En septiembre de 2016, los habitantes de Dearborn Heights, una ciudad ubicada en el condado de Wayne, en el estado de Michigan, se conmocionó con el asesinato de cuatro menores y la entrega del autor de los crímenes, padre de dos de las víctimas.

Gregory Green no era la primera vez que asesinaba. En 1991 apuñaló a su mujer embarazada en la cara y en el pecho, matándola al instante. Después llamó a la Policía y esperó a los agentes fuera de su casa.

Por este crimen fue condenado a 16 años de cárcel, pero no concluyó la condena porque consiguió la libertad condicional con el apoyo de amigos y familiares que enviaron cartas a la corte en Michigan encargada de tomar la decisión.

El pastor de Dearborn Heights, Fred Harris, presionó a la corte durante 10 años para que dejara en libertad al preso.

Harris, en uno de sus últimos mensajes al juez de la corte, escribió que  Green era miembro de su iglesia y que, si fuera puesto en libertad, la comunidad haría todo lo que pudiese por ayudarle con la reinserción. “Creo que ha pagado por su desafortunada falta de control y el daño que causó y que lo siente”. En 2008, Green fue liberado.

Después de dos años, en 2010, Green contrajo matrimonio con Faith Harris, hija del pastor, con  quien procreó  dos hijas, Koi y Kaleigh, de cinco y cuatro años de edad, respectivamente.

No todo fue color de rosas en el hogar de los Green Harris. Por el comportamiento de Gregory, su esposa, que tenía dos hijos mayores de  un compromiso anterior, trató de divorciarse en 2013 y en agosto de 2016.

Crimen múltiple

El 21 de septiembre de 2016, Green violó a su mujer, le disparó en el tobillo y la retuvo maniatada en el sótano de su casa para que viera cómo disparaba a sus dos hijos mayores, Kara Allen, de 17 años de edad, y Chadney Allen, de 19.

Las dos hijas pequeñas, Koi y Kaleigh, yacían muertas por una intoxicación de monóxido de carbono en el piso superior de la vivienda.

El asesino, Green, había matado a los cuatro nietos del hombre que  10 años antes le había ayudado a salir de la cárcel. El hombre, de 49 años, llamó a la policía y esperó fuera de la casa, tal y como hizo tras su primer asesinato.  

Cuando la Policía llegó a la casa, encontró una horrible escena. Los adolescentes fueron encontrados muertos dentro de la vivienda, los dos niños más pequeños fueron asesinados en sus camas.

Según la Policía, los menores murieron de envenenamiento por el monóxido de carbono después de manipular el tubo de escape de un vehículo y conectarle una manguera hacia la habitación de los infantes. La Policía les suministró primeros auxilios y fueron trasladados al hospital, pero no sobrevivieron.

La madre de las víctimas fue sometida a una cirugía. Ella recibió un disparo en el pie y presentaba un corte en el rostro.

“No tenemos una gran cantidad de casos como este ... es una situación muy trágica. No hay palabras para explicar lo que ocurrió aquí, es una tragedia en todos los sentidos de la palabra”, expuso el alcalde de Dearborn Heights, Dan Paletko, quien llegó a la escena del crimen donde colocaron ofrendas florales en memoria de las víctimas.

El alcalde Dan Paletko dijo que los asesinatos “son una tragedia en todos los sentidos de la palabra”.

Los vecinos describieron a la familia como tranquila y trabajadora. “Hace solo dos o tres semanas, tuvieron una fiesta de cumpleaños, globos y todas esas cosas por ahí”, dijo el vecino Ronnie Jones.

Juicio por seis cargos

El fiscal del Condado de Wayne, Kym Worthy, acusó formalmente a Green de cuatro cargos de asesinato en primer grado, un cargo de tortura y otro por detención ilegal, por supuestamente atar a su esposa en el sótano, torturarla y dispararles a sus dos hijos frente a ella. Los homicidios tuvieron lugar alrededor de un mes después de que su esposa, le pidiera el divorcio a Gregory Green, de 50 años de edad.

De acuerdo con la oficina del fiscal, la Policía de Dearborn Heights recibió una llamada al 911 a las 1:15 am del miércoles 21, que los llevó a la residencia de los Green, en el bloque de Hipp 4400. Cuando llegaron, los oficiales detuvieron a Green en la entrada de su casa.

Green se declaró culpable de estos delitos durante la audiencia de juicio. Un juez recomendó una evaluación psiquiátrica.

En tanto, Harris-Green, de 39 años, consiguió el divorcio en diciembre de 2016, de acuerdo con registros de la corte del condado de Wayne.

Juez emite sentencia

Charles Longstreet, abogado defensor de Green, alegó demencia de su cliente. Lo mismo que hizo el asesino en 1991, con su primera esposa.

Al final del juicio asistió Faith Harris,  esposa y madre de los hijos de Gregory Green. Ella llegó a la sala en una silla de ruedas, usando  un velo negro sobre su rostro y  el pie derecho  vendado. La mujer fue consolada por sus familiares.

El juez de Dearborn Heights, Mark Plawecki, tras escuchar los últimos alegatos de los abogados, acusador y defensa, condenó a Gregory Green a 50 años de cárcel.

Para Harris, ningún castigo será suficiente. Durante la lectura de la sentencia, la mujer dijo con aparente calma: “Ni la tortura ni la muerte harán justicia, tu justicia llegará cuando te quemes en el infierno para toda la eternidad por asesinar a cuatros niños inocentes”. La exmujer de Green también lo llamó “monstruo” y “demonio disfrazado”.

Green, de espaldas a su exmujer, no ofreció ningún motivo por el cual cometió los cuatro asesinatos. La fiscalía tampoco supo descifrar la causa de sus comportamientos.

“Desafortunadamente, quité las vidas de Kaleigh, Koi, Chadney y Kara”, dijo en el juzgado. “Me siento mal por cómo esto ha impactado a todos y espero que Dios les ayude y me ayude”, explicó entre sollozos.

Gregory Green concluirá su condena a los 100 años de edad y en esta ocasión no habrá un pastor que interceda por su libertad.

Algunos medios impresos de la localidad mencionaron que la sentencia equivaldría a una cadena perpetua, de donde no saldría con vida el asesino Green. (I)