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La Navidad es mestizaje cultural para celebrar nuevos ciclos
El 25 de diciembre, día en que el mundo occidental celebra el nacimiento de Jesús, no tenía ningún significado especial para los antiguos habitantes de Ecuador ni del resto del mundo andino.
Así lo dice el subsecretario de Educación Intercultural Bilingüe, el lingüista Alberto Conejo, quien afirma que era más bien el día 21 del último mes del año el que conllevaba una carga especial de ritualidad y religiosidad, asociada con los ciclos agrícolas y la posición del Sol en el firmamento.
En esa fecha, que corresponde astronómicamente al solsticio, se realizaba el Kapac Raymi, una fiesta que, según Conejo, celebraba a los líderes masculinos de las comunidades.
Esta característica, además de la cercanía temporal entre esa expresión cultural con la Navidad, habría facilitado la adopción de la fiesta por parte de los pueblos indígenas andinos.
Esto a pesar de que en la teogonía aborigen no existiera una idea semejante al nacimiento de un niño salvador que se pareciera a la historia bíblica de la venida de Cristo al mundo.
Según el funcionario, lo más aproximado a la idea judeocristiana de Dios es el mito indígena de Huiracocha. Esta era la divinidad suprema del panteón inca y habría constituido una de las fases de la transformación de una religión politeísta en otra monoteísta, proceso que, según algunas fuentes, se habría estado gestando en las sociedades prehispánicas a la llegada de los españoles.
No obstante, esta afirmación podría tratarse de una deformación cultural de los cronistas que describieron el mundo andino durante e inmediatamente después del proceso de conquista, sostiene el funcionario.
Así mismo, la aceptación de las ideas religiosas europeas no constituyó un trasplante literal del credo católico, sino que implicó una mezcla de creencias, ritos y símbolos caracterizada por el sincretismo.
Ello es palpable, por ejemplo, en la forma en la que la nacionalidad Saraguro, ubicada en la provincia de Loja, celebra hasta hoy la Navidad durante el mes de diciembre. Se trata, en realidad, de una combinación en la que se muestran rasgos de lo que habría sido la fiesta del Kapac Raymi o “Gran fiesta de la nueva vida”.
Uno de los actos previos a la navidad saraguro como tal se denomina “chakirikuchina“. Se trata de una pequeña fiesta en la que se presenta a los “marcantaitas” los “juguetes”, que no son más que varios tipos de personajes (“sarawis”, “diablicos”, “wikis”) que en ese año alegrarán y divertirán a quienes estén presentes tanto en sus casas como en la iglesia.
La noche del 24 de diciembre salen los personajes denominados “wikis”, que llegan en medio de abrazos y se arriman a las personas para pedir un beso por su “cholito”, una figurilla de trapo que llevan amarrada a la muñeca y constituye el símbolo del Niño Dios.
Los “wikis” son fastidiosos al extremo, aunque finalmente hacen reír a los asistentes.
Estos personajes suelen ir tras las mujeres para abrazarlas.
La llegada de estos “muñecos”, que luego dan vueltas por el parque, genera algarabía y miedo y es parte de una tradición considerada por muchos como inigualable en el país. Durante la celebración, los indígenas cantan en quichua y castellano y posteriormente viene el baile del "sarawi", preparado especialmente cada año.
Pero los verdaderos encargados de la fiesta son los "marcantaitas", y las "marcanmamas", quienes tienen la obligación de alimentar a todos quienes visiten durante tres días.
También se reconoce el valor de los integrantes de la comunidad y se les invita a una comida en la que el plato principal es el uchu mate.
Este potaje, cuyo nombre en quichua significa fuente pequeña (lavacara, charol), consiste en una porción grande de arroz, papas o trigo; cuy o pollo asado; pan o tortillas; queso, y licor de cualquier marca, aunque mientras más cueste será mucho mejor.
En tanto, la bebida principal es la chicha de jora, la cual se sirve en abundancia.