La experiencia adquirida como comandante de la Zona 8, que comprende las ciudades de Guayaquil, Samborondón y Durán, donde trabajó en la intervención de sectores tomados por la delincuencia organizada, será compartida a los cadetes de la Escuela Superior ‘Gral. Alberto Enríquez Gallo’. Para la coronel Tanya Varela, nacida en Ibarra, provincia de Imbabura, el 16 de noviembre de 1966, casada con un oficial de Policía y madre de 3 tres hijos, será un desafío formar a los policías con un enfoque de acercamiento a la comunidad. Ella, que forma parte de las 5.000 mujeres policías, se refirió a varios temas como directora de la entidad académica en un diálogo con El Telégrafo.

¿Su trayectoria de 20 años en la Policía fortaleció su carrera?

Cuando llegué a Guayaquil tenía el grado de teniente y conocí los problemas de la gente. Hemos trabajado junto a la comunidad en la defensa de los derechos de mujeres, niños, niñas y adolescentes; en tareas para erradicar la violencia intrafamiliar, con grupos urbanos. Fueron experiencias enriquecedoras que fortalecieron mi carrera como policía, pero también me engrandecieron como ser humano.

¿Cuál fue su prioridad en el trabajo que hizo en la Zona 8?

En ese lugar dimos prioridad al trabajo comunitario, a fin de recuperar espacios, y para romper los mitos de inseguridad con relación al tema del microtráfico.

¿Usted se formó en las calles?

Así es, me formé prácticamente trabajando en las calles durante el patrullaje. Las labores con la comunidad son parte de mi esencia como persona. El trabajo en el territorio permite conocer de cerca sus problemas. Podemos generar mejores estrategias y acciones.

¿Cree haber logrado que la gente vea al policía como un amigo?

Sí, definitivamente, a pesar de que Guayaquil no es mi ciudad natal creo que me acogió con los brazos abiertos, mi familia es guayaquileña. Esa bondad que caracteriza al ecuatoriano, pero sobre todo al guayaquileño y los demás habitantes de la Zona 8, permitió que tenga millones de amigos, con los cuales trabajé para concretar parte de un trabajo de la nueva Policía.

¿Es un desafío estar al frente del Alma Máter de la Policía?

Más que un desafío, es un orgullo, porque muchos oficiales aspiramos dirigir el Alma Máter de la institución policial y mucho más ahora que tenemos 1.525 cadetes de formación, de donde saldrán los nuevos oficiales de Policía que lideren a nuestro personal en las calles, quienes aportarán para tener un país más seguro.

Este cargo es una responsabilidad, pero estoy feliz de volver a los 21 años a la Escuela Superior de Policía, donde fui instructora durante 3 años. De aquí pasé a Guayaquil y ahora a la dirección de la entidad académica.

¿Qué innovación tiene la Escuela?

Nuestra esencia es la formación policial, la cual se la mantiene. Pero tenemos un valor agregado que es la universidad. Los cadetes se gradúan como Licenciados en Ciencias Policiales y Seguridad Ciudadana. Ello permite fortalecer los conocimientos policiales con los académicos, para mejorar y contar con un oficial dotado de conocimientos y desempeñarse mejor en la comunidad.

¿En qué contribuiría para que la formación de hombres y mujeres no se contaminen durante sus funciones?

Los valores los traemos de casa, es parte fundamental de cada ser humano, sin embargo en la Escuela Superior de Policía los fortalecemos diariamente.
El trabajar en valores y principios permite constituirlos en hombres y mujeres líderes dentro de la institución. También de una u otra manera daremos nuestro aporte para organizar a la comunidad, a fin de alcanzar la seguridad que ella requiere.
El mantener valores en nuestros cadetes es importante, porque en la medida que los manejemos generaremos confianza en la ciudadanía.

¿Qué metas se ha planteado al frente de la institución?

El recibir a una serie de oficiales recién graduados durante los 20 años de trabajo en Guayaquil me valió para determinar qué es lo que debo fortalecer en la Escuela Superior para que los cadetes no salgan a experimentar, como sucede con todo profesional que sale de la universidad y se topa con una realidad diferente.
Por ello, hay que darles a los cadetes los conocimientos y la experiencia que adquirí en el área operativa, para que tengan una visión más clara de la comunidad.
Tenemos que inculcarle el amor a su profesión, enamorarse de sus tareas, así podrán brindar un mejor servicio de la ciudadanía y ganarse su confianza.

¿Seguirá la misma línea de la general María Fernanda Tamayo?

Mi antecesora hizo un gran trabajo en la Escuela. Tengo que continuar con esa tarea; los compañeros instructores son verdaderamente maestros que se han capacitado para formar de una manera integral a nuestro cadete a fin de que sea un excelente oficial de Policía.
Tenemos que destacar el apoyo del ministro del Interior, José Serrano, quien confía en la dirección de la mujer en las áreas estratégicas de la institución, además del mando institucional, el comandante general y los generales que también apoyan las gestiones que efectúa el sector femenino de la Policía.

¿Qué la motivó a enrolarse en las filas de la Policía Nacional?

Un anuncio de prensa, donde aparecía la coronel Teresa Carranza, -primera dama en la Policía Nacional-. Pero lo más importante, es la oportunidad de poder servir y compartir con la comunidad. (I)