillside. Este crimen tampoco fue de atención de los medios.

Los cuerpos estrangulados aparecían cada vez más cercanos a zonas urbanas y no pasaba una semana sin que otra chica se sume a los registros. Cinco días después del segundo crimen, el 6 de noviembre, Elissa Castin fue encontrada desnuda y estrangulada cerca de la pista de golf del Chevy Chase Country Club.

El 9 de noviembre, el maltrecho cadáver de Jill Barcomb, de 18 años, apareció desnudo en Beverly Hills, con las mismas marcas de violación, estrangulación, ataduras y torturas que los otros cuerpos. El 18 de noviembre aparecería sin vida Kathleen Robinson, de 17 años.

El 20 de noviembre fueron halladas sin vida Dolores Cepeda, de 12 años, y Sonja Johnson, de 14. También fue encontrado el cuerpo de Kristina Weckler, de 20 años. Según la autopsia, ella sufrió el sadismo de los asesinos, porque además de ser estrangulada, había sido asfixiada con gas.

El hecho de que sus últimas víctimas no fuesen prostitutas, sino dos niñas, causó verdadero pánico en la población, pues significaba que toda mujer joven corría el riesgo de ser secuestrada, violada, torturada y estrangulada. La mayoría de los investigadores del caso ya asumían que se trataba de dos asesinos que actuaban en conjunto, y los llamaron ‘los estranguladores de Hillside’.

Las víctimas continuaron apareciendo. El 23 de noviembre fue hallada Jane King, de 28 años, en un estado desastroso. Ella había sido sodomizada con una escoba de madera y estaba totalmente desgarrada por dentro. Lauren Wagner, de 18 años, y Kimberly Martin, una prostituta de 22 años, también fueron víctimas de los primos asesinos.

A partir de diciembre de 1977 los crímenes pararon, pero sin pistas para la policía. Pero el 20 de febrero, una nueva víctima aparecería. Cindy Lee Hudspeth fue encontrada dentro del maletero de un automóvil que había sido arrojado por un barranco. Las investigaciones se intensificaron y hubo una serie de testimonios, lo que puso nervioso a Buono.

Kenneth y Angelo se separaron a fin de evitar que la policía los descubra. Bianchi se mudó a Bellingham, en el estado de Washington, donde volvió a matar solo. El 12 de enero de 1979 dos estudiantes de la universidad local, Karen Mandic y Diane Wilder, fueron reportadas como desaparecidas. Ellas se presentarían como niñeras en la casa de Bianchi.

Las sospechas llevaron a detener a Bianchi, quien intentó engañar a los siquiatras con personalidades múltiples, pero al final descubrieron su engaño y confesó los crímenes. El juez lo sentenció a dos cadenas perpetuas. Su primo Buono también fue llevado a juicio, uno de los más largos y costosos de los que se tenga registro en los Estados Unidos, más de dos años. También fue condenado a cadena perpetua.

El juez George les dijo a Angelo y Kenneth: “Estoy seguro de que ustedes solo sufrirán su merecido castigo reviviendo una y otra vez las torturas y asesinatos de sus víctimas, ya que son incapaces de sentir remordimiento”. (I)

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