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El Telégrafo

Testimonios

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30 de septiembre de 2013 - 00:00

Mateo Bolaños, hermano del alumno de Economía fallecido

“Con él se fue parte de mí”

Mateo Bolaños aún mantiene vivo el recuerdo de su hermano Juan Pablo, una de las víctimas de la revuelta policial del 30 de septiembre de 2010.

En el tercer aniversario de su muerte, Mateo recuerda que lo acompañó en la mayor parte del día, porque  Juan Pablo quiso salir de la casa  para defender al Presidente y a la democracia. “Ahora tendría 24 años y ya estaría graduado de la universidad”, afirma.

En la calle Río de Janeiro, en el barrio Miraflores, fue la última vez que Mateo vio a su hermano, cuando se bajó de la moto en la que regresaban a la casa porque decidió quedarse en las manifestaciones a favor del régimen. Lamentablemente el joven fallecería horas después en el tiroteo cerca del Hospital de la Policía.      

“A pesar de que fue un día triste, también fue muy especial, porque estuvimos bien unidos y hasta nos tomamos fotos,” recuerda el joven.

En el tercer año de la muerte de Juan Pablo, su hermano sostiene que “la vida de un ser humano es más valiosa que cualquier protesta y que siempre debe prevalecer el diálogo ante todo”.

 

Jorge Cisneros, activista cultural, herido en el 30-S

“Aún tengo pesadillas”

Cuando el activista cultural Jorge Cisneros salió de su casa para apoyar al presidente Correa durante la revuelta policial, no imaginó que su vida cambiaría radicalmente. Los casi 100 perdigones que recibió en su cuerpo los sintió como un “golpe fuerte, un puñetazo”.

“Fuimos a la calle en la mañana con unos compañeros, con la consigna revolucionaria de defender este proceso democrático”, asegura.  

Cisneros recuerda que durante la revuelta observó desde un poste a unos uniformados que sacaban armamento en unos sacos. En ese momento comenzó a tomar fotos con su cámara. Lamentablemente alguien lo vio y le disparó, comprometiéndole la caja toráxica, abdomen y piernas.

En este tercer aniversario de los eventos del 30-S, Jorge Cisneros ya se encuentra bien de salud, aunque admite que aún tiene pesadillas. Considera que es una fecha histórica para la democracia  porque “lo que se conquista en las urnas, se defiende en las calles”.

 

Marcia Guzmán, activista del colectivo “Por mi propia voz”

“Se salvó la democracia”

Como “un día angustioso” describe Marcia Guzmán, catedrática universitaria, al rememorar el 30 de septiembre de 2010. Desde muy temprano observó por la televisión de su casa las primeras imágenes de la revuelta policial. “Como hija de militar, eso me pareció una sublevación a la autoridad”, relata.

Cuando vio el ingreso del presidente Correa al Regimiento Quito y las agresiones que recibió  por parte de los insubordinados, eso la motivó a salir: “Me voy a la Mariana de Jesús para defender la democracia”.  

La profesora aún recuerda los gases lacrimógenos que lanzaron en las calles, que no la dejaron respirar y las amenazas que recibieron de algunos uniformados para que abandonen las manifestaciones. Ese día la acompañaron su hijo y su esposo  y, a pesar de ser diabética, no le importó soportar la dura jornada.

Para Marcia Guzmán, el 30-S es una fecha cívica porque se comprobó que tenemos una democracia fuerte. Y considera que no debe haber impunidad porque ese será el “mejor homenaje a las víctimas”.

 

Norma Nieves, manifestante que apoyó al Presidente

“Defendí mi decisión”

A Norma Nieves le pareció muy extraño que algunas motos de la Policía circulen sin plaza ese 30 de septiembre de 2010. Cuando llegó a su trabajo se enteró de los disturbios que habían en las calles, fruto de la protesta policial.

En ese instante Nieves decidió salir con sus compañeras de oficina a manifestarse porque algo “no andaba bien”. Y se dirigieron a la Plaza Grande para apoyar al Presidente de la República. “El Mandatario fue electo por mi voto, tengo que defender mi decisión”, afirma.  

Nieves asegura, por lo que observó ese día en las calles del país, que eso fue un evidente intento de golpe de Estado, pues en su opinión, “parece que todo estuvo conectado”.

Admite que la violencia que recibió fue verbal, pues cuando estaba en la avenida Mariana de Jesús, con plantones a favor del régimen, recibió insultos de mujeres policías. Es un día que recordará siempre, incluso arriesgó su vida, pues entre todos los manifestantes repetían “De aquí no salimos sin el presidente Correa”, ante las amenazas de los uniformados.

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