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Anders Breivik terminó con la vida de 77 personas

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“Debéis morir, debéis morir todos”. Estas fueron las palabras que pronunció Anders Behring Breivik antes de matar a 69 jóvenes en la isla de Utoya, en el lago Tyrifjorden, el 22 de julio de 2011.

Anteriormente asesinó a 8 personas, tras estallar una bomba.

Según un testigo que sobrevivió a la matanza, Behring Breivik, de 1,90 metros de estatura, llegó vestido con un traje de policía para saltarse las medidas de seguridad y comenzó a disparar a los cientos de jóvenes que participaban en el campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista de Noruega.

La isla, un lugar considerado un paraíso de juventud, se convirtió en el infierno, según lo manifestado por el primer ministro noruego, Jens Stontelberg, al recordar todos los veranos que pasó allí de joven. “Lo que más me duele es que este lugar en el que he estado cada verano desde 1979, en el que he sentido alegría, compromiso y seguridad, ha sido golpeado por una brutal violencia”, declaraba el funcionario, según reseñas periodísticas de la época.

La Policía aseguró en su momento que Behring empezó a disparar con dos armas.

Utoya, a unos 40 kilómetros de Oslo, pertenece al Partido Laborista de Noruega desde la década del 50. Es allí donde desde los 70 la sección de jóvenes del partido, la Liga de Jóvenes Trabajadores (AUF en las siglas en noruego), monta campamentos de verano.

En esta ocasión había entre 500 y 600 personas, la mayoría jóvenes de entre 16 y 22 años.

Uno de ellos, Adrian Pracon, de 21 años, dijo desde la habitación del hospital donde lo atendieron de sus heridas. “Yo y otros dos nos quedamos tumbados boca abajo y sobrevivimos por los cuerpos que nos pusimos encima. Fingimos que estábamos muertos. Podía sentir su respiración; oír sus botas”.

Testimonios

Según el testimonio de Marie Melgaard, periodista de diario DagBladet, “el asesino, vestido de oficial de la policía, organizó un encuentro sobre el ataque en Oslo. Casi todos los presentes, excepto los que estaban en las duchas o en las tiendas de campaña, se congregaron a su alrededor para que les contara lo sucedido. “Reuniros que os voy a contar lo que ha sucedido”, dijo. Cuando se acercaron empezó a disparar.

“Acercaos, tengo información importante, acercaos, no hay nada que temer”, dijo el atacante antes de abrir fuego, según contó Elise, una niña de 15, a la agencia NTB.

Elise se escondió tras una roca y el asesino pasó cerca, según su relato: “La gente corría como loca por todas partes. Él disparaba y disparaba”.

Durante una hora y media el tirador recorrió la isla a sus anchas, “andando lentamente, sin correr”, según testigos, hasta que llegó la policía a la isla, en helicóptero y en lanchas, sobre las 19:00. Según las autoridades, cuando los agentes  policiales se acercaron, Behring no opuso resistencia y entregó las armas.

El juicio

En el primer día del juicio, este último 22 de febrero, el ultraderechista Anders Behring Breivik, autor confeso del doble atentado en Noruega, en el que murieron 77 personas, 69 de ellas jóvenes de las Juventudes Laboristas en la isla de Utoya, lloró en el Palacio de Justicia de Oslo.

El extremista simultáneamente había hecho estallar un coche bomba en los edificios gubernamentales en Oslo.

Los psiquiatras creen ver en esta reacción una muestra más de su narcisismo, de su egocentrismo. El vídeo, que dura 12 minutos, muestra 99 imágenes que Breivik bajó de internet, muchas de las cuales son atentados terroristas islamistas.

El fiscal Svein Holden ha indicado que, según el propio Breivik, en 2006, cuando sus ideas terroristas se hicieron más acuciantes, se le encargó elaborar desde Londres un compendio que él llamó manifiesto.

Breivik durante su defensa se declaró no culpable, aunque ha admitido la autoría de los atentados y ha reclamado la necesidad de los mismos: “Reconozco los hechos, pero no la culpabilidad. Actué en defensa propia” contra quienes destruyen Noruega.
Conclusión de tribunal y fallo

En agosto de 2012, el caso de Breivik pasó al tribunal penal y en sus conclusiones sostuvo que está de acuerdo y que por tanto es responsable del doble atentado en el que mató a 77 personas en Oslo y Utoya. Coincide con lo pronosticado por Arne Pran, de 76 años.

“Mire, lo planeó durante mucho tiempo. Y alguien que esté loco sería incapaz, porque organizar todo eso es muy difícil. Lo sé bien. Soy general retirado”, respondió al ser preguntado por el veredicto mientras paseaba junto a los edificios gubernamentales cubiertos todavía con lonas, pues quedan meses para reparar los destrozos de la bomba de aquel viernes veraniego. Preguntado si aceptaba el veredicto, Breivik respondió con una nueva provocación. “Solo quiero pedir disculpas a los militantes nacionalistas de Noruega y Europa por no haber matado a más personas”. La jueza lo interrumpió. Un tribunal de dos jueces profesionales y tres ciudadanos de a pie condenaron a la pena máxima en Noruega, 21 años, a Breivik, al que consideran un “fanático extremista”, pero no un enfermo mental, aunque la jueza Wenche Elizabeth Arntzen dijo que tiene “rasgos narcisistas y disociales”. El fallo supone un golpe a la fiscalía, que pidió su internamiento psiquiátrico, y que no recurrirá. El condenado quedará encerrado en la cárcel, en las afueras de Oslo, donde está aislado desde el día de su detención.
   Las víctimas confían en que la pena máxima se convierta en una cadena perpetua. Todo con tal de perder de vista al hombre que destrozó sus vidas y pretendió hacer saltar en pedazos muchos de los valores en los que se cimienta la sociedad noruega.    

Ayer, el Tribunal de Apelación de Borgarting “ha determinado que Breivik no está ni ha sido sometido a tortura o trato inhumano o degradante”, informó la corte en un comunicado. (I)  

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