En el país, de cada mil recién nacidos 30 mueren dentro de los primeros 28 días de vida, el 75% de estos fallecimientos se produce durante los 7 primeros días.

En el transcurso de los últimos años se observa un mejoramiento de las condiciones de salud de la población, sin embargo, se registran todavía tasas elevadas de mortalidad neonatal, infantil, materna y general, debido a las  deficiencias en infraestructura, equipamiento, recursos humanos y falta de educación (estos datos se observan  más en el sector rural).

Según información reciente del Ministerio de Desarrollo Social, unos 350.000 niños padecen desnutrición crónica en Ecuador; eso es equivalente a 22% de la población infantil.  Ecuador ocupa el tercer lugar entre los países latinoamericanos con mayor índice de mortalidad infantil (lugar que también ocupa en referencia a la mortalidad materna).

La pediatra Catalina Almeida opina que el problema de la alta mortalidad en la niñez es una muestra de las condiciones y calidad de vida a la que está expuesta la población, de su capacidad de acceso a los distintos servicios y a los medios necesarios para satisfacer sus necesidades mínimas de vida.

La mortandad neonatal está asociada directamente con las condiciones del cuidado infantil, los niveles de nutrición, la vacunación, la prevención o el tratamiento de procesos prevalentes como las infecciones respiratorias y digestivas agudas.

El riesgo de muerte es más elevado en el primer mes de vida. La mayoría de las muertes neonatales se debe a partos prematuros, asfixias del parto e infecciones.

Dichos riesgos neonatales pueden reducirse con atención de calidad durante el embarazo, alumbramientos  seguros atendidos por asistentes de partería calificados y buenos cuidados neonatales; es decir, atención inmediata a la respiración y la temperatura, cuidados higiénicos de la piel y el cordón umbilical, además de lactancia exclusivamente materna.

Entre el mes y los cinco años, las principales causas de muerte son la neumonía, la diarrea, el paludismo, el sarampión y la infección por VIH. Se calcula que la malnutrición es otro factor que contribuye a la mortalidad infantil en un porcentaje de más de un tercio.

Así, Luis Caicedo, pediatra y jefe de la Unidad de Neonatología del Hospital Metropolitano de Quito, considera que la primera semana de vida del bebé es crucial y que revela datos de gran importancia para  determinar algunas enfermedades severas que conducen a un fatal desenlace.

El viceministro de Salud, Dr. Nicolás Jara, en la comunidad de Alausí, provincia de Chimborazo, hace hincapié en la  importancia de los controles del embarazo y exhorta a llevar a los niños al médico desde que nacen. Así los incentivos y mejoras en la asistencia son necesarios para que las madres acudan a los centros de salud, principalmente en las zonas rurales.

Algunos de los síntomas de enfermedades en el recién nacido son: sufrir convulsiones, producto -posiblemente- de algún trastorno de carácter neurológico. Una temperatura corporal que no supere los 35,5º C, o que, en su defecto, sobrepase los 37,5º C, lo que indica la posibilidad de alguna infección, afirma Caicedo. 

La Coordinadora de Desarrollo Social de Ecuador destaca que la reducción de la desnutrición y la tasa de mortalidad neonatal se debe a los programas gubernamentales y a las ONG que unen esfuerzos para erradicar el fenómeno en un plazo de cinco años.

“Se trata de una rebaja de cuatro puntos en el índice de desnutrición crónica infantil en menores de cinco años desde 2007 en adelante, mientras en los recién nacidos la reducción ha sido, paulatinamente, de al menos siete puntos”, expone la ministra coordinadora de Desarrollo Social, Jeannette Sánchez.

En cuanto a la mortalidad infantil, el índice disminuyó en tres puntos durante el último período de gobierno, agrega.
Según Sánchez, los datos coinciden con una reducción severa de la brecha de pobreza que de junio de 2010 a junio de 2011 bajó en tres puntos, entre otras cosas, por un aumento del acceso a la educación y los programas de escuelas de nutrición para mujeres embarazadas y la atención a los recién nacidos en los centros de atención de salud primaria.

El Gobierno emprendió, a inicios de 2011, un plan de intervención nutricional con el objetivo de erradicar la desnutrición infantil y que incluye la entrega de subsidios a las madres para que se realicen el chequeo mensual durante el embarazo, así como para la revisión médica del menor hasta el año de edad.

Cerca de dos tercios de las muertes infantiles pueden ser prevenidas con intervenciones prácticas de bajo costo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) busca mejorar la salubridad a nivel infantil, ayudando a los países a prestar una atención sanitaria integrada y eficaz, a partir del embarazo sano y el parto hasta los cinco años de vida del niño.