Sin duda, los resultados electorales anunciados el 17 de febrero por el Consejo Nacional Electoral a través del conteo rápido realizado con la cooperación de la Junta Central Electoral de República Dominicana, y luego confirmados por los escrutinios de 22 provincias este 28 de febrero, no hacen más que resaltar, entre otros, la transparencia e integridad del proceso y la inmensa responsabilidad de la máxima autoridad electoral del país.

No queda duda de que se ha producido un punto de inflexión con el pasado: uno, por la gestión organizativa y técnica del proceso; dos, la cooperación internacional de organismos electorales de la región que nos prestaron equipos electrónicos de última generación, un software para la transmisión de resultados electorales y otro para la campaña de ‘Conoce a tu candidato, voto informado’, y la asistencia técnica de expertos informáticos que trabajaron por varias semanas en el CNE; y tres, la expresión de una mayor participación ciudadana en las elecciones que reafirma la tendencia histórica de profundización de la democracia y de superación de una secuela negativa desgraciadamente acumulada de una democracia de papel vigente desde 1830.

En el exterior, de los 285.735 electores inscritos para estas elecciones, desde los EE.UU., Canadá, Asia, Oceanía, África y América Latina, votaron 135.584. Significa que en el 2013 los sufragantes aumentaron en un 135,64 por ciento comparados a los del 2009. Por supuesto, la meta es que para las próximas elecciones del 2017 se inscriban al menos un 30 por ciento de los ecuatorianos, estimando que unos dos millones residen en el exterior.

Nos alegra haber alcanzado metas históricas. El ausentismo acumulado entre 1979 y 2009 registra un promedio de 25 y 30 por ciento. Según cifras preliminares del CNE, este ha disminuido en las elecciones del 17 de febrero a un 18,92 por ciento.

De 11’675.441 electores y de haber organizado 40.451 Juntas Receptoras del Voto, 9’466.559 ciudadanas y ciudadanos ejercieron su derecho al sufragio.

El esfuerzo del CNE, de sus consejeros electorales, coordinadores, directores y el talento humano distribuido en 24 provincias y en el exterior, hizo posible que ciudadanos hombres y mujeres, jóvenes y adultos mayores, concurrieran a depositar su voto de manera participativa e inclusiva para elegir y seleccionar a quienes desde el 24 de mayo van a orientar en los próximos años las políticas públicas.

Los errores y fallas que hayamos cometido serán corregidos. Las observaciones y recomendaciones dadas por las Misiones Electorales de la OEA, UNIORE, UNASUR y de todos los continentes, serán implementadas para las próximas elecciones. Es nuestra palabra dada a cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que aspiramos a construir, en beneficio de las presentes y futuras generaciones, una nación democrática, plurinacional e inclusiva que permita sentar las bases sólidas y duraderas del desarrollo sostenible en el ámbito social, económico y ambiental.

El Consejo Nacional Electoral, desde que fue seleccionado por concurso de mérito y oposición, ha estado empeñado en que la nueva normativa constitucional y la contenida en el Código de la Democracia se haga realidad y no quede en letra muerta. No siempre hemos encontrado la comprensión de algunos actores políticos y mediáticos, pero confiamos en que los resultados de hoy y posteriores disipen algunas dudas y confirmen la transparencia de nuestros propósitos y acciones.