¿Por qué asumió, dentro de esta coyuntura, el Ministerio de Coordinación Política? Hay un punto clave en el contexto general. En un diálogo previo con el presidente de la República, Rafael Correa, él planteó la necesidad de que todo el proceso de transformación cale en la cabeza y en el corazón de la ciudadanía, puesto que existe la necesidad de ir fortaleciendo el proyecto político sobre la  base de una garantía de derechos. El trabajo en este Ministerio implica fortalecer los tejidos sociales, empatar el proceso de transformación dentro del momento histórico que estamos viviendo y profundizar la Revolución Ciudadana. Es caminar de la mano de la gente,  de la ciudadanía. ¿Cómo radicalizar la revolución, después de casi cinco años? Hay un camino con definiciones planteadas dentro de un  marco constitucional y del  Plan Nacional del Buen Vivir, que son, en sí, las cartas de navegación, marcan una ruta no de uno o dos años, es de un tiempo largo. Hay varias líneas para fortalecer, entre ellas el interlocutar con todos los sectores, con la propia sociedad. Esta línea se fortalecerá con la Secretaría de los Pueblos. La radicalización, además, plantea un tiempo de transiciones para la sociedad y erradicar el clientelismo político. Ya se avanzó con la política social y ese es uno de las bastiones de estos primeros cinco años del Gobierno. ¿Bajo este marco  de radicalizar el proyecto político se construye la reelección? Claro, obviamente no son dos temas incompatibles: la continuidad del proyecto también pasa por la continuidad de hombres y mujeres. De hecho, la continuidad del proyecto tiene múltiples aristas, bajo un liderazgo que lo hemos vivido durante estos años. Sin embargo queremos la consolidación de una sociedad más fuerte, que debata de una forma mucho más equitativa, respetuosa. Y ese es otro de los temas que profundiza la revolución. ¿Cómo recuperar, dentro de la continuidad, a los que iniciaron con el Gobierno y ahora están del otro lado, por ejemplo indígenas y parte de la izquierda? Tenemos muchos puntos coincidentes, lo hemos visto en los últimos acercamientos con las organizaciones de trabajadores públicos del sector indígena. Vamos a caminar de la mano y vamos a dialogar. ¿Una ex militante de Pachakutik qué le dice a sus ex compañeros? Todo proceso de cambio es un proceso que tiene continuidad. Soy una militante de los procesos de cambio y doy continuidad a estas luchas. Hay que insistir que este es un momento de convergencia de esos sueños diversos y heterogéneos y que tienen un punto de encuentro. Eso es lo interesante de este proyecto y de este momento histórico. ¿Cuál es la diferencia de esa concepción, con la gestión de la ex ministra Doris Soliz? Tenemos hojas de ruta planteadas por el Movimiento (PAIS) y por el propio Gobierno, como un equipo político. Ahí no tenemos por qué diferenciarnos. Este es el tiempo de abrir un cauce con las organizaciones sociales, de mirar qué es lo que pasa y debemos hacer después de la consulta popular. Hay que ir trabajando el camino del empoderamiento desde los movimientos, desde la ciudadanía, para conjuntamente consolidar el proyecto político, como ya dije antes. ¿Se mantiene el mismo esquema de trabajo con la Asamblea? Nuestro punto central es una agenda programática con las leyes que tienen coherencia y profundizan el proyecto. La Asamblea tiene deudas. Hasta hoy no se aprueban las leyes planteadas en la Constitución de Montecristi (2008) y en la consulta popular (2011). Estaremos para trabajar conjuntamente, por responsabilidad política colectiva. Desde sectores críticos se dice que todos los diálogos que construyen los ministros durante la semana los rompe el Presidente los sábados... El diálogo del Presidente es permanente, con todos los sectores sociales y, sobre todo, con la gente pobre. Los ministerios han creado espacios de diálogo con los consejos sectoriales. Ese es un proceso directo del Ejecutivo con los actores sociales. Nosotros tenemos puntos claros de confrontación. No vamos a hacer concesión en los puntos que afecten al proceso de transformación. En los ejes centrales del cambio vamos a dar la batalla como un solo cuerpo y ahí no solo la Ministra habla, también lo hará la sociedad como una defensa común. El peso político y personal del presidente Rafael Correa es tan fuerte que algunos creen que ese es el factor que impide una mejor política de alianza. ¿Qué opina? La figura del Presidente debe seguir siendo fuerte. Eso es parte de los elementos centrales y es parte de nuestro proyecto político. Ese liderazgo y esa fuerza de fajarse por el proyecto los asumimos nosotros y  la propia población. El país lo reconoce y por eso los niveles de aceptación y popularidad lo revelan como la mejor figura política en muchos años. Además, esa fortaleza política es la que permite también ser firmes en la lucha contra los grupos de interés y oligárquicos.