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El Telégrafo

En 1965, como resultado de un despido masivo, el administrador de origen español fue ajusticiado en las instalaciones

Una fábrica textil cerrada por 4 décadas es ahora un museo (GALERÍA)

Estudiantes de la localidad visitaron el lunes las instalaciones del Museo Fábrica Imbabura, cuya extensión es de 10.000 metros cuadrados. FOTO: CHRISTIAN TINAJERO
Estudiantes de la localidad visitaron el lunes las instalaciones del Museo Fábrica Imbabura, cuya extensión es de 10.000 metros cuadrados. FOTO: CHRISTIAN TINAJERO
08 de mayo de 2014 - 00:00 - Redacción Actualidad

Ingresar a la Fábrica Textil Imbabura es similar a retroceder en el tiempo. Su maquinaria e instalaciones, que durante más de 30 años pasaron abandonadas, guardan entre sus hilaturas y ovillos la historia de un pueblo que encontró una alternativa de progreso.

El 6 de mayo de 1924, Antonio y Francisco Dalmau colocaron la primera piedra de la fachada de la factoría que empezó a operar 3 años después con 30 trabajadores.

Richard Calderón, asambleísta por Imbabura y exalcalde de Antonio Ante, conocedor de esta historia, la cataloga como la más importante del norte de Ecuador.

La Fábrica Imbabura se consolidó como el eje de la industria en Imbabura en 1927, con la primera producción de telas. “En poco tiempo los imbabureños nos convertimos en proveedores de telas de alta calidad para la mayoría de mercados nacionales, incluso, para el sur de Colombia”, contó el exalcalde.

En esa época el emporio confeccionaba gabardinas, telas para sobrecamas, toallas, cortinas, bramantes, incluso gasas. Jaime Dávila (82 años), extrabajador de la fábrica, recuerda que lo contrataron por recomendación de su padre, uno de los primeros obreros. “Mi padre me contó que su primera remuneración por trabajar 11 horas diarias fue 60 centavos de sucre”.

Don Jaime, a paso lento, hoy recorre los pasillos de su antiguo trabajo. “Aquí me enseñaron a tratar las telas. Y durante los 8 años que laboré aprendí a confeccionar toda clase de artículos”, recuerda Jaime, quien ingresó en 1957 con 25 años y la nómina de la fábrica registraba 800 trabajadores.

Aún recuerda cuando los obreros, incluido su padre, protagonizaron una huelga de hambre en busca de la reducción de las horas de trabajo y un salario digno.

Según los archivos de la Fábrica Imbabura, eso ocurrió en 1948. La medida de hecho duró 44 días y dejó 2 obreros muertos. Pese a ello, el sindicato, creado en 1941, obtuvo una de sus más destacadas victorias. Don Jaime conserva en su memoria la sonrisa que desplegó su padre cuando la huelga finalizó. “Ese día redujeron la jornada a 8 horas diarias e incrementaron considerablemente el salario”, recordó.

Marcelo Ayala, historiador local, explicó que el fin de la huelga significó la bonanza de la Fábrica Imbabura, que vino acompañada del ingreso del ferrocarril. La comercialización del 98% de la producción textil se realizaba a través de la vía férrea. En aquella época, la fábrica ya tenía 1.200 trabajadores.

El declive del ícono industrial habría iniciado en 1963, cuando los propietarios contrataron como administrador al español José Villageliú. El malestar obrero resurgió y un año más tarde la fábrica enfrentó una seria crisis económica.

Ayala cree que la falta de planificación, el sobreendeudamiento y los problemas de comercialización motivaron la crisis, por lo queVillageliú liquidó a 250 trabajadores en 1965. Entre ellos estaba Jaime Dávila, para quien esa fue la oportunidad de emprender su propio negocio, pero no así los demás. “Los trabajadores perjudicados y sus familias ingresaron violentamente a la oficina del administrador, lo sacaron a rastras y lo ajusticiaron. Cuando las autoridades preguntaron quién fue el asesino, el populacho respondió: Atuntaqui lo mató”, narró don Jaime.

Tras ese suceso, la fábrica permaneció cerrada más de un año. El Ministerio de Previsión de la época asumió la administración en 1966 y la fábrica volvió a operar con 200 trabajadores, sin mucho éxito.

Durante 4 años la fábrica estuvo en mora con el IESS y en 1970 remató sus bienes para cubrir la deuda laboral.

Después de 30 años, superando el riesgo de que la edificación colapse y a pesar de que los telares, hilaturas y salas de máquinas fueron saqueadas, la Fábrica Textil Imbabura fue declarada patrimonio cultural. Y fue en 2009, cuando Calderón era alcalde, que logró comprometer al Gobierno para la reconstrucción del inmueble.

La regeneración de la infraestructura comenzó en 2012 con un costo de $18 millones. El lunes la Fábrica Imbabura volvió a abrir sus puertas, pero como el museo más grande de Ecuador, según su gerente Miguel Posso, pues cuenta con 4 áreas temáticas, salas de eventos, salas de conferencias, canchas deportivas, restaurantes y un auditorio.

El silbato que marcaba el inicio de la jornada laboral sonó de nuevo y estremeció el corazón de una veintena de extrabajadores que asistieron a la inauguración, junto al presidente Rafael Correa. El museo tiene 10.000 metros cuadrados y donde antes había telares, ahora un robot, de forma interactiva, cuenta la historia de la fábrica.

Durante el recorrido con el presidente Correa, explicó que las máquinas fueron desarmadas en su totalidad para eliminar el óxido y engrasarlas. En los pasillos de esa gran sala se instaló una línea férrea, en la cual se hacen recorridos guiados por hilaturas y obrajes.

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