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La defensa como un bien público
La ministra María Fernanda Espinosa promueve otros debates y coloca argumentos que condimentan un esfuerzo colectivo: la defensa nacional no es una tarea exclusiva y predominante de los militares, aunque ellos cumplen un rol decisivo para resignificarse en estos tiempos de cambio de paradigmas.
Claro, los militares de ahora todavía procesan el sedimento de fondo que arrastró por muchos años una doctrina de seguridad nacional ideada y conceptualizada en la hegemonía militar estadounidense.
Algunos oficiales resienten ese cambio de paradigmas. Los retirados y con una plataforma mediática a su servicio lo dicen sin recelo. Para ellos todavía hay unos enemigos internos que combatir, no importa si están ahora en el Gobierno: por sus ideas y pensamientos no coinciden con la doctrina de seguridad nacional, aunque el TIAR y otros marcos jurídicos e instituciones ya no formen parte de nuestra institucionalidad.
En esa resignificación hay un asunto complejo que todavía no deja de ser una pregunta: ¿hasta dónde la estructura, financiamiento y acción de los militares es de una autonomía sin conexión directa con el Plan Nacional del Buen Vivir? Para Espinosa no hay tal. Todo lo contrario: cada vez hay mayor conciencia de esa articulación concreta. Pero toma su tiempo y posiblemente pasarán dos o tres generaciones para que ocurra ese empoderamiento “político”.
Ya no cabe solo hablar de profesionalización y compromiso con la sociedad. Hay un terreno bastante recorrido allí. Lo de fondo es ahora entender cuáles son esas amenazas externas e internas con las cuales deben “enfrentarse” los militares y cómo desde esa definición diseñan sus acciones y planes operativos.
La estabilidad de los últimos años en los mandos y en la administración misma de las FF.AA. es un indicio potente del cambio experimentado. Por eso algunos medios y periodistas, analistas y militares en servicio pasivo se han agitado con los supuestos “conflictos” internos por el ascenso de tres coroneles a generales. ¿Ya no había de qué más hablar sobre las FF.AA. que no sea lo que pone como libreto un legislador “superfiscalizador” de todo? ¿Ya no hay más documentos forjados que se filtran a la prensa para provocar el despido de un periodista que hizo lo que le enseñaron sus jefes (bulla sin importar el costo) y generar la mayor incertidumbre desde la nada?
Si hay que hablar del rol de las FF.AA. y la agenda de defensa nacional, que no es un asunto solo de militares, que el debate se abra desde conceptos contemporáneos y para configurar una reflexión mejor alimentada.