Son decenas de cascos de reses que yacen esparcidos sobre un suelo cubierto de arcilla seca. Es el escenario de una calle sin asfaltar en los alrededores del camal municipal del cantón Balzar (Guayas).

A pocos metros de estos residuos se encuentra una pequeña edificación esquinera, en cuyas paredes pintadas de verde agua se observan manchas de color pardo. Tres cabos colgados en una especie de cerca de madera, residuos de sangre en el piso y una alcantarilla para evacuar líquidos completan el panorama.

En este sitio, según Verónica Toapanta, quien vive a 2 casas del sitio, se matan y faenan reses todas las noches y madrugadas. Ella misma, que se dedica a la comercialización de ganado ‘en pie’, en  ocasiones le toca realizar esta labor cuando algún animal “se le ahoga  en el transporte o se le quiebra alguna pata”.

La mujer justifica el funcionamiento de este improvisado sitio de desposte. “En Balzar no tenemos camal, hasta el año pasado estaba funcionando uno, pero como fue cerrado y ahora se lo está arreglando, ya no hay sitio para faenar”.

El faenamiento se realiza por las noches. Todo empieza desde las 23:00; llevan las reses en camionetas, las atan en la esquina, hunden el cuchillo en el cuello y el animal se desangra hasta morir.

El trabajo dura casi toda la madrugada, pues estas mismas personas se encargan del faenamiento y traslado de la carne a los mercados.

Nibaldo Alcívar, tercenero de este cantón, cuenta que los carniceros tienen que sacrificar a las reses en sitios como este. “A veces se lo hace en los alrededores del camal o en las haciendas”, comenta.

Para Alcívar, el problema con este tipo de trabajo es que el sacrificio se lo hace a la intemperie sin las debidas normas sanitarias. Además no existe control sobre el origen del ganado faenado. “En un camal se revisan los certificados de origen del animal, pero acá no pasa eso”, advierte este ciudadano.

El año pasado se había acordado que las reses de Balzar debían ser faenadas en cantones aledaños, como Palestina y Colimes, pero estos también fueron cerrados.

El director de Medio Ambiente, Jorge Chasi, asegura que es difícil controlar esta actividad, pese a que  con la Policía se realizan operativos. “En varias ocasiones se ha conversado con personas que se dedican a faenar las reses, se llega a acuerdos, pero es difícil frenar totalmente”, sostiene  el funcionario, tras agregar que la gran demanda de esta zona y cantones adyacentes por el consumo de carne, hace que los ‘camaleros’ y expendedores continúen con esta actividad.  

Este cantón, ubicado en el sector norte de la provincia, es ganadero por excelencia. Todos los años se realiza en esta localidad la Exposición Nacional de Ganadería, a cargo de la  Asociación de Ganaderos del Litoral.

En el camal municipal se observa una intensa actividad. Los trabajos de repotenciación del nuevo matadero estuvieron paralizados, pero ya se reactivaron.

La obra se ejecuta mediante un convenio entre el Ministerio de Industrias y Productividad (Mipro) y el Municipio de Balzar. El año pasado, personal de Agrocalidad clausuró este sitio porque no reunía las condiciones sanitarias ni ambientales para el tratamiento, sacrificio y faenamiento de reses.

Habrá un área para el sacrificio del animal llamada noqueadora. Con una pistola neumática se da muerte a la res -es un procedimiento rápido y sin dolor-, luego es colgada en rieles para su respectivo corte; en otra área se colocarán las vísceras.   

Además, se implementará un sistema de transporte ágil para precautelar la cadena de frío de los cárnicos y se instalará una planta de tratamiento de desechos sólidos y líquidos.