En invierno es común ver un amanecer gris en la capital china, Pekín. En cada avenida principal hay decenas de pinos, pero con hojas grises y sin brillo. En medio del smog de la ciudad más poblada del mundo, ya se divisan cientos, quizás miles, de chinos que acuden a trabajar. La PEA (población económicamente activa) de China se calcula en 1.000 millones de personas. Son ellos quienes han dado vida al crecimiento económico de la nación, hoy la primera economía del mundo.

Pero lo cierto es que China vive desde inicios de año un periodo denominado ‘ralentización’, es decir su economía no creció lo que se esperaba. El 7,4% de crecimiento, reportado en 2014, seguro y sería una bendición para la mayoría de los países occidentales, pero para el régimen de Xi Jinping fue el ritmo más lento desde hace 15 años.
Las exigencias para China no son nuevas. Desde 2012 el Banco Mundial y otros organismos auguraban que el país no crecería tal cual lo hizo como en otros años. Solo para tener una idea, la previsión del Gobierno chino era el 7,5% de crecimiento el año pasado, es decir las finanzas le fallaron en apenas 0.1%.

En una entrevista a la BBC, el codirector de investigación económica de Asia en el banco HSBC, Frederic Neumann, aseguró que si bien el dato del crecimiento en el último trimestre de 2014 no fue tan ‘espectacular’ como la década pasada, “todavía está entre los mejores del mundo”.

¿Qué ha pasado? Lo que ocurre, según fuentes del  gobierno chino, es que el país intenta cambiar su patrón de desarrollo: busca dejar de depender de las exportaciones y la inversión pública y basarse más en el consumo interno.

La caída en precios en el sector inmobiliario ha ocasionado en parte la desaceleración. Al momento hay una sobreoferta de construcciones, lo que es visible en Pekín si alguien camina por el distrito financiero. En una cuadra al menos hay 2 edificios en construcción, y otros 2 habitados a media llave.  

El director de la Oficina Nacional de Estadísticas, Ma Jiantang, asegura que la economía había crecido a un ‘ritmo razonable’ y pronosticó que 2015 será un año ‘estable’... pero “la situación doméstica e internacional es todavía complicada y el desarrollo económico se enfrenta a dificultades y retos”.

En un tono positivo, el FMI indicó a inicios de enero que el gobierno de Jinping ha sabido manejar los altibajos financieros globales y que por el momento no hay de qué preocuparse.