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Los familiares de las víctimas piden justicia y solicitan la ayuda del Gobierno porque son muy pobres

Lanceados de Tiguino eran dos humildes albañiles

Luisa Cadena,  madre de los hermanos Quishpe, durante el velorio llora la muerte del hijo. Foto: Fernando Sandoval | El Telégrafo
Luisa Cadena, madre de los hermanos Quishpe, durante el velorio llora la muerte del hijo. Foto: Fernando Sandoval | El Telégrafo
07 de abril de 2014 - 00:00 - Redacción Actualidad

“Lo poquito que ganaba, todo lo daba en casa; era nuestro único sustento”, contaron entre sollozos Luisa Cadena y Rosa Tugulinago, madre y esposa, respectivamente, de Luis Arsenio Pinanjota y Juan Carlos Quishpe Cadena.

Estos dos hombres murieron  el viernes pasado mientras laboraban, al ser atacados con lanza por el indígena huaorani David Enkeri, quien perdió el control tras conocer sobre la muerte de su hijo, de 10 años, quien al parecer se ahorcó accidentalmente cuando jugaba en la hamaca de su casa. El hecho ocurrió entre las comunidades Tiguino y Bataboro (Pastaza).   

Ambos eran albañiles. Residían en la parroquia Ascázubi, del cantón Cayambe (Pichincha), y eran cabezas de familia. Hace cinco meses instalaban, en esas comunidades de la Amazonía, tubería de alcantarillado y agua potable.

Pinanjota, de 46 años, era el maestro mayor. Esa obra está a cargo de la empresa Ecuador Estratégico. Estaba casado, por lo que con su muerte deja una viuda y 4 menores en la orfandad. Romario, el penúltimo de sus hijos, tiene 13 años y padece de cáncer maligno a los testículos.

Cuando el niño tenía 2 años le extirparon el testículo izquierdo, por lo que está en continuo tratamiento y recibe quimioterapias en el hospital Baca Ortiz de Quito. Gracias a eso -cuenta Rosa, su madre-, se ha  prolongado su vida, pero requiere de medicamentos y atención especial. Ahora no saben cómo lo solventarán, ya que su progenitor murió a manos de otro padre de familia que, en un momento de dolor e ira, atacó a quien se cruzó en  su paso.

Ellos poseen un pequeño terreno en el barrio Ascázubi, que aún no han terminado de pagar. Su casa es rudimentaria e insegura: solo hay dos cuartos remendados con desperdicios de latas y maderas.

Juan Carlos, de 28 años, también era el apoyo económico de su humilde madre y hermanos, quienes viven en una casa vetusta: la cocina está a la intemperie y los cuartos los resguardan solo unos plásticos.

Durante el velorio, que se realiza desde la noche del sábado pasado (el sepelio será hoy), los familiares contaron que Juan Carlos ayudaba en los estudios de los más pequeños del hogar. Por eso, su madre lo llamaba con cariño “mi maridito”. Asumió esa responsabilidad hace 8 años, cuando su padre murió.   

Los dos lanceados junto Edwin Quishpe, quien aún está internado en el hospital de El Coca (Orellana), a causa de las heridas que recibió y por las que fue operado, siempre laboraron subcontratados por el ingeniero Roberto Cevallos, en las distintas obras que le adjudicaron en varias regiones del país.

Sus familiares exigen justicia para que sea castigado el responsable, pero sobre todo piden ayuda del Gobierno para que los más pequeños de las casas tengan lo necesario para vivir y continúen estudiando.

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