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El Telégrafo

Oficios tradicionales como el de los talabarteros, peluqueros y zapateros perduran en la casa de gobierno

Guardianes de Carondelet cumplen hoy 185 años (VIDEO y GALERÍA)

Una imagen desde las campanas del Palacio de Carondelet, en donde se puede apreciar a los granaderos de Tarqui, quienes con sus lanzas resguardan el Palacio, minutos antes de que empiece la ceremonia de cambio de guardia.
Una imagen desde las campanas del Palacio de Carondelet, en donde se puede apreciar a los granaderos de Tarqui, quienes con sus lanzas resguardan el Palacio, minutos antes de que empiece la ceremonia de cambio de guardia.
27 de febrero de 2014 - 00:00 - María Elena Vaca

El paso que marcan las espuelas de las botas militares al rozar el piso del Palacio de Carondelet, a ratos, se funde con un tímido sonido de martillo, solo perceptible para quien se atreve a seguir el ruido y camina por un estrecho pasillo obscuro. En la parte posterior del Palacio, talabarteros, zapateros y sastres zurcen y cosen botas, cinturones, guerreras o frac para el evento más importante de los lunes en la sede de gobierno: el cambio de guardia presidencial.

El calendario marca el 10 de febrero y son las 06:00. El sol no salió con la misma intensidad de otros días,   un punto a favor de los militares que durante una jornada habitual pasarán de pie más de ocho horas.

Si bien esta ceremonia se ha convertido en uno de los actos más importantes en la vida de los granaderos de Tarqui, que hoy cumplen 185 años de vida institucional, no es lo único que realizan. Ellos son responsables de custodiar el Palacio de Carondelet y proteger a las autoridades de Estado y sus familiares: el presidente Rafael Correa y el vicepresidente Jorge Glas son algunos de los nombres que encabezan la lista de responsabilidades. La planificación es diaria, ningún día es igual a otro con el Primer Mandatario.

“Buenos días, mi general. Lealtad hasta el sacrificio”, gritan con fuerza los integrantes de las Fuerzas Armadas, Naval y Áerea -formados en el patio del Palacio- ante el jefe del Servicio de Protección Presidencial, Luis Castro. Deben rendir un  informe de sus actividades. “Sin novedades mi general”, reportan, casi de memoria, cada uno de los responsables de área a su superior.

El Centro de Control y Monitoreo de los Granaderos de Tarqui es su ‘fortín presidencial’, en donde por un lado, más de 260 representantes de la escolta presidencial alistan su vestuario (morrión o gorro, frac o guerrera, camisa, botas y espuelas), mientras, por el otro, zapateros, talabarteros y sastres dan forma al cuero y algodón que usan para sus creaciones. Para estos hombres que hacen perdurar los oficios tradicionales, el Palacio es su vida. Llevan trabajando más de 20 años en los talleres, que están a un costado del Centro de Mando de los Granaderos.

VIDEO

Los oficios en Carondelet

La cumbia ‘Senderito de amor’, de Lizandro Meza, suena en una pequeña radio antigua que el zapatero Luis Guanoquiza tiene encendida en su taller. Mientras da forma a un par de botas de cuero cuenta que fue policía de profesión hasta que el maestro Calderón, primer zapatero del Palacio de Gobierno, le enseñó el oficio, “y me gustó”, dice; además, tuvo un hermano que fue zapatero.   

Los granaderos de Tarqui reciben preparación física y técnica. Pasan más de ocho horas de pie.Confiesa que el único presidente que se interesó por su labor, que realiza hace 28 años en ese lugar, es el presidente Rafael Correa. “Al día siguiente que se posesionó en 2006 vino a verme y le gustó mi trabajo”, afirma, mientras enseña una fotografía que cuelga de la pared en donde está junto al Jefe de Estado y su compañero de oficio, Cruz Heredia, en su taller. En medio de miles de zapatos, alza un par de deportivos azules de Miguelito, hijo del presidente, que debe arreglar.

A la semana, Guanoquiza hace entre dos y tres pares de botas. Sus creaciones están en España. “Los generales y oficiales usan mis botas”, dice, sin levantar la cabeza, obstinado en  colocar suelas al calzado que espera terminar ese día.

Un diminuto letrero con letras cursivas sobresale en la puerta del taller, en donde trabaja desde hace 26 años Velasco Hinojosa, quien elabora monturas para los caballos, fundas para las pistolas, portarmas, además de maletas y cinturones de los granaderos. También trabaja con música, pero prefiere la bomba ‘Prende la vela’, para  colocar ojales metálicos en un cinturón rojo.

El artesano aprendió el oficio desde los 8 años, cuando trabajó como aprendiz en un taller. Conoció a presidentes como Rodrigo Borja, León Febres-Cordero, Sixto Durán-Ballén, Gustavo Noboa y ahora Rafael Correa, de quien señala que efusivamente le saluda cuando lo ve.

Comenta, entre risas, que en 1992 recibió un curso de talabartería, pero “el maestro no era tan bueno, yo le contradije en la clase, y luego me dijo: enséñeme mejor,  maestro”.

La talabartería y la zapatería no son los únicos oficios que perduran, a ratos escondidos, en Carondelet. A ellos acuden los granaderos de Tarqui, además de la peluquería, en donde atiende Cecilia Quinchiguano, desde hace 13 años. Su local emula a cualquier salón de belleza. Espejos en las paredes y revistas de farándula se confunden entre tijeras y peinillas. Confiesa que cortó el cabello del presidente Correa en 2012, mientras que el del vicepresidente Jorge Glas lo hace siempre. “Me pide que use la cuchilla 3 y le corto bien bajito, al estilo militar (...) Me siento orgullosa de atender a los altos jefes”, dice.

La vida militar

En una  habitación larga, que guarda la misma concepción de los cuarteles militares (camas literas de una plaza bien tendidas, guardarropas pequeños individuales, duchas colectivas), Gabriel Mayanquer (30 años) limpia con esmero las charreteras o caponas, que son las insignias doradas que lleva el uniforme de granadero. El militar permanecerá este día sobre las campanas del Palacio.

Es de Tulcán y señala que el oficio “es sacrificado, porque estamos lejos de la familia, pero lo hacemos por la patria”. A su lado, el quiteño  Cristián Naranjo, quien lleva un año en la institución,  lustra sus botas. “Deben quedar brillantes, es un símbolo de perfección”, detalla.

DATOS

Los granaderos de Tarqui participaron en la gesta histórica del 27 de febrero de 1829, en la  Batalla de Tarqui.

Formaron la guardia del ejército patriótico en la presidencia de Simon Bolívar, durante los ocho años que duró el mandato del Libertador como presidente de la Gran Colombia, de la cual nuestro territorio formó parte.

En la presidencia de Juan José Flores y en años posteriores, los granaderos fueron reemplazados por un cuerpo uniformado que se adaptó a las políticas de cada comandante.  

El 25 de enero de 1919 se organiza por primera vez el Grupo de Caballería 1 como Escolta Presidencial, el cual permaneció vigente hasta 1940. Ese año, el presidente Carlos Arroyo del Río dispone que su seguridad esté a cargo de las unidades militares de la Plaza de Quito, que asumieron la misión en forma rotativa.

El 31 de octubre de 1952, el presidente José María Velasco Ibarra realizó una reforma al orgánico del Ejército, añadiendo la subsección de edecanes y escolta presidencial. Este, según los uniformados, sería el inicio de creación.

En 1987, el presidente León Febres-Cordero los llamó grupo escolta presidencial. El 27 de enero de 1995, en el gobierno de Sixto Durán-Ballén se especifican las funciones.

El 8 de julio de 2010, el presidente Correa fusiona la Casa Militar Presidencial y el escuadrón Aéreo. En su mandato, el cambio de guardia es público.
Milton Ocaña lleva un mes allí. Mientras se coloca el morrión (gorro de paño azul con láminas de metal dorado que llevan los granaderos), afirma: “no cambiaría la vida militar por nada”. “Llegaron los caballos”, advierte Milton Reina, capitán de caballería blindada, y del camión empiezan a bajar  tímidamente Pegaso, Mileto, Rutilante, Vikingo, Goliat, Artac, entre otros, que son los 11 caballos que ese día formarán la escolta de caballería.

Miguel Pailacho cuenta que cada militar es el encargado de cuidar a un equino. El suyo es Medianoche, un potro argentino que cuida desde hace un año. “Los animales nos conocen, saben quiénes los montan”, agrega Jorge Chicaiza, mientras, junto a su hermano Keller, coloca vendas en los tendones del caballo Topacio, así como borlas de lana  amarilla y roja  sobre la  crin (pelo).

A su lado, el cabo primero Ángel Reinoso, con ayuda de agua y champú, dibuja con una peinilla,  como decoración, un tablero de ajedrez sobre el lomo de Pegaso, un caballo blanco considerado como el principal  ‘para que se luzca este día’, le dice al animal, mientras lo acaricia. Pegaso relincha y  piafa (resopla con la nariz), anunciando que está listo.

Faltan diez minutos para que la ceremonia de cambio de guardia empiece (a las 11:00) y los uniformados salgan de sus habitaciones, cargando sus lanzas. Saben perfectamente qué hacer. La marcha militar, que entona la banda de la Policía, que se une al cambio de guardia, suena.

Richelieu Levoyer, comandante del Grupo Escolta Presidencial, cuenta que la ceremonia es el traspaso de responsabilidades de la seguridad presidencial a una nueva guardia.

Por ello, al  escuchar las trompetas, las guardias entrante y saliente se colocan de izquierda a derecha sobre el pretil de la Presidencia y desfilan hacia la Plaza de la Independencia. También sale el pelotón de timbaleros y trompetas.

La guardia saliente lleva el sable (insignia de protección) que entrega a la seguridad que ingresa. Levoyer dirige la ceremonia. Se tocan los honores a los héroes de la Batalla de Pichincha, como Abdón Calderón, hasta llegar a quienes entregaron su vida en el conflicto del Alto Cenepa de 1995. “Viven”, gritan.

Al pie del monumento independentista hacen la promesa: “Entrego el servicio de guardia con la consigna especial de garantizar la seguridad del Palacio de Carondelet y la integridad del presidente Rafael Correa, cumpliendo el lema de la escolta presidencial: Lealtad hasta el sacrificio”. El compromiso es claro.

LA BATALLA DE TARQUI, DISPUTA LIMÍTROFE

La conocida batalla de Tarqui se libró un 27 de febrero de 1829 en el fuerte militar llamado Portete de Tarqui, ubicado a pocos kilómetros de Cuenca, entre la milicia de la Gran Colombia, dirigida por Antonio José de Sucre y Juan José Flores, y las tropas peruanas comandadas por José de La Mar.

Hubo territorios como Tumbes, Jaén y Maynas (hoy peruanos) y Azuay y Guayaquil (hoy ecuatorianos) en disputa.

Los datos de las bajas militares fueron diversos. La Gran Colombia expuso que tuvo 400 bajas y que el lado peruano tuvo 2.500. En el Perú se dijo que  el lado grancolombiano tuvo 800 bajas y que ellos llegaron a los 1200.

En esta conmemoración también se celebra el Día del Ejército Ecuatoriano, Día del Civismo, Día de la Unidad Nacional y Día del Héroe Nacional.

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